Hay una película que narra un viaje de dos lideres políticos enfrentados durante treinta años y que van camino de un acuerdo obligados por la presión internacional al más alto nivel y el cansancio de la mucha sangre vertida en Irlanda del Norte. El viaje (The journey) cuenta el encuentro entre el reverendo Ian Paisley, legendario jefe irlandés unionista (con el Reino Unido) y un histórico exdirigente del IRA (partidario de la unificación de Irlanda), Martin McGuinness. Dos enemigos irreconciliables se unen a regañadientes para lograr el final de la violencia con los Acuerdos de Viernes Santo de abril de 1998. Llegaron a compartir gobierno. Casualidades de la política hacen que el relevo presidencial norteamericano cambie la posición sobre Irlanda del Norte y su repercusión en el Brexit, sobre la permeabilidad de la frontera irlandesa que garantizaban los acuerdos entre la UE y el Reino Unido. La nueva administración se solidariza porque los acuerdos los auspició Clinton y por la ascendencia irlandesa del nuevo presidente, el católico Biden. Boris Johnson está en apuros, porque ley de comercio que ha enviado al parlamento lo pone todo en peligro.
“La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres” escribe Hannah Arendt y Karl Popper que existe democracia cuando “los gobernados pueden librarse de los gobernantes sin baño de sangre”. Pluralidad, sin sangre. A partir de ahí todos los acuerdos son posibles para conseguir el buen funcionamiento de un gobierno constitucional. La enorme escandalera -hipócrita- que se ha organizado porque dos grupos parlamentarios -uno independentista y otro que es sustentado por algunos de los que apoyaron en el pasado la lucha armada terrorista- voten en contra de rechazar la tramitación de los presupuestos de España, que la derecha viene obstaculizando, con esos grupos, desde inicios de 2019, dejaría estupefactos a los que firmaron los acuerdos de paz. La reina Isabel II recibió a McGuinness, que abandonó el parlamento para no jurarle lealtad y había dicho “Llevo 40 años orgulloso de haber sido miembro del IRA” -asesinos de su pariente lord Mountbatten-, al príncipe Carlos -de 72 años, esperando trono- que estrechó la mano de Gerry Adams, como Mandela, y a Biden que recibió a ambos, como Obama, los Clinton o Blair. ¿Milagro de San Patricio, patrón de Irlanda? No, “¡Así se hace la paz!” dijo un dirigente británico desde el sur de España.