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Andalucía

Los iraníes que "escapan" de Irán en busca de libertades y posibilidades

Vahid tenía un trabajo bien pagado y ningún problema con las autoridades, pero decidió abandonar su Irán natal en busca de libertades para su hija

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  • Jóvenes pasan la tarde en un moderno café del centro de Teherán. -

Vahid tenía un trabajo bien pagado y ningún problema con las autoridades, pero decidió abandonar su Irán natal en busca de libertades para su hija, una tendencia al alza en el país persa que vive una gran emigración por motivos políticos y económicos, según analistas.

Durante décadas, la migración iraní ha estado impulsada por la mala economía, hundida por las sanciones estadounidenses, pero en los últimos tiempos se han sumado personas que sencillamente no quieren vivir en la República Islámica fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní, en lo que las autoridades han llegado a calificar como “una vía de escape”.

Es el caso de Vahid, ingeniero que decidió emigrar a un país occidental a pesar de tener un trabajo bien remunerado en dólares con una empresa extranjera para que su hija crezca en “un país normal”.

“Creo que esto es lo mejor que le puedo dar a mi hija: crecer en un país normal, democrático y libre”, explica este joven que abandonó su país tras las protestas de 2022 desatadas por la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.

Durante esas protestas muchos iraníes soñaron con unas libertades que ahora no tienen, políticas y sociales, pero también mundanas como bailar, soltarse el pelo, escuchar música o montar en motocicleta.

Pero el Gobierno iraní aplastó las protestas con una represión que causó 500 muertos, miles de detenidos y en la que fueron ejecutados 10 manifestantes, uno de ellos en público.

Tras el fin de las protestas, Vahid decidió salir de Irán y ahora trata de prosperar en el país occidental al que ha migrado, donde se enfrenta a las dificultades a las que suelen hacer frente los migrantes, como la falta de oportunidades y estar lejos de su familia y amigos, entre otros.

“No le veo futuro a mi país, por eso estoy aguantando todas las dificultades”, asegura.

“El día que los clérigos ya no manden en Irán y se establezca un sistema democrático regresaré a mi país”, explica.

"Vía de escape"

Las autoridades iraníes no son ajenas a esta situación, tal y como reconoció recientemente Ali Rabiei, asesor de Asuntos Sociales del presidente de Irán, Masud Pezeshkian, quien afirmó que antes se emigraba casi exclusivamente por motivos económicos.

“Sin embargo, hoy en día, la migración se considera una vía de escape (del país)”, dijo Rabiei en un seminario sobre los efectos de la migración en la Cámara de Comercio de Teherán.

El político consideró que la emigración “se ha convertido en un problema político, social y económico” para el país.

El experto en migración Bahram Salavati apoya esta opinión y apunta a la “desesperación social” como motivo principal de lo que denomina como una “emigración masiva descontrolada”.

“Ahora mismo la desesperación social es el factor más trascendental que incide en que la migración continúe o vaya aumentando. La gente ya no tiene ninguna perspectiva de futuro”, explica a EFE en una entrevista.

Salavati afirma que la salida en 2018 de Estados Unidos del acuerdo nuclear que limitaba el programa atómico iraní a cambio del levantamiento de las sanciones supuso un duro golpe para la economía del país, que desde entonces vive con una inflación de en torno al 40 % y un rial en continúa caída.

“Y después con las protestas de 2022, la desesperación social llegó al máximo”, asegura el que fuera el director del Observatorio de Migración de Irán hasta su cierre en 2023 por falta de financiación estatal.

Irán no proporciona datos del fenómeno migratorio, pero los iraníes que emigran para estudiar se ha multiplicado desde los 70.000 en 2021 a los 110.000 en 2024, según Salavati.

Para el analista la salida de jóvenes formados supone un problema para el país, lo que se ha denominado como “fuga de cerebros” y que ha provocado la escasez de médicos o enfermeras en los centros sanitarios iraníes.

El experto ve pocas opciones de que el presidente reformista Pezeshkian logre cerrar la creciente “divergencia” entre las autoridades y la población, a pesar de medidas como la paralización de una ley que endurecía la falta de uso del velo o el levantamiento de la censura a la aplicación WhatsApp.

Para Amir, ingeniero civil de 30 años que lleva meses en Canadá, “la situación irá a peor hasta que estalle una nueva revuelta”, motivo por el que salió de Irán junto con su mujer.

“Yo he salido de Irán más por las limitaciones sociales y la represión”, afirma y cita las ejecuciones, las denuncias de torturas, las detenciones de activistas y la falta de libertades en general.

“Tal vez cuando haya un cambio de sistema y se estabilice la situación en Irán, volvamos a nuestro país”, dice.

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