Todavía con la pena reciente de despedir a nuestro querido Tío Jesús, es momento de agradecer el cariño y el respeto mostrado por Algeciras y su gente a la persona de Jesús Casado Benito. Sacerdote que ejerció su ministerio en el Campo de Gibraltar. Pasó por La Línea, Tarifa y Facinas, y durante los últimos 44 años en Algeciras.
Es curioso que una persona nacida en Segovia llegue a que le impongan la Insignia de oro de la ciudad a manos de su actual alcalde, José Ignacio Landaluce. Reconocimiento que portó desde entonces con orgullo. Pero desde la distancia os puedo decir que se la ganó a pulso. Nunca dejó de regresar a su Segovia natal. Para Año Nuevo su familia le esperábamos siempre con ganas. No faltó a bautizos, bodas, y en los últimos años a los funerales de losmiembros de la familia de los que nos íbamos despidiendo poco a poco. Y en esas visitas, siempre Algeciras, su gente y sus lugares estaban presentes en las conversaciones y sobremesas.
Ese cariño a Algeciras, nos lo trasmitió a sus familiares, lo que hizo que se convirtiera también en el lugar donde su familia acudiera especialmente en las vacaciones de verano y Semana Santa. Así para nosotros es familiar hablar de las playas del Rinconcillo y Getares, de la Plaza Alta y la Calle Ancha, su impresionante puerto, o del Parque María Cristina.
Yo personalmente no olvidaré mi primer contacto con la Semana Santa de Andalucía, en la entrada del Nazareno en la Iglesia de la Palma en un Jueves Santo en la década de los ochenta del siglo pasado. Y no hay domingo que no deje de mirar si gana el Algeciras, aunque en 2015 dejara sin ascenso a la Gimnástica Segoviana, el equipo al que el padre Jesús animaba de niño y en sus últimos meses presenció algunos de sus partidos.
Ese cariño a Algeciras de Jesús Casado, ha sido recíproco. Hemos presenciado en persona como muchos algecireños no han dejado de preguntar durante su enfermedad y el aprecio y respeto que siempre le han tenido cuando le hemos visitado. Se lo ganó a día en su labor diaria en la iglesia y también en el Instituto donde trató con muchos alumnos en su labor de docente.
Y así ha sido hasta el final, cuando el pasado mes de septiembre regresó a Algeciras, ya en la última fase de su enfermedad. Aquella visita sonó a despedida, pero no podía dejar este mundo sin despedirse de la que ha sido su casa en la mayor parte de su vida.
Fue buena gente, y coherente con su prédica. Anunció al Dios del amor, y lo puso en práctica en su día a día. Un buen líder, sabe que la mejor enseñanza es el ejemplo en primera persona. Como decimos en Segovia, fue una persona maja, de hecho a su familia de origen la conocían como “los majines” por su carácter abierto y cercano.
Sirvan estas líneas para agradecer el cariño mostrado por Algeciras y su gente al padre Jesús Casado Benito, que se entregó a su labor sacerdotal en esa tierra, y esa tierra le devuelto sus mejores frutos, el afecto y respeto a su labor. Gracias, Algeciras.