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Corruptos

Todo esto recuerda a aquella letra de flamenco que decía: “A mí me preguntó un juez/que de qué me mantenía/yo le dije que robando/como se mantiene usía,/¡pero yo no robo tanto!

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El desfile de buenas personas y gestores ejemplares por los tribunales de España (parece que es en lo único en que queda un rasgo común nacional), nos ha dejado un total de 7.140 personas detenidas en España en la pasada legislatura (2012-2015) por 3.255 delitos de corrupción conocidos. Más de 7000 tocados por acciones judiciales de diversa índole durante sólo una legislatura está última de Rajoy, que sólo en casos de corrupción parece que ha sido próspera. Un desfile de presuntos malhechores amantes de esquilmar lo que es de todos que sin embargo, deja más la sensación de que la justicia no va a ningún lado y que según qué encausados tiene dos velocidades y firmeza diferente; jueces que hostigan a sindicalistas, a artistas, a jóvenes que protestan, con fiscales que se ponen muy dignos y muy duros contra actores de títeres, pero desintegran el papel de la acusación pública ante una infanta; con jueces que dejan en libertad sin cargo a Rato el mismo día que seis directivos de un Banco chino sí son enviados a prisión. Todo esto recuerda a aquella letra de flamenco que decía: “A mí me preguntó un juez/que de qué me mantenía/yo le dije que robando/como se mantiene usía,/¡pero yo no robo tanto!  La cuestión es que seguimos esperando/queremos un país del siglo XX, no un país que sigue funcionando (mal) con  estructuras arcaicas y anquilosadas; esperando una cultura y una educación democráticas, que tienen que llegar en las escuelas, pero que ninguno de los partidos gobernantes se ha molestado en enseñar, como si esto fuera también otra norma de la sacrosanta Transición (ya se sabe, transacción en realidad); y lo peor es que en la cabeza de muchos y muchas ronda la idea que gente ejemplar como una infanta, por ejemplo, o un banquero, un directivo, un sacerdote…, no pueden sentarse en el banquillo de los acusados, o también otro clásico del pensamiento podrido: que si estos que están gobernando ya han robado, mejor que no vengan otros que querrán robar también; dos muestras solo  de estigmas decimonónicos de una España que si Machado la observara y versara, estaría más decepcionado aun que con la de su tiempo. Aquí quedan muchos (azuzados por medios de comunicación irresponsables), que tras la llegada de aire fresco de los movimientos populares y nuevas fuerzas políticas emergentes a las  instituciones (previo pago, por cierto, de más votos que los que necesitan los grandes partidos),  que todavía piensan, como denunciaba aquella canción de Jarcha “que este país necesita/palo largo y mano dura/para evitar lo peor”, y así nos va, cuando hasta el mismísimo ministro del Interior desde la más absoluta irresponsabilidad no condena, sino todo lo contrario, que se acose y agreda a un concejal electo… Así, entre unos y otros, se trata de azuzar el miedo y el odio, abonando unas elecciones anticipadas en las que volvamos al abismo, todo muy de derechas, pero, olvidando que las consecuencias nunca se pueden controlar, aunque  al fin y al cabo, es lo que los cavernarios pretenden siempre, que acabe habiendo follón, para cortar por lo sano.

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