Juan Coello Cruz es el presidente y director de la Sociedad Benéfica e Instructiva de Previsión Social Centro Obrero, que el 19 de octubre cumplió 125 años de vida. Sucedió a su padre, Juan Coello Sánchez, quien desarrolló una importante labor en el seno de la sociedad benéfica, que le valió el nombramiento como Hijo Predilecto de San Fernando, además de la dedicatoria de una plaza, junto al centro educativo y de formación. La sociedad celebra su 125 aniversario y con motivo de esta efeméride se valora lo realizado y el futuro.
—¿Qué supone para el Centro Obrero cumplir 125 años?
—Creo que es una satisfacción muy grande para nosotros y también para la ciudad porque nos ha apoyado muchísimo y para mi en particular, porque mi padre entró aquí en 1940, el año en el que nací, y cuando yo tenía un año tenía un año ya correteaba por el centro. Para mí es una gran satisfacción haber conocido los 100 años y ahora estos 125.
—¿Qué actos piensan celebrar para conmemorar esta efeméride?
—Acabamos de clausurar una exposición de belenes y a partir del 19 de este mes vamos a poner una exposición con todos los premios del certamen de pintura que convocamos cada año y desde el año 1990 hasta 2009. En la primera semana de diciembre habrá otra exposición y para final de año contaremos con una conferencia que anunciaremos en breve. Esperamos la respuesta del público.
—¿Cree que la ciudad es consciente de la labor desarrollada en estos 125 años?
—Creo que sí por la gran cantidad de alumnos que han pasado, con alumnos de todas clases, algunos becados por Bazán y otros por la Constructora, cuando existía. Alumnos formales y corrientes vinieron desde Sevilla para administración de empresas. Y el año pasado y este año, me da una alegría grande verlos, están viniendo alumnos antiguos, que ya son de mi edad para dar clases de informática. Esto quiere decir que todavía tienen en su corazón el Centro Obrero.
—El Centro Obrero nació en una etapa importante en la sociedad española donde la educación se veía muy necesaria
—El nacimiento del Centro Obrero supuso el esfuerzo de muchísima gente. En la época de mi padre funcionaba todo muy bien, eran otros tiempos y no tenía que competir con nadie, ahora son otros tiempos y hay que competir con otras academias. Este año estamos compitiendo con la crisis, aunque no nos podemos quejar, vamos bien incluso sin una subvención de nadie. Hay personas que están trabajando fuera de San Fernando y cuando pasan por San Fernando vienen al Centro Obrero para ver el sitio y la clase en la que estuvo.
—Y lógicamente, han tenido que ir adaptándose a los cambios sociales y educativos en este tiempo, ¿no es así?
—Antiguamente lo que había eran las clases de Aritmética, la Geometría, la Gramática y la Ortografía, etc. Ahora se abunda en la mecanografía, la normal para oposiciones, y la que se practica en el ordenador. Lo que no varía es el dibujo artístico y la pintura en sus distintas manifestaciones y técnicas. Para la pintura vienen personas mayores también. Aquí preparamos para patrón de barco, en administración de empresas e incluso hemos incorporado clase de manualidades. Además de clases de apoyo para niños de Primaria y Secundaria.
—Y en cuanto a las clases, ¿mixtas o por sexos?
—Yo conocí a mi mujer en el Centro Obrero, entonces antes de que hubiera la igualdad de la que hoy se habla tanto, ya aquí existían las clases con niños y niñas y de aquí han salido muchos noviazgos, como el mío.
—Estamos ante un centro con muchas distinciones, pero sin embargo echan en falta la del Mérito en el Trabajo para Juan Coello Sánchez, como también denunció el doctor Revuelta Soba en la apertura de curso.
—Eso fue una lucha constante. Mi padre me decía que no me metiera en ese lío, pero no paré. Salió positivo por el Ayuntamiento, por la Delegación Provincial de Cádiz, por el Ministerio de Trabajo, sin embargo no se la dieron. Volvimos a reclamarla y le escribimos a Chaves, entonces Ministro de Trabajo quien nos dio fecha de entrega en la onomástica del Rey, pero no se hizo nada. También llegamos a contactar con Javier Arenas, pero no llegó la medalla.
—¿Qué camino le queda al Centro Obrero después de estos 125 años?
—Pienso que mientras nos dé vida el Altísimo a los que estamos aquí seguiremos luchando para que continúe, luego no sabemos. Lo bueno que tiene esto es que el inmueble es propiedad de la sociedad y eso evita el pago de alquileres o rentas. Mientras los alumnos nos sean fieles, y de momento lo son, nosotros seguiremos adelante.
—¿Persiste el carácter benéfico de la sociedad?
—Sí, siempre. Antes para el Grupo Empresa Bazán, que contribuían con 40 euros todos los meses, para que acudieran alumnos que lo necesitaban. También becaba el Ayuntamiento.
—¿Algo más que añadir?
—La sociedad isleña debe seguir confiando con el Centro Obrero, porque nosotros trataremos de ponernos al máximo nivel en la enseñanza y siempre estamos con las puertas abiertas para todo el que quiera venir. Hasta ahora la sociedad isleña ha sabido valorar la oferta y aportación del Centro Obrero y esperamos que siga así durante muchos años, porque no le fallaremos.