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El cementerio de los ingleses

Muy profesional. Airbag y Pedro Sánchez

Ya hace tiempo que los ataques no se limitaron hacia la figura del político, sino hacia su mujer

Publicado: 28/04/2024 ·
17:19
· Actualizado: 28/04/2024 · 17:20
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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La pasada semana, Pedro Sánchez anunció que se tomaba un tiempo de reflexión para meditar si continúa al frente del Gobierno. Afirma el Presidente que los continuos ataques y la campaña de acoso dirigida hacia él y hacia Begoña Gómez, su esposa, le hacen cuestionarse si merece la pena seguir en La Moncloa. El dirigente del PSOE ha demostrado ser un superviviente político, de eso no queda duda: pasó de ser derrocado en aquel infame vodevil en octubre de 2016 a presidir la nación tras la moción de censura de 2018. A partir de ahí, ha sido blanco de todo tipo de ataques por parte de una oposición que demuestra haber perdido cualquier tipo de escrúpulo, llegando a invocar a Txapote como eslogan electoral o recurriendo a los medios de comunicación como altavoz para sus calumnias. Lógicamente, eso desgasta.

Ya hace tiempo que los ataques no se limitaron hacia la figura del político, sino hacia su mujer. Desde aquel tránsfobo y horrendo Begoño no tiene coño, extendiendo el rumor de que la cónyuge de Sánchez era una mujer transexual, hasta el bulo de la subvención que esparcía The Objective hace unas semanas, pasando por aquella otra noticia falsa que conectaba a Begoña Gómez con redes de narcotráfico marroquíes. En definitiva, usando esas técnicas mafiosas de película en las que la persona contra la que va la vendetta de turno se mantiene ilesa mientras atacan a sus seres queridos.

Esto da que pensar y me ha traído a la memoria la película Airbag. Más que nada porque la ultraderecha española, que derecha moderada nunca fue, actúa como esa mafia que en el film lideraba el siempre recordado Paco Rabal. Imponiendo su ley desde los más sórdidos ambientes pero con los métodos más cutres y macarras, impropios de formaciones que aspiran a gobernar un país. Sin ir más lejos, el bombardeo de bulos mediáticos está siendo como el timo de la tortilla rusa que abre la película. Chapucero donde los haya, pero efectivo. El problema es que el personaje que interpreta Karlos Arguiñano no ha aparecido aún en la escena política y mediática para acabar con esto. Por no hablar de convertir a los militantes de PP y VOX que acudieron a Ferraz a putodefender España en la banda de torpes macarras que, al mando de Pazos (interpretado por Manuel Manquiña), hacía el trabajo sucio para la mafia de Villambrosa.

Son métodos cutres, propios de una comedia como la película a la que hago referencia, pero funcionan. La sobrecarga informativa y desinformativa a la que estamos expuestos hace que haya tanta gente que no tenga tiempo ni ganas de ponerse a contrastar las noticias. Esto conlleva que, en lugar de querer saber qué ocurre, la audiencia de cada medio se quede con aquellos titulares que les contentan. “¿Cómo va ser una noticia falsa si dice lo que pienso?”. Y ahí está la clave: nos han sobreestimulado hasta el punto en que nos quedemos con esa información que nos satisface en lugar de quedarnos con la realidad. Podrían colarnos un titular tan burdo que ni Ferreras iría con ello y nos lo tragaríamos si comulgamos con la línea editorial. Y al final resulta que la cutrez acaba resultando como, en la cinta de Juanma Bajo Ulloa, aquellos disparos afortunados de Juantxo cuando Pazos le deja probar su arma: “profesional... muy profesional”.

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