Emblemático donde los haya dentro del Carnaval gaditano, y más concretamente dentro de la modalidad de coros, tan criticado como envidiado y admirado, Julio Pardo, concede esta entrevista a EL GALLINERO, días antes de su gran noche de gloria, la del sábado 5 de marzo en la plaza de San Antonio, desde donde ofrecerá su pregón de Carnaval a todos los gaditanos y foráneos allí congregados.
— Julio, ¿cuál es el primer recuerdo que tienes del Carnaval de tu infancia?
—Probablemente, el recuerdo de mi abuelo, mi abuela…mi madre, cantándome coplas de Carnaval cuando era pequeño. Mi abuelo, que era de un pueblo de Granada, se vino a Cádiz a trabajar. Ya viviendo aquí, se aprendió muchas coplas y me las cantaba. Mi madre, que nació en los arcos de las Puertas de Tierra, cantaba también muchísimo y creo que entre ellos dos, sobre todo, me metieron ya para siempre el venenillo del Carnaval.
— ¿Guardas en la memoria tu primer disfraz?
— Pues creo que fue uno de cowboy que me puso por Reyes mi hermano. Recuerdo que salí a la calle ese Carnaval con mi hermano y su novia. Todavía tengo por ahí una fotografía que me hicieron en la Plaza de España, en la que andaba yo bien contento pegando tiros, como cualquier chiquillo.
—¿De qué manera vivías el Carnaval antes de que comenzara tu etapa como corista?
—Solía ir a la cabalgata todos los años. También íbamos a escuchar los coros, mi padre era muy amigo de Foncubierta, uno de los bajos del coro de Puerto Real. Me acuerdo de las batallas de bolas de nieve. Además, en el Casino Militar en la calle Ancha tengo el recuerdo de ver agrupaciones. Siempre íbamos a escuchar a Paco Alba...Hombres del mar, Beduínos...Y lo vivía escuchando mucho Carnaval en casa, mi padre era socio de Parodi y teníamos muchas grabaciones.
—¿A qué edad comenzó tu auténtica afición por el Carnaval?
—Comenzó muy pronto; ya con doce o trece años me dedicaba a grabar todo lo que ponían por la radio, lo escuchaba todo, y ahí empezó. Luego ya, la gran picaera de coros surgió cuando con la tuna acompañábamos a las Damas, o las Ninfas, no sé el nombre que recibían entonces, a entrar en la Final. Fue cuando escuché el coro Los Dedócratas y se me metió en la cabeza que iba a sacar un coro. El pensamiento no se quedó ahí, puesto que al año siguiente saqué Los aspirinos. Un coro muy malo…pero de no haber sido así, probablemente no estaríamos aquí hablando de todo esto.
—Has compuesto música tocando palos muy distintos. ¿Ya te habías dedicado a componer otro tipo de música antes o lo primero fué el Carnaval?
—Antes de empezar con el Carnaval hice música para la estudiantina, la rondalla. De hecho Ronda en Fragela ganó el Certamen nacional de tunas en Santiago de Compostela.
—¿Qué autor o autores han sido tus favoritos?
—Tengo muchos. Los primeros que me vienen a la mente son Paco Alba y Enrique Villegas. También admiro a Manolo Bravo, vecino de mi abuela, que recuerdo que tocaba la bandurria fantásticamente. Grandes autores para mí son además Quirós, el Quini, el Tío de la Tiza. De ahora, soy muy amigo y seguidor de Joaquín Quiñones. Y mis referentes en cuanto a afinación y armonía los tengo en Antonio García, de Puerto Real, y en el maestro Escobar, que afinaba el coro de Los Dedócratas.
— Cuéntanos alguna anécdota curiosa de tus años de concurso.
—Hay cantidad de anécdotas y de vivencias imborrables, como ir de viaje con el coro El callejón de los negros a Cuba o las ocasiones en que el coro ha cantado con Carlos Cano. Pero entre las más curiosas está el año del coro El tío de la tiza. Creo que era un coro gafao, porque nos ocurrió de todo. El primer día nos pasamos unos tres o cuatro segundos en la presentación y en el popurrí. El segundo día se cayeron los bajos en plena actuación. El tercer día se perdió una letra. En la Final, resulta que al sortear el orden nos tocó en décimotercer lugar y además era nuestra Final número trece. Sin embargo de ese Carnaval del año 1997 me quedo con el gran apoyo del público, fué todo muy bonito.
— ¿Podrías decirnos cuál consideras que es el mejor momento que has vivido en Carnaval?
—Pienso que el más emotivo ha sido cuando por primera vez salió conmigo mi hijo Julio, en el coro La gaditana. Iba a mi lado tocando la guitarra y esa actuación en el teatro fué emocionante de verdad.
— ¿Cuál piensas que ha sido tu mejor coro?
—Es difícil elegir tan solo uno; el más completo, creo, es La tienda la cabra.
— ¿Y tu mejor tango?
—Son treinta y tres, y entre ellos los hay buenos, los hay que no son tan buenos. Me gusta mucho el tango de este año, el de Los taberneros, el de Cumpleaños feliz ...Si me quedo con uno teniendo en cuenta cómo su música ha quedado grabada en el aficionado y la trascendencia que ha alcanzado, pues entonces me quedo con el tango de Los taberneros.
— Te han dedicado muchos piropos antes y tras tu nombramiento como pregonero, ¿cuál te ha emocionado más?
—Lo tengo muy claro, el tango que me cantó mi hija Lucía en la actuación hace unos días con su coro Qué fresquito lo tengo. Yo no lo sabía, no tenía ni idea, y estaba llevando el tema de las luces con Juanjo. Cuando escuché el tango me emocionó, lloré. Estaban ya cantando los cuplés y seguía completamente emocionado.
— Ya nos deleitaste el año 1995 con tu coro El pregón. ¿Alguna vez pensaste que pregonarías nuestro Carnaval?
—Todo el que adora esto habrá pensado en alguna vez ser pregonero, al menos imaginar que le encantaría hacerlo. En mi caso, creía que alguna vez lo haría aunque no tenía ni idea que sería este año. Pero siempre pensé que me encantaría y que alguna vez me tocaría a mí; tenía y tengo una gran ilusión.
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