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Trópico de letras

Meritocracia

¿En cuántas empresas hay personas que ocupan los mejores puestos, no por sus logros y méritos, sino porque es primo o sobrino del dueño de la empresa?

Publicado: 25/07/2022 ·
17:40
· Actualizado: 25/07/2022 · 17:40
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Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

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¿Sería bueno que toda la sociedad se rigiera por la meritocracia? ¿Se crearía así un marco más justo, ya que lo que lograra cada persona sería gracias a sus esfuerzos y méritos a lo largo de su vida y no por otros medios, como religión, riqueza, sexo, política, apellido, etc.? En cuántas empresas hay personas que ocupan los mejores puestos, no por sus logros y méritos, sino porque es primo o sobrino del dueño de la empresa o del director de la misma o pertenece a un partido político o a otro. ¿Cuántos casos existen sin que se haya realizado un estudio objetivo de sus cualidades y valía? Aristóteles decía que “justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, es decir, en proporción a su contribución en la sociedad, sus necesidades y sus méritos personales”.

En los últimos siglos se ha ido coordinando con otras clases de justicias: la jurídica, fundamentada en los derechos humanos y la solidaridad como mejora de las necesidades sociales, como cimiento del estado de bienestar.

Yo me pregunto si la meritocracia es un remedio contra la desigualdad o por el contrario, una justificación de ésta. El mérito tiene su importancia, sí. Adjudicar importantes cargos sociales a aquellos que están bien cualificados por sus dones y esfuerzo es positivo. En Sanidad necesitamos buenos cirujanos, en Educación buenos docentes, en la construcción de carreteras buenos ingenieros, por tanto, desde este punto de vista, el mérito es algo bueno y positivo, pero también promueve una sociedad de perdedores y de ganadores, convirtiéndose en algo mordaz e hiriente para el bien común.

Según Michael J. Sandel, filósofo y político estadounidense, la meritocracia produce arrogancia en los ganadores y humillación en los que se quedan atrás.

Me llama la atención la afirmación que hizo en una ocasión, el que era secretario de la vivienda estadounidense, Ben Carson, que decía que “la pobreza es un estado mental”. ¿Quería decir que la pobreza es el resultado natural de un modo de afrontar los desafíos de la vida desde la desmoralización o quizás quiso decir que si uno es pobre es porque él se lo ha buscado por practicar el espíritu perdedor? ¿ o es producto de la ética capitalista?: el que trabaja, innova y emprende, siempre recibe su merecido premio.

Será que la meritocracia es parte de la ética de los trabajadores de la democracia actual que se conforma ante el crecimiento de la desigualdad económica y social. Hay que hacer méritos para obtener los favores del capital. Se es amo y esclavo a partes iguales, empresario empleador de sí mismo y sólo es él el culpable de su propio fracaso.

Produzcamos méritos y el sistema nos ofrecerá sus congratulaciones.

Término controvertido éste de la meritocracia inventado en el año 1958 por el sociólogo Michael Young, dotado de un carácter positivo, con un ideal, el de una sociedad donde aquellos con más esfuerzos y talento acceden a mejores posiciones y obtienen mayores recompensas. Pero con sus connotaciones negativas como hemos visto anteriormente.

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