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Los hippies de los 80

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Se nos ha casado la Duquesa y nos ha dejado el patio destartalado, pues cómo poder olvidar ese baile a pie de palacio ducal, con gente embobada a ritmo de palmas. Cómo poder olvidar el último salón manga, salida del Colegio de San Felipe Neri, con adolescentes clones del mago de Hogwarts y disfraces caros, aderezados de espaditas impresionantes, pero de filo impotente y niñas vampíricas con corsé, enseñando filones de tetas.



Simultaneaban los raritos, los de mi prole incluidos, con una boda de postín, en la iglesia homónima, con invitados de copete y novia que no vi, porque se me fueron los ojos tras una de las damas que sentada en un poyete, parecía fuera de sitio y digna de ser reina del manga, por su atrevida indumentaria, traje rojo fuego, zapatos ataconados, escote pronunciado, maquillaje superlativo y moño realzado, terminado todo con puñal tatuado , en el antebrazo derecho. Nosotros, los hippies de los 80, hemos parido raritos que consumen manga , en vez de leer a Mortadelo que debe ser padre también , no sé si de la prole de Filemón, porque se han quedado, los dos, infelices, como nosotros , quemados, lastrados y olvidados. Ahora , ya ven las vueltas que da la vida, los que fuimos rabiosos defensores de la libertad patria, de lo prohibido, de leer libros de Mignon, en la trastienda proletaria, esperamos, qué digo, ansiamos, que lleguen los de los radares, los de los escudos y sobre todo los de los euros, que la cosa está muy malita y ya solo queremos trabajar, que nos cuestan un huevo las polladas de los niños y no queremos hipotecar, la casa de nuevo, ni tener que llamar , para pedir dinero, al rasca de papá.

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