Parece que fue ayer, cuando ese 26 de agosto, te cogí en brazos por primera vez. Parece que fue ayer, cuando no parabas de llorar noche tras noche, en nuestra casa de Sevilla, y tu madre te paseaba por la casa para calmarte. Recuerdo cada fiesta del colegio, cada carnaval, cada acampada con el colegio. Y han pasado 15 años. Casi 16.
Todavía recuerdo los debates con tu madre para elegir colegio. No coincidíamos en las preferencias, pero afortunadamente ni la suya ni la mía fueron la primera opción. Y cómo nos alegramos ahora, unos años después, que esa opción fuese Platero. Porque allí encontraste a tus mejores amigos y amigas, que han sido parte de tu apoyo estos años. Y al mejor profesorado posible. Entre todos, y sin olvidar a tus abuelos, hemos conseguido que hayas llegado hasta aquí. Y ahora, como decían tus compañeros en su discurso la semana pasada en la graduación, ahora empieza lo mejor. Las mejores historias y las mejores aventuras están por llegar.
Siempre lo hemos estado, pero el pasado jueves, nos hiciste sentir el padre y la madre más orgullosos. Porque hemos visto cómo te has superado, porque hemos visto cómo te has esforzado, porque hemos visto cómo has conseguido aquellas metas que te has propuesto: teatro en inglés y en francés, vídeos, sacar los exámenes… Pero, es más especial ver que tus compañeros y tus compañeras te quieren, te apoyan, te respetan. Buena hija, buena hermana, buena amiga, buena nieta…
Hay que seguir superando metas. Pero no tengas miedo. Siempre estaremos cerca, aunque no te des cuenta. Y seguro que superarás todos los retos que te propongas. En cada etapa. Serás lo que te propongas. Y ahí estaremos, como espectadores de lujo, tus hermanos, tu madre y yo, para disfrutar al verlo. Probablemente, en ocasiones, el mundo te va a decir que seas como otras personas. No lo escuches, tu eres especial y única. Muéstrate al mundo tal como eres, no escondas nada de ti porque eres la mejor persona que el mundo que conocemos.