El cristianismo

Publicado: 04/05/2015
La dureza de la cerviz nos ha llevado a desmanes en un pasado reciente y quedan resentimientos
Circulan videos en  contra de la Iglesia que contienen verdades pero casi siempre conclusiones falsas. Así lo veo, en virtud de mi afán de escribir por si a alguien puede interesar, y no busco establecer cátedra ni menos hacer prosélitos, que implicaría un modelo que sólo pertenece a Dios. No es fácil confesarse católico en nuestro país sin alardear, que es salida consustancial al hombre. Simplemente afirmo dos hechos: he nacido en esta creencia y, estudiada con objetividad, no he encontrado otra que la supere. Así, los defectos observados pertenecen al hombre, no a la religión, que la creo ordenada a enderezar comportamientos.

 

Es verdad que en un país cristiano se sufren de continuo duros ejemplos mal achacados a la doctrina. Es lo que Cristo llamaba el escándalo, muy  condenado si hiere a inocentes. Dios nos libre de toda riqueza antes de escandalizar desde ella. Estamos bajo el paradigma de la eficacia y de lo rentable y en este marco se ahoga La Caridad si no se defiende con ahínco. Eso tenemos para ser cristianos y no hay más: el bienestar terrenal no se compagina con el de la otra vida y encontrar solución determina el futuro para siempre. Cumplir con el evangelio no es fácil, en eso estamos cuando  andamos de peregrinos. Y heredar una sociedad con sus defectos y establecer el modo de vida desde dentro lo hace aún más difícil.

 

No veo otra conducta humana mejor que la evangélica, que, a pesar de las maldades propias del hombre, conserve siempre una cohesión sobre la naturaleza que mantiene el rescoldo de la verdad trascendente para pasarlo  a la generación siguiente sin mediación de interés material. Un batallón de mujeres y hombres dispuestos a todo “por nada” no lo ofrece más que esta Iglesia a la que pertenecemos unida por el amor de Dios, la Caridad a que aludíamos antes. De un Dios personal que le hizo exclamar a Edith Stein aquí está la verdad y abandonó el judaísmo. En ella y en La Madre de Calcuta están las dos joyas más preciadas de nuestros días, dos Teresas. El que profundice en ellas con su ayuda encontrará la verdad.

 

En la católica España hay una crítica dura en estos momentos y es lógico. La dureza de la cerviz nos ha llevado a desmanes en un pasado reciente y quedan resentimientos. El que no sea capaz de superarlos está faltando a su momento histórico, Dios nos ha de juzgar por ello a no tardar. Me parece frívolo defender a la Iglesia Católica con cifras o con hechos, ¡si no es esa su esencia! Se juzgará con arreglo al Amor y no hará falta más. Es un criterio que está patente en ella, en esto conocerán que sois mis discípulos, y será fácil. Sí es verdad que los obreros son odiosos de rencor y los ricos también por su egoísmo; pero ¿cómo está tu corazón de amor? Sólo eso cuenta, lo demás se ha quedado en tu cuerpo como la camisa de la serpiente. Por el amor seremos juzgados. ¿Tienes amor?

 

Amarse todos parece un objetivo utópico, tanto como la sociedad justa del comunismo. Pero tienen la ventaja ambos de que algo dejan a su paso; el capitalismo nos hubiera diluido sin Marx. Pero el amor es más universal  que la justicia y la contiene. Y más humano. Y más difícil porque no se impone con armas, depende de la voluntad, y ¿hay algo más débil  que la volición? Es motor de la vida inteligente, pero todavía enseñamos los colmillos al comer la presa abatida. El amor sigue siendo lo más noble y la Caridad quiere ser la esencia del evangelio. Por eso conozco a más de uno que confiesa con gozo ser cristiano.

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