La Delegación municipal de Cultura del Ayuntamiento de Arcos se propone poner en valor el yacimiento arqueológico de Sierra Aznar mediante una nueva actuación que dirigirá un equipo constituido como Unidad de Geodetección por parte de varios expertos adscritos a la Universidad de Cádiz. Según explica el profesor de Historia Antigua Lárazo Lagóstena, hace 25 años que dieron inicio las intervenciones en este espacio. La UCA, que se ha especializado en las técnicas más innovadoras en la acción arqueológica, promete un trabajo propio del siglo XXI que permitirá conocer la topografía y las realidades geográfica y arqueológica del yacimiento. Pero su estudio permitirá además analizar “lo que no se ve”, porque se harán restauraciones sin dañar el patrimonio y los vestigios del yacimiento romano. Todo ello para apoyar la puesta en valor de este rico patrimonio como elemento cultural.
El profesor de Prehistoria de la UCA José Antonio Ruiz Gil destaca la importancia del yacimiento “como un verdadero reto”, ya que se trata de una superficie muy grande que, por otro lado, es el motivo del gran desconocimiento social sobre este recurso y la falta de medios para conocer cuál es exactamente su dimensión. El mismo admite que la cantera próxima al yacimiento supone una gran afección sobre el mismo, como también admite que los trabajos de puesta en valor y promoción llevados a cabo desde los años noventa no han dado los resultados esperados.
Ahora, con las nuevas tecnologías, este equipo de la Unidad de Geodetección constituido para la ocasión pretende abordar de manera diferente un yacimiento con la extensión de Sierra Aznar y abordar de forma eficaz su problemática. De hecho, no se sabe con certeza cuál era la función social del mismo en la época romana. No obstante, también admite que este recurso puede ser positivo de cara a la creación de riqueza en Arcos como reclamo cultural y turístico.
La también miembro del equipo Isabel Roldán señala que su tesis en la UCA trata precisamente de las técnicas en este tipo de actuaciones. De hecho, esta fase se desarrollará con tres técnicas no invasivas: teledetección aérea con varios vuelos sobre el terreno, fotografías de los vestigios emergentes y una prospección superficial con técnicas de topografía de precisión. La idea a este respecto es alcanzar el diseño de un mapa que venga a delimitar el yacimiento y su llanura circundante, así como a reflejar su entorno geográfico como elemento de ayuda a la interpretación arqueológica. El equipo técnico espera que estos trabajos sean una primera fase de futuras intervenciones destinadas a la puesta en valor del emblemático yacimiento, al tiempo de agradecer al Ayuntamiento su nueva apuesta por salvaguardar el patrimonio.
La opinión
Lázaro Lagóstena sostiene que las actuaciones que se han llevado a cabo hasta ahora han tenido por intención rehabilitar solo una parte de la cadena patrimonial, abandonando en este sentido otros aspectos vinculados a la gestión. En otras palabras, es “la historia del patrimonio en Andalucía”- señala-, para reivindicar recursos digitales que contribuyan a la divulgación social. Pero sobre todo este proyecto requiere una imprescindible pieza de gestión que garantice la promoción y mantenimiento de este patrimonio. En otros lugares existen unidades arqueológicas que gestionan este tipo de espacios, por lo que “hay que buscar mecanismos públicos, privados, semiprivados” que ayuden a la gestión.
Del mismo modo, se cuestiona cómo la administración no ha declarado el yacimiento como Bien de Interés Cultural de Andalucía, ya que así se protege el paisaje como un elemento clave del mismo. Esa figura de protección es de competencia autonómica, pero también requiere la implicación del Ayuntamiento como demanda a la Junta de Andalucía. El mismo señala desconocer cuál es la afección real de la cantera de áridos contigua sobre el yacimiento, “con lo cual su valor patrimonial queda mermado porque el entorno no acompaña a la puesta en valor del sitio; si no protegemos el entorno de un bien, no estamos conservando este potencial ni cumplimos con la cadena de valor del patrimonio”.
José Antonio Ruiz Gil añade que Sierra Aznar, “con un problemática especial por su tamaño y situación geográfica”, alude a la necesidad de diseñar un mapa y acoplarlo a las infraestructuras públicas. “Donde está la cantera está perdido, pero la idea no es lastimarse, lamentarse de que haya zonas que se hayan podido perder porque no lo sabemos realmente, sino conocer el límite actual, establecer un tamaño y a partir de ahí derivar en una declaración”, en alusión, al margen de la figura BIC, a otras posibles declaraciones de protección sobre este espacio.