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Andalucía

Analfabeta, viuda y con 70 años, demanda a Bankia por “invertirle” 120.000€ en “productos tóxicos”

Se enteró al tratar de retirar su dinero y decirle el banco que “no se podía”, relata Rafaela Pérez. “Confiaba en el director de ese banco. Como no sé ni leer ni escribir, dejé mi dinero con toda la confianza”. Bankia le concede un préstamo al no llegar a fin de mes y ahora tiene que pagar intereses

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  • Rafaela y su abogado -

El drama de las preferentes ‘acorrala’ con saña a los corazones más humildes. Una historia que se repite día a día, gente a la que las entidades financieras, con poca o ninguna información, les ‘colocó’ en su día un producto como las preferentes, a pesar de que la mayoría eran “clientes de toda la vida”, mayores en muchos casos y sin conocimientos del riesgo que corrían los ahorros de sus vidas.

Este es el caso de Rafaela Pérez Revidiego, una jerezana de 70 años, viuda y madre de tres hijos. Una mujer que toda su vida ha estado trabajando “limpiando escaleras” para sacar adelante a los suyos, sin medios, solamente con su esfuerzo diario. Una mujer que no sabe ni leer ni escribir, ella se define como “una mujer que he sido mártir toda mi vida”. Rafaela cuidó a su marido media vida, desde que a él le tuvieran que amputar ambas piernas cuando apenas tenía esta mujer 40 años.

Una mujer que conoce muy bien lo que es el trabajo duro, lo que es sacrificarse por los demás, por los suyos. Y ahora, tras años de lucha y sufrimiento, sus pequeños ahorros los tiene el banco. Su dinero no lo puede tocar, su dinero está en preferentes un vocablo que hasta hace bien poco Rafaela lo escuchó por primera vez, cuando se acercó a su “banquero” de “toda la vida” y le dijo que ese dinero, su dinero, no lo se lo podían dar.

“Estoy desesperada...toda la vida trabajando, y cuidando a mi familia, de mi marido... me quedé con 40 años con mi marido inválido en sillas de ruedas” afirma con dolor en sus ojos, con dolor en su alma.

Rafaela, como miles de afectados por las preferentes, se siente “engañada” porque “abusaron de nuestra confianza”.  “En mi caso, nunca dudé  de Caja Madrid (ahora Bankia), siempre me dieron préstamos para ir manteniendo mi casa, por ello no dudé cuando les entregué casi 20 millones de pesetas, a raiz de la venta de mi casa donde yo vivía en el campo, muy cerquita de Jerez. Confiaba en el director del banco, era mi banquero. Yo no sé leer ni escribir, pensaba que él me ayudaba, o creía que me ayudaba”. Ahora, cuatro años después su dinero no lo puede tener. “Mi dinero, Bankia no me lo da, sobrevivo con mi pequeña pensión de viudedad de 400 euros que no me llega casi para vivir”.

El 7 de julio de 2009 comenzó su calvario, “comenzó la estafa” subraya su abogado José Luis Ortiz, del gaditano Bufete Ortiz.

Rafaela relata: “Cuando en mi entidad bancaria me dijeron: mira Rafaela tú no te preocupes, con ese dinero  vas a recibir unos intereses .... Yo me sentía muy bien, confiaba en el director de ese banco, yo como no sé leer ni escribir, dejé mi dinero con toda la confianza del mundo... pero empezaron los rumores...y cuando intenté coger mis ahorros me dijeron que no”.

Al respecto, Rafaela Pérez,  comenta su particular infierno, su desesperación. “Cuando insistí al banco que me dieran mi dinero, me decían que no se podía y yo decía ¿pero cómo es posible no coger mi dinero si ese dinero estaba disponible para cogerlo?...y me repetían: yo no puedo dártelo Rafaela, te podemos dar un préstamo”.

En este punto, su abogado apunta que “todo el dinero lo invirtieron en productos tóxicos” ya que “95.000 euros se lo pusieron en productos preferentes y 21.000 euros en dos inversiones de 4.000 y 17.000 euros en deuda subordinada con vencimiento en 2020...es decir, el mismo perro pero con distinto collar, y ahora le han dado un préstamo sobre la garantía total del pasivo, con lo cual todos los ahorros los han fagocitado en dos productos que son muy parecidos, porque la deuda subordinada es convertible en bonos y los bonos en acción pero no es realizable en dinero. Y lo otro es perpetuo, es decir, las preferentes siguen a sus hijos...a sus descendientes, no es vitalicio es perpetuo, es decir esas preferentes tienen vida propia”.

Según informa su abogado, “el valor de aquellos 120.000 euros se han convertido a efectos de cotización  de valor actual en 37.750 euros, un dato que hace pensar”.

Pero la situación de Rafaela no se queda aquí, “ya es la humillación máxima” afirma el letrado.  “Cómo no me llega la pensión (la cual es la mínima de viudedad) para poder terminar el mes, iba todos los meses al banco para que me adelantaran parte de la pensión, pero me decían que tenían que cobrar intereses...por unos días, es decir, me han estado robando hasta mi paga...todo mi dinero”, afirma esta mujer desesperada.

El Bufete Ortiz lleva numerosos casos sobre preferentes. El abogado José Luis Ortiz, experto en el tema, ha ganado varios casos últimamente a favor de los afectados, señala “todos los casos tienen un denominador común: personas de cierta edad, con escaso o nulo conocimientos del mundo financiero, muchos con patologías persistentes, de clase media y que toda su vida han invertido en productos seguros” añadiendo que “de golpe y porrazo, un día los directores de las entidades ,que eran amigos de toda la vida de los afectados, tiraron de los únicos que tienen o tenían algo de dinero en este país que son nuestros mayores”.

En el caso de Rafaela Pérez Revidiego, el gabinete va a presentar una demanda contra la entidad bancaria, en esto caso a Bankia, concretamente Ortiz apunta que “vamos a presentar una demanda de nulidad del contrato de suscripción de preferentes por vicio o error en el consentimiento inicialmente prestado, ya que esta persona, ni sabía lo que compraba ni fue sometida, como es obligatorio, a los preceptivos test de conveniencia que exige la Comisión Nacional de Valores”. Rafaela, como otros miles de afectados por las preferentes, tanto en la provincia como en el resto de España, espera con el alma en vilo poder disponer de su dinero para intentar, tras haber luchado y trabajo toda su vida, descansar en paz. “Yo no pido nada más que lo mío” recalca.

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