La sexualidad existe desde que nacemos hasta que morimos, y muchas personas ni se plantean que es legitimo mantener una vida sexual satisfactoria en la vejez con pleno derecho a obtener intercambio y placer sexual.
Del mismo modo, ni la sociedad y ni tan siquiera los profesionales sanitarios sabemos hablar ni atender este área. En demasiadas ocasiones no hacemos preguntas abiertas, y en otras el o la paciente no manifiestan una necesidad por vergüenza o por miedo. Parte del problema es que la sociedad divulga la idea de eterna juventud y de que la sexualidad es solamente para personas jóvenes y que gozan de mucha salud, sin plantearse el beneficio psicológico que aporta esta necesidad básica de dar y recibir afecto a través de una relación sexual.
La percepción de que las personas mayores son más bien un producto del rol social que se les impone. En nuestra cultura los ancianos y las ancianas son percibidos de forma negativa y parte de culpa la tiene la idealización de la juventud, donde se resaltan las características de los adolescentes y los adultos y adultas jóvenes. Ser joven es ser bello.
Es frecuente encontrarnos en la consulta algunas personas de edad madura que sienten culpa o “anormales” cuando hablan de sus deseos o necesidades sexuales, y que por ello se ven obligadas a no pensar en su cuerpo como posible fuente de satisfacción. A medida que se avanza en edad la actividad sexual decrece, pero esto no significa inactividad.
El desconocimiento, la presión, el miedo y la vergüenza pueden llevar a la creencia de que tener pensamientos o deseos sexuales a cierta edad es cosa “de viejo/a verde” o una “inmoralidad”, sin pensar que sólo se trata de una percepción sociocultural que nada tiene que ver con las necesidades de las personas.
Otra idea que no ayuda en nada a la actividad sexual en las personas mayores es la creencia de que sin coito no hay sexo. La sexualidad no puede ni debe limitarse a una sola práctica sin tener en cuenta otras conductas, como juegos, palabras, fantasías, imágenes, actitudes o prácticas.
La sexualidad y la erótica en la vejez siempre han estado cargadas de mitos y prejuicios.
Cierto que en esta etapa se producen una serie de cambios físicos, en la mujer generalmente la vagina se vuelve menos elástica, hay mayores dificultades para lubricar, y el ritmo de la fase de excitación disminuye; en el hombre, varían las erecciones de forma que puede hacerse más lenta la fase de excitación y con ella la erección, y es evidente también que concurren una serie de cambios físicos que van a influir sobre la erótica, así por ejemplo, el cuerpo es menos ágil, se pierde vista y oído, el aspecto físico varía porque puede escasear el cabello, o se vuelve canoso, hay más tendencia a engordar, y son inevitables la presencia de arrugas y las enfermedades se hacen más frecuentes.
La palabra erótica hace referencia a la personificación del amor en todos los ámbitos de la vida, a lo que nos mueve para hacer las cosas con pasión y con entusiasmo. Se puede vivir de forma intensa potenciando esos momentos que nos proporcionan placer, y a pesar que desde siempre se atribuye el concepto de erotismo a todo lo relacionado con la sexualidad. Precisamente es aquí el primer sitio donde se va desvaneciendo lo erótico, y es frecuente que existan parejas mayores con una escasa presencia erótica en su vida sexual, convirtiéndose en una monotonía.
Sin embargo, es importante destacar que en esta etapa de la vida existen una serie de factores que suponen una ventaja con respecto a otras etapas, y que hacen que muchas ancianas y ancianos puedan vivir su sexualidad con más plenitud que en épocas anteriores.
Para las mujeres la llegada de la menopausia supone una liberación de la preocupación de un embarazo no deseado. En cuanto al hombre, al hacerse más lenta la fase de excitación de la respuesta genital masculina, suele existir menos prisa y presión por llegar al orgasmo y, por ello, muchas parejas de ancianos dedican más tiempo a las relaciones. Se podría decir que para algunas personas mayores en la etapa en la que se dedica más tiempo y cuidados para hacer el amor.
Por otro lado, una relación de pareja íntima y positiva, a veces con años de convivencia, buenas relaciones y confianza, puede llevar a una mayor desinhibición en las relaciones eróticas a una mayor capacidad para comunicar gustos y necesidades, es posible que con los años y la experiencia, la pareja cree sus propias formas de expresión erótica, por ejemplo que hayan inventado caricias, formas de tocarse o besarse, palabras, ritos o juegos específicos de los que ambos disfruten.
También es posible que hayan aprendido a complacer y a complacerse, conozcan su cuerpo y el cuerpo de la otra persona. Así, las parejas pueden haber encontrado otras formas de relación que les satisface y les hace felices.
La vejez es una etapa idónea para practicar caricias y ampliar el abanico de artes eróticas al existir más tiempo disponible y en muchas parejas de más intimidad, ya que a estas edades los hijos e hijas ya han abandonado el hogar.
Por otra parte, aparte de lo sexual, el erotismo puede significar multitud de actividades que realizamos de forma apasionada, como puede ser escribir poesía para el ser amado, bailar con tu pareja, compartir momentos con tu pareja, con tus amigos e incluso trabajar en aquello que te gusta junto a la persona que amas.
