En tan solo 50 minutos, con Feliciano cojeando ostensiblemente, Nadal liquidó el duelo fratricida. La primera comparecencia del toledano en un Masters 1000 acabó con gesto de dolor para Feli, que contrariado se disculpó ante Rafael. “Lo siento, pero es que no podía ni poner el pie en el suelo”, le dijo en la red al abandonar.
El público de la central del Estadio Qi Zhong acabó con más hambre de tenis después de tan corto aperitivo, y Nadal tuvo que lanzar bolas a los aficionados para contentarlos. El espectáculo de esta semifinal fue corto, si se compara con el tremendo duelo que protagonizaron Davydenko y el serbio Novak Djokovic en la otra, con victoria del ruso por 4-6, 6-4 y 7-6 (1) en tres horas y dos minutos de trepidante tenis.
En una ocasión como ésta, Feli no pudo dar lo mejor de sí. Ganó una sola vez su servicio y lo cedió cuatro veces. Solamente se apuntó nueve puntos con su saque, y se vio empujado a la línea de fondo por los golpes de Nadal, muy sobrado durante el corto enfrentamiento.
Feliciano fue atendido al acabar el primer set. Le vendaron el pie derecho y le suministraron un calmante, y pudo continuar, pero sin ofrecer mucha resistencia a Nadal. Tras encajar el 3-0 en el segundo, el toledano decidió retirarse para convertirse en el noveno jugador que abandona lesionado este torneo.
Nadal, con 61 victorias esta temporada, llegará fresco a la final de mañana, su séptimo enfrentamiento con Davydenko, con 4-2 para el de Manacor, que venció el último este año en Barcelona (tierra batida) y que también salió airoso del que mantuvieron en este mismo escenario del Estadio Qi Zhong hace tres años, durante la Copa Masters. El español perseguirá el sexto título esta temporada y su cuarto Masters 1000 después de los de Indian Wells, Montecarlo y Roma.
El de Manacor inviritó en los dos últimos partidos dos horas y 26 minutos, teniendo en cuenta que el croata Ivan Ljubicic también se le retiró el viernes por lesión. Davydenko ha necesitado justamente cinco horas para gestionar los dos suyos, y ayer acabó su maratón notablemente cansado, aunque algo menos que su rival, que venía de ganar el torneo de Pekín la semana pasada.
“Estoy disgustado porque creo que he jugado un gran partido, pero en resumen estas dos semanas han sido formidables para mí”, dijo un escueto Djokovic, que el lunes recuperará la tercera plaza en la lista mundial, y que molesto por la derrota apenas concedió treinta segundos de conferencia de prensa. “Ganó porque jugó mejor”, expresó lacónicamente sobre su rival. Davydenko reconoció que su físico fue mejor que el de Djokovic. “Creo que estaba muy cansado del partido de ayer, aunque también el mío fue largo, pero creo que cuando él pierde mucha energía no puede jugar al cien por cien en el tercer set. También cometió muchos errores y perdió concentración”, dijo el ruso.
Nikolay bromeó con una periodista que le comentó que quizás el hecho de no ser un hombre atractivo le había hecho centrarse más en su tenis. “Quizás aquí en China no lo sea, pero sí en Rusia, y ahí está mi mujer (Irina) para confirmarlo”, dijo. “Ella me ayuda mucho y yo necesito su ayuda. Esta semana no he tenido a mi entrenador conmigo (su hermano Edouard) pero mi esposa es mi mejor seguidor. Y ha sido muy importante en este partido”, añadió.
Una derecha cruzada, besando la línea lateral, puso fin a la guerra entre Davydenko y Djokovic, la misma batalla que se dio el pasado año en la final de la Copa Masters, con triunfo del de Belgrado, que también se había impuesto al moscovita en la primera fase de esta competición, que se disputó en el estadio Qi Zhong.
Venganza pues de Davydenko, un jugador temido por su constancia y juego machacón, exento de la belleza de otros tenistas pero con perfiles de auténtico obrero, incansable a la desesperación. Y parón de Djokovic, ganador la semana pasada del torneo de Pekín, y el segundo más popular entre los aficionados chinos, después de Nadal.