Qué tipo de armonía se debe usar para hacer la canción de este barco con hombres de poca niñez”. Silvio Rodríguez confiaba a la inspiración de sus amigos músicos el mayor ensalzamiento de aquella vanguardia que subvirtió el orden establecido en la Cuba de Batista, desembarcando furtivamente en Playa Girón y adentrando su ansia revolucionaria por Sierra Maestra. En esas estamos ahora en Jaén, en la sublimación del movimiento, salvando las distancias invertidas entre aquel proceso híper ideologizado y este pretendidamente desideologizado, a propósito de la segunda manifestación convocada por la plataforma “Jaén Merece Más”. Año 2017, un día 17, seis meses más tarde, de plaza a plaza, de Jaén por la Paz a la Constitución, Paseo de la Estación arriba. La ciudadanía que paseaba el mediodía de ayer su rebeldía cívica por el centro de Jaén –unas 5.000 según la policía local, justo el doble a decir de la organización-, en efecto, buscaba armonizar su discurso, su canción, su himno, hasta darle coherencia y empaque desde la simplicidad: que Estado, Junta, Diputación y Ayuntamiento unifiquen criterios para invertir más en Jaén. Hasta ahí, todos de acuerdo. Fuera del “todos a una” en la defensa de las ayudas europeas al aceite de oliva –las pancartas de “Todos a Una por Linares” tampoco faltaron ayer en la capital-, en Jaén protestamos tan poco, tan de tarde en tarde, que no resulta extraño empezar desafinando. Constituye un hecho de especial relieve en el contexto de la crónica del año que se nos va la constatación fehaciente del calado del movimiento de indignación colectiva nacido del maltrato histórico que las administraciones públicas dispensan a esta tierra. Una más que merecida adhesión personal, pues, desde el convencimiento pleno en la legitimidad de las demandas. Ahora bien, para reclamar con más fuerza, más eco, más eficacia, cuantas más voces auténticamente representativas, mejor que mejor. A qué viene, entonces, la urticaria que provoca entre la comisión permanente de “Jaén Merece Más” la hipotética incorporación a la plataforma de determinadas organizaciones políticas y sindicales, a partir de un precepto fundacional harto cuestionable. Asociaciones patronales, empresariales, sí, también grupos vecinales y culturales, sin ningún problema, pero partidos políticos y sindicatos de clase, tan expertos –colegirían en su día los promotores - en manipular a las masas, en prometer mucho y luego allanarse a las órdenes de la jerarquía, bajo ningún concepto. Sin embargo, en la génesis del movimiento, en su sustrato, resulta innegable, se coló de rondón, el influjo indirecto de Ciudadanos, y no solo me refiero a los primeros pasos de la ex dirigente vecinal María Cantos, hoy felizmente fichada por la formación naranja, sino de una suerte de antipolítica que atribuye todos nuestros males en materia de desarrollo socioeconómico al sistema de partidos, a la partitocracia como suelen denominarlo algunos concomitantes. Otra presencia destacada ayer, nada casual, avanzada públicamente con suficiente antelación, a título individual, la de Javier Márquez, el alcalde capitalino del PP, que como todos sabemos empatiza tan poco con el aparato de su partido, es decir, con el oficialismo demoyista, que el debate sobre su futuro político se reduce al cara o cruz de continuar con otras siglas o irse a su casa. ¿Imaginan a Cuqui y Cantos compartiendo candidatura en mayo de 2019? Tan poca niñez en política mereciera la oportunidad de una operación partidista que fundiese el espíritu de la protesta, del victimismo enfáticamente jaenita, en una lista electoral que se constituyera en tercera vía, y que no es nada nuevo bajo el sol de Jaén porque viene enseñando la patita en esta ciudad en forma de escisión indescifrable desde que la mayoría social agrupada en torno al PP se empezara a resquebrajar. Con todo, no parece muy serio juntar un día a los portavoces parlamentarios en Las Cinco Llagas para a continuación, menos de un mes después, reafirmarse en prejuicios excluyentes. Aquí, la verdad, donde cada vez quedamos menos, entérense lo más duros de mollera, no puede sobrar nadie, ni siquiera ellos, llegado el caso. Cabiendo todos en el barco, sin vetos de partida, la regeneración del establishment, canción y armonía, verdadero himno de la alegría, sonará plausible porque estará más cerca que nunca de su consumación. “Bella ciudad de luz que tienes cuando miras, el corazón y el sol rendido a tus pastiras. Sultana, tú, mujer, que al despertar un día, se hizo clavel del amor, al son de Andalucía. ¡Viva Jaén!”. El Canto a Jaén de Cebrián y Mendizábal como corolario. O sea.
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Un canto a la antipolítica
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