El anuncio del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de su intención de firmar “un gran acuerdo” con los empresarios y los sindicatos para establecer un nuevo modelo de crecimiento más productivo y menos especulativo para salir de la crisis se antoja más un gesto de buena voluntad que una realidad tangible. El presidente hizo este planteamiento en el transcurso de un mitin celebrado en Albacete, dentro de los actos de la precampaña electoral de los comicios europeos que se celebrarán el 7 de junio. Y no es que lo que se diga en los mitines deba quedarse sólo en buenas palabras, buenas intenciones, que no se concretan nunca. Lo dicho en esas circunstancias es tan perfectamente válido y creíble como lo manifestado en rueda de prensa tras la celebración del Consejo de Ministros.
El quid de la cuestión está en que va a ser muy difícil sumar esfuerzos cuando los intereses de unos y otros son absolutamente contrapuestos. Es probable que empresarios y sindicatos se presten a firmar “un gran acuerdo” y a “sumar” su firma al documento, pero es muy difícil -empleando una expresión optimista- que el presidente Zapatero consiga un nuevo modelo de crecimiento menos especulativo y más productivo. El dinero, y es algo que no debería siquiera comentarse, no entiende de solidaridad, de sumar esfuerzos, de educación y de protección social. No ha entendido en el pasado y no lo va a hacer, por mucha buena voluntad que se ponga en el intento.
El dinero busca en estos momentos y lo va a seguir haciendo (con o sin crisis) el que Zapatero llama “el camino fácil”, que se traduce en aprovechar la coyuntura, que no podría ser mejor, para plantear lo que eufemísticamente llama ‘reforma laboral’ que no es más que una ‘limpieza laboral’, entendiendo por ello un abaratamiento del despido para prescindir de los sueldos más altos y sustituirlos -sin crear ni un sólo puesto de trabajo más- por otros más baratos y con contratos con menos prestaciones sociales. Bien pensado, mejor que no se firme acuerdo alguno, porque en estos ‘grandes pactos’ de tener que ceder y perder, siempre ceden y pierden los mismos.