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Arcos

“Me gusta evocar con lirismo espiritual las cosas sencillas”

La escritora arcense Pepa Caro presenta su nuevo libro 'El cuaderno del jardín'

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  • Pepa Caro regresa con ‘El cuaderno del jardín’, una obra elaborada en prosa poética que será presentada el 17 de marzo en el Olivares Veas. -

PEDRO SEVILLA

Con prólogo de José María Velázquez-Gaztelu y fotografías de Diego García Silva, la escritora Pepa Caro publica en estos días su libro “El cuaderno del jardín”, un diario, monólogo, meditación, diálogo, que de todo tiene, construido en prosa poética. La presentación será el próximo día diecisiete, en el teatro “Olivares Veas” y en este periódico nos hemos adelantado para adelantarles a ustedes algunas de las claves del libro, de su génesis y desarrollo.

El escritor arcense José María Velázquez-Gaztelu, autor del prólogo, termina diciendo que “El cuaderno del jardín” es una introspección, una suerte de meditación. ¿Lo ve así la autora?

– Efectivamente. Este cuaderno nace como un diario donde voy escribiendo impresiones, sobre todo en verano, a lo largo de varios años. Luego con esas notas he querido recrear la vida a lo largo de un año con sus estaciones y sus peculiaridades, pero el fondo siempre es la meditación que me suscitan los paseos y el contacto con la naturaleza.

Meditación, diálogo interior, prosa sosegada. ¿Es este un libro propio de estos tiempos de desasosiegos, de apocalipsis? ¿Es, precisamente, una reacción a todo eso?

– Hay momentos en la vida en que necesitas sacar de ti todo lo que te enturbia y bajar hasta lo profundo de nuestro silencio para escuchar, para encontrar nuestra vida interior; así empiezas a comprender la belleza verdadera, como decía Juan Ramón Jiménez, “esa que está en todo, en lo llamado bello y en lo llamado feo”.

Me gusta evocar con lirismo espiritual las cosas sencillas, traspasar con la mirada lo ordinario para hacerlo extraordinario, bucear al fondo de las cosas, acercarme a los afectos. Seguro que yo veo lo que ven todos, pero si mantienes la mirada ves poesía en la prosa.

Hablar con los animales, entenderse con ellos, incluso darles consejos o hacerles preguntas, es síntoma de buena salud mental. Yo hablo mucho con Valentín, mi gato, aunque lo de mi salud mental quizás no sea el mejor ejemplo para ilustrar este razonamiento. Jardín y gato, selva urbana y tigre doméstico, naturaleza a la medida humana, ¿son buenos conductores de la literatura? Es decir, ¿invitan a la creación?

– Jajaja, no me extraña imaginar tus conversaciones con Valentín. A mí, que nunca me gustaron los gatos por desconocimiento, es más, me asustaban porque siempre oía decir que los gatos eran traicioneros, aprendí a quererlos a través de Miguela, una gatita traviesa que me regaló mi hijo Helios y que nos hizo muy llevadero aquello de que de pronto encuentres tu nido vacío, porque los hijos se marchan.

Miguela ha sido mi confidente en este libro, ella me ha acompañado muchas veces mientras escribía, sentada en la mesa, junto al ordenador. También ha sido una figura literaria, si puede llamarse así, necesaria para conducir el hilo de esta prosa poética.

De juanrramoniano tilda también el libro el prologuista mencionado. ¿Tan presente están en “El cuaderno del jardín” el algodonoso Platero y su amo?

–Juan Ramón Jiménez fue el primer poeta que introdujo el poema en prosa en España, para mí siempre fue un referente de primer orden, aunque también lo ha sido Luis Cernuda y su libro Ocnos, uno de esos libros que te dejan huella para siempre.

Y este libro también debe mucho a mis lecturas desde niña de Antonio Machado, creo que mi amor a los árboles, al olmo, al álamo blanco de las riberas, y a tantos otros tiene mucho que ver con su poesía a veces panteísta, donde la naturaleza está tan presente.

La ilustración fotográfica corresponde a Diego García Silva. Con el prologuista y la propia autora, tres arcenses. Imagino que Arcos, su peso y su poso, como en anteriores libros de Pepa Caro, está presente en el libro, ¿no es así?

– Arcos está siempre conmigo, en mis paseos, como un paisaje que me invita a la reflexión, en mis libros, a veces lo humanizo como si fuera una madre vieja por sabia, inmóvil, viendo lo feo y lo bello en su Babel incontrolable.

Luego están las muchas personas a las que me unen una gran amistad y a las que admiro. Diego es uno de los mejores fotógrafos que conozco, la fotografía es el centro de su vida y la Historia de Arcos lo reconocerá algún día, porque tiene un ingente archivo en donde están depositados casi todos los acontecimientos más relevantes de la vida del pueblo.

José María me ha emocionado con su prólogo porque siempre he sentido verdadera admiración por lo sutil, profundo y elegante de su poesía, por su sabiduría flamenca y por su amistad. Muchas mañanas nos cruzamos mientras caminamos por las veredas del canal de riego, a veces hemos celebrado sus premios literarios como si fueran nuestros. Nos hemos citamos cada verano, menos en estos tiempos de pandemia, para hablar de literatura con la grata compañía de Pedro Sevilla, y otras veces hemos participado juntos en el jurado del Premio Alcaraván. Con mucha, no sé si timidez o vergüenza, le mostré “El cuaderno del Jardín” y me contestó con un precioso prólogo. ¡Que más pedir!, Ojalá sea del agrado de los lectores y lo hagan suyo. Nada mejor que eso. Gracias.

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