Podríamos decir que el órgano erótico por excelencia es el cerebro. Si se piensa que la sexualidad puede aportar felicidad toda la vida será más probable encontrar en cada etapa formas de expresión que les haga felices y satisfaga, dependerá de la información y la educación que se reciba al respecto. Así, las personas que asuman que la sexualidad sólo acaba al final de la vida, tendrán más oportunidades de disfrutarla e
Del mismo modo, ni la sociedad y ni tan siquiera los profesionales sanitarios sabemos hablar ni atender este área. En demasiadas ocasiones no hacemos preguntas abiertas, y en otras el o la paciente no manifiestan una necesidad por vergüenza o por miedo. Parte del problema es que la sociedad divulga la idea de eterna juventud y de que la sexualidad es solamente para personas jóvenes y que gozan de mucha salud, sin plantearse el beneficio psicológico que aporta esta necesidad básica de dar y recibir afecto a través de una relación sexual.
La percepción de que las personas mayores son más bien un producto del rol social que se les impone. En nuestra cultura los ancianos y las ancianas son percibidos de forma negativa y parte de culpa la tiene la idealización de la juventud, donde se resaltan las características de los adolescentes y los adultos y adultas jóvenes. Ser joven es ser bello.
Es frecuente encontrarnos en la consulta algunas personas de edad madura que sienten culpa o “anormales” cuando hablan de sus deseos o necesidades sexuales, y que por ello se ven obligadas a no pensar en su cuerpo como posible fuente de satisfacción. A medida que se avanza en edad la actividad sexual decrece, pero esto no significa inactividad.
El desconocimiento, la presión, el miedo y la vergüenza pueden llevar a la creencia de que tener pensamientos o deseos sexuales a cierta edad es cosa “de viejo/a verde” o una “inmoralidad”, sin pensar que sólo se trata de una percepción sociocultural que nada tiene que ver con las necesidades de las personas.
Otra idea que no ayuda en nada a la actividad sexual en las personas mayores es la creencia de que sin coito no hay sexo. La sexualidad no puede ni debe limitarse a una sola práctica sin tener en cuenta otras conductas, como juegos, palabras, fantasías, imágenes, actitudes o prácticas.
La sexualidad y la erótica en la vejez siempre han estado cargadas de mitos y prejuicios.
Cierto que en esta etapa se producen una serie de cambios físicos, en la mujer generalmente la vagina se vuelve menos elástica, hay mayores dificultades para lubricar, y el ritmo de la fase de excitación disminuye; en el hombre, varían las erecciones de forma que puede hacerse más lenta la fase de excitación y con ella la erección, y es evidente también que concurren una serie de cambios físicos que van a influir sobre la erótica, así por ejemplo, el cuerpo es menos ágil, se pierde vista y oído, el aspecto físico varía porque puede escasear el cabello, o se vuelve canoso, hay más tendencia a engordar, y son inevitables la presencia de arrugas y las enfermedades se hacen más frecuentes.
La palabra erótica hace referencia a la personificación del amor en todos los ámbitos de la vida, a lo que nos mueve para hacer las cosas con pasión y con entusiasmo. Se puede vivir de forma intensa potenciando esos momentos que nos proporcionan placer, y a pesar que desde siempre se atribuye el concepto de erotismo a todo lo relacionado con la sexualidad. Precisamente es aquí el primer sitio donde se va desvaneciendo lo erótico, y es frecuente que existan parejas mayores con una escasa presencia erótica en su vida sexual, convirtiéndose en una monotonía.
Sin embargo, es importante destacar que en esta etapa de la vida existen una serie de factores que suponen una ventaja con respecto a otras etapas, y que hacen que muchas ancianas y ancianos puedan vivir su sexualidad con más plenitud que en épocas anteriores.
Para las mujeres la llegada de la menopausia supone una liberación de la preocupación de un embarazo no deseado. En cuanto al hombre, al hacerse más lenta la fase de excitación de la respuesta genital masculina, suele existir menos prisa y presión por llegar al orgasmo y, por ello, muchas parejas de ancianos dedican más tiempo a las relaciones. Se podría decir que para algunas personas mayores en la etapa en la que se dedica más tiempo y cuidados para hacer el amor.
Por otro lado, una relación de pareja íntima y positiva, a veces con años de convivencia, buenas relaciones y confianza, puede llevar a una mayor desinhibición en las relaciones eróticas a una mayor capacidad para comunicar gustos y necesidades, es posible que con los años y la experiencia, la pareja cree sus propias formas de expresión erótica, por ejemplo que hayan inventado caricias, formas de tocarse o besarse, palabras, ritos o juegos específicos de los que ambos disfruten.
También es posible que hayan aprendido a complacer y a complacerse, conozcan su cuerpo y el cuerpo de la otra persona. Así, las parejas pueden haber encontrado otras formas de relación que les satisface y les hace felices.
La vejez es una etapa idónea para practicar caricias y ampliar el abanico de artes eróticas al existir más tiempo disponible y en muchas parejas de más intimidad, ya que a estas edades los hijos e hijas ya han abandonado el hogar.
Por otra parte, aparte de lo sexual, el erotismo puede significar multitud de actividades que realizamos de forma apasionada, como puede ser escribir poesía para el ser amado, bailar con tu pareja, compartir momentos con tu pareja, con tus amigos e incluso trabajar en aquello que te gusta junto a la persona que amas.
Podríamos decir que el órgano erótico por excelencia es el cerebro. Si se piensa que la sexualidad puede aportar felicidad toda la vida será más probable encontrar en cada etapa formas de expresión que les haga felices y satisfaga, dependerá de la información y la educación que se reciba al respecto. Así, las personas que asuman que la sexualidad sólo acaba al final de la vida, tendrán más oportunidades de disfrutarla e
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