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Notas de un lector

Safo, néctar entremezclado de alegrías

Safo da cuenta de la breve obra que se conserva de la escritora helena, pues parece que fueron nueve libros los que conformaron su corpus lírico

Publicado: 19/05/2020 ·
00:12
· Actualizado: 19/05/2020 · 00:12
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Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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En 2003, Luzmaría Jiménez Faro daba a la luz un esmerado volumen con los poemas de Safo (Isla de Lesbos, siglo VII a. C.). Diecisiete años después, y en el mismo sello, la poetisa griega vuelve a cobrar protagonismo gracias a la renovada edición de Aitor Boada Benito. En versión bilingüe, “Safo” (Colección Torremozas. Madrid, 2020) da cuenta de la breve obra que se conserva de la escritora helena, pues parece que fueron nueve libros los que conformaron su corpus lírico.

Además de verter al castellano cuanto queda desus versos, Boada Benito se ha encargado de completar un jugoso apéndice y una reveladora introducción, en la cual apunta: “La añoranza y la familia y la condición humana resuenan con una belleza y una sencillez admirables en estos fragmentos. De corto aliento y de una profundidad cautivadora, es necesario rescatar ahora una voz siempre rica y vibrante, que sentía la soledad de la contemplación de una luna desapercibida y giraba al ritmo de un mundo que intentaba comprender continuamente”.

No existen muchos datos biográficos de Safo. Mas sí es sabido que alentó y dirigió un círculo literario llamado La Casa de las servidoras de las Musas, formado por chicas jóvenes pertenecientes a la aristocracia de la isla. Al par de las tareas domésticas que allí podían aprenderse, se alentaba la educación en la lírica y en la representación artística. “Las relaciones eróticas con sus discípulas convirtieron a Safo en objeto de burlas y rumores de comediógrafos e imaginación popular, hasta el punto de relacionarse a las mujeres de Lesbos con la sexualidad incontrolable, el comportamiento indisciplinado y las relaciones homosexuales”, anota en su prefacio el propio antólogo. Tal leyenda ha acompañado su vida y su decir a los largo de los siglos. Del mismo modo, el mito de que se suicidó desde la roca del Léucade por el amor no correspondido de Faón, sigue latente, y así fue representada por distintos y distinguidos pintores europeos del siglo XIX.

     Sin duda que Safo fue una figura tan admirada como controvertida: “Dicen unos que nueve son las Musas. Qué negligencia. Que sepan que la décima es Safo la de Lesbos”, escribió Platón. Por otra parte, Pólux recordaba que “los mitilenios acuñaron moneda con la efigie de Safo”, mientras Taciano la consideraba“una mujerzuela ninfómana y prostituida que canta su propia lujuria”.

Claro que la autora griega supo defender su identidad y su íntimo territorio con la contundencia de su verso y el rigor de su quehacer: “Que vientos y dolores arrastren/ a quien me critica”.

    Por fortuna, hoy día, nos quedamos con la perdurabilidad de su discurso y el fulgor de su palabra: “Ven aquí, hasta mí, desde Creta a este templo/ puro, donde en tu honor hay una arboleda/ de manzanos y altares humeantes/ de incienso./ Aquí murmura el agua fresca a través de las ramas,/ los rosales dan sombra a todo el jardín;/ de las hojas, mecidas, un sueño profundo/ se desprende (…) Ven aquí, Cipria, y con cuidado/ escancia en copas doradas néctar entremezclado/ de alegrías”.

     El volumen se completa con el citado apéndice, que ofrece un notable muestrario de la percepción y representación de Safo en el siglo XIX a través de distintas autoras como Amparo López del Baño y Alfaya, Carolina Coronado, Rogelia León, Mercedes de Velilla, Josefa Ugarte, Eduarda Moreno y Mercedes Matamoros.    

 

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