De nuevo el movimiento feminista ha organizado a miles de mujeres y ha sido capaz de movilizar a centenares de miles de mujeres y hombres este pasado 8 de marzo, la fecha emblemática de lucha por los derechos de las mujeres.
Tengo la sensación de que el movimiento feminista ha logrado convertirse en uno de los diques más potentes para parar la marea de conservadurismo y autoritarismo que recorre, como aquel fantasma, el mundo. Por eso las derechas en especial la más ultra le tienen tanto pánico al feminismo y actúan en todos los frentes contra las mujeres y sus derechos.
Una declaración institucional por el 8 de marzo, ya habitual, ha sido votada por todos los partidos, excepto PP y VOX. Ha sido en Puerto Real, pero seguro que ha ocurrido en otras muchas instituciones. Políticos, jueces, toda la artillería mediática y todos los trolls de las redes sociales se alían para denigrar, manipular y mentir sobre el feminismo.
Con poco éxito por ahora. Pero no hay que dormirse en los laureles porque el feminismo ha demostrado ser una herramienta poderosa para transformar las sociedades y garantizar que todas las personas, independientemente de su género, puedan disfrutar de los mismos derechos y oportunidades.
Es verdad que, pese a los importantes avances conseguidos (especialmente en determinados países), las mujeres siguen enfrentando numerosos retos, como la brecha salarial, la violencia de género, la falta de representación política o la discriminación en el ámbito laboral.
Y es verdad también, como defiende la mayoría de los colectivos feministas, entre ellos la APDHA, que el feminismo debería seguir avanzando en la interseccionalidad, que reconoce cómo diferentes formas de opresión se entrelazan y afectan a las mujeres de manera diferenciada. Del mismo modo que aboga por la inclusión de hombres y personas no binarias en la lucha por la igualdad de género.
Un feminismo pues interseccional e inclusivo. Que preste atención muy especial a la situación de las mujeres más vulnerabilizadas y su forma de vivir entre los embates del patriarcado. Nos referimos por ejemplo a las mujeres jornaleras, a aquellas que están en prisión, a las trabajadoras sexuales, a las que sufren, pero viven también, en los barrios más empobrecidos, a laspersonas racializadas, a inmigrantes sin papeles o a las personas trans.
El feminismo que defendemos en la Asociación Pro Derechos Humanos-APDHA- es un feminismo para todas las personas, porque defendemos colocar el bienestar de laspersonas y la sostenibilidad de todas las vidas en el centro, dándole la más absoluta prioridad en laorganización social. Queremos acabar con el sistema patriarcal-capitalista que prioriza el beneficio económico por encima de las personas, de sus vidas y de los cuidados que nos debemos.
