Los Reyes Magos ya se han vuelto a Oriente y el frío comienza a marcharse poco a poco. Aunque esto signifique que también se pone fin a las fiestas, no todos lo consideran algo negativo. Son muchos los que aprovechan esta vuelta a la rutina para hacer gala de sus nuevos regalos, llegando al trabajo con su ropa recién estrenada o su colonia que hace apenas un día que fue abierta. En otros casos, agradecen que las fiestas tengan un fin por la simple razón de que "si no se acabasen no serían fiestas, sino la propia rutina." No puede ser Navidad todos los días, lo bonito de estas fechas es precisamente esperarlas con ilusión durante todo el año.
Los trabajadores del sector de la hostelería también se encuentran aliviados. Aunque aseguran que las propinas han sido muchas (y muy generosas), al encontrarse los bares llenos el volumen de trabajo puede tornarse algo agobiante. Ahora las terrazas están algo más vacías y los camareros pueden tomarse las cosas con calma, al menos hasta que llegue la siguiente festividad. En el caso de los bares de copas se ha notado una gran afluencia de clientela, en algunos casos incluso más que en las navidades pasadas. Aunque ahora la cantidad de clientes esté sujeta a disminuir dada la cantidad de personas que vuelven a marcharse fuera de la ciudad, muchos confían en haber fidelizado a nuevos consumidores.
Otro punto a destacar son los propósitos de Año Nuevo. Todos hemos tenido alguna vez una de esas ideas que poner en práctica una vez comience el año siguiente, ideas que se deciden dejar para después de reyes, luego para después de la cuesta de enero, después de carnavales, después de semana santa y así en un ciclo que acaba por repetirse hasta que el 31 te comes la última uva y piensas que este año es el bueno. El mejor ejemplo de esto es el de ir al gimnasio: muy pocos son los que han comenzado el fin de las fiestas yendo a ponerse en forma, al menos durante la mañana. ¿Habrán decidido usar el primer día de reposo? ¿Tocaba hoy hacer piernas? Quién sabe.
Los padres, con esto de la vuelta al cole, son por lo general los más afectados. Aunque algunos se alegran de poder dejar a los críos toda la mañana a cargo de los docentes para tomarse un descanso (algo que espero no cuenten a sus hijos), otros tienen que volver a hacer malabares para dejarlos, recogerlos y llevarlos a las clases extraescolares por la tarde. Los niños, como es de esperar, no quieren volver a clase porque consideran que no han tenido tiempo suiciente para disfrutar de lo que les han traído los Reyes. En cierto modo les entiendo, si me lo permitís creo que traer los regalos dos días antes del colegio es un gesto algo cuestionable por parte de los Reyes Magos.
A rasgos generales lo cierto es que casi todo el mundo se ha tomado bien el final de las fiestas, algo que me resulta bastante sorprendente: en mis años de estudiante tendía a pensar que conforme uno crece la Navidad va perdiendo magia, pero lo cierto es que pocas cosas se me antojan tan mágicas como no tener que trabajar un miércoles porque ha caído en 31. En cualquier caso cuídense y feliz vuelta a la rutina.
