En este mayo florido, entre vueltas y volantes, en estas tierras del Sur ya han comenzado las ferias y una tras otra, entre humos y humores se solapan, coinciden y se suceden, como un tiovivo que no cesa de girar, una tómbola que no para de subastar su mercancía o un circo que anuncia a diestro y siniestro su espectáculo.
Así, desde este miércoles primaveral en el que se celebra el Día Internacional contra Homofobia y el de las
Telecomunicaciones y la Sociedad de Información; hasta que el verano nos diga adiós, por los caminos perdidos de nuestros pueblos y ciudades.
Pero he de reconocer públicamente que no era de estas festividades de las que yo quería escribirles, sino del actual baúl de la discordia que suponen las elecciones municipales, cuya campaña se encuentra ya en su recta final , en la que el ruido supera al razonamiento y el griterío y la propaganda, a la serenidad y la reflexión.
El próximo lunes día 23, las aguas volverán a su cauce, y nuestros políticos harán sus análisis en la que el futuro, para ganadores y perdedores será tan incierto como el de nuestros ayuntamientos, pero con menos tensión y tal vez con más inspiración todos afirmarán en sus análisis haber ganado y sentirse satisfechos con los resultados.
Habrá quienes tendrán que controlar sus tics soberbios de vencedores, aparentando una humildad hipócrita difícilmente creíble, y aquellos que tendrán que hacer un gran esfuerzo para que sus nervios y frustraciones no les delaten.
Atrás quedarán para algunos las promesas hechas al electorado, los insultos al adversario y las ambiciones que se habían planteado. Unas no se cumplirían jamás y las otras estarán en el limbo de las incertidumbres. Hasta entonces a los que no gobernaban, les quedaba el consuelo de echarles la culpa a quienes lo hacían, pero ahora la cosa, si les toca gobernar, la cosa será distinta. En ocho días, tendrán que pagar la nómina de los trabajadores y tal vez no tengan solución. ¿Qué harán?
Por fin sabremos el programa oculto de la derecha, cuales van a ser los recortes, cuantos de los que equivocadamente han confiado en ellos irán a la calle o verán sustancialmente reducido sus haberes, de que servicios prescindirán para eliminar gastos.
La gente tardará poco en descubrir que aquellos que de todo culpaban a los socialistas, habían mentido descaradamente y donde decían tener soluciones solo había unas enormes tijeras para no dejar títere con cabeza y reducir el funcionamiento municipal a un estatus de bajo mínimos, a la vez que continuaran centrados, no por nosotros, sino en conseguir sus objetivos personales.
Una y otra vez, la historia inevitablemente se repite, y es que con la derecha siempre ocurre lo mismo, predican mucho y dan poco trigo, lo prometido es una deuda que nunca saldan, pagamos el pato los de siempre que pasamos las de Caín mientras ellos se salen de rosca.
Por todo ello, antes de que no rasguemos las vestiduras y tengamos que gritar: ¡sálvese quien pueda!; todavía estamos a tiempo. Estamos a cuatro escasos días de que expresemos nuestra voluntad política con nuestros votos, no dejemos que nadie decida por nosotros y pensemos en elegir lo que más nos conviene. Que no nos den gato por liebre ni con queso, y no olvidemos que el movimiento se demuestra andando y que nadie sienta la tentación de utilizarnos como títeres del baúl de la discordia.