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Contra la secularización interna

Son muchas las voces que van denunciando que el aspecto más importante de la crisis de la Iglesia en el Viejo Continente es ?la secularización interna de la Iglesia?, ?la crisis de Dios? entre los propios creyentes...

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Son muchas las voces que van denunciando que el aspecto más importante de la crisis de la Iglesia en el Viejo Continente es “la secularización interna de la Iglesia”, “la crisis de Dios” entre los propios creyentes. Por eso, los teólogos y pastoralistas avisan que junto a las acciones evangelizadoras dirigidas a los alejados deben tomarse medidas para revitalizar la fe de puertas para adentro. Desde la famosa misión de París se descubrió que Europa era tierra de misión y el esfuerzo de los pastores hasta Juan Pablo II ha sido la de que todas las instituciones, personas y acciones estuvieran encaminadas a la misión y reevangelización de Europa.

Hoy, junto a estas urgentes prioridades, se pone de manifiesto que es necesario centrar los esfuerzos en “despertar, avivar y robustecer la vida de fe de los católicos”. Sólo desde la calidad de la fe propia se puede evangelizar a los demás. Todos los grandes misioneros y pastores han sido antes grandes místicos y espirituales. Pensemos en San Pablo, San Juan de Ávila, San Francisco Javier,… Lo que fue en el pasado tiene que seguir siéndolo en el presente y en el futuro para llevar adelante la misión de la Iglesia.

Una de las causas de este debilitamiento de la fe que padecemos está en la falta del ejercicio de la oración. No olvidemos que ésta ha sido definida como la puesta en acto de la fe, y que, si la oración es hija de la fe, a veces son las hijas las que tienen que mantener a sus madres. ¿No valdría, pues la pena que dentro de las actividades programadas por las parroquias y centros pastorales se organizaran actividades para revitalizar el espíritu de oración y conseguir así el robustecimiento de la fe? La deseada renovación no vendrá de planes pastorales de pizarra, sino de la oración incesante, la escucha de la Palabra de Dios y la participación en la Eucaristía. De la unión con Cristo vendrá el futuro.

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