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A curarse en salud

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"Un médico que carezca de sentimientos ni es médico ni es nada"

Publicado: 22/03/2025 ·
18:53
· Actualizado: 22/03/2025 · 18:53
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  • Medalla de la Ciudad para Eduardo Arévalo.
Autor

Fernando Arévalo Rosado

Médico. Colaborador en Viva Barbate, Radio Barbate, Portal de Cádiz, SER deportivos, Onda Conil y Canal Sur (Salud al día)

A curarse en salud

Fernando Arévalo Rosado ofrece consejos y actualidad de salud sin jerga médica

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Se hace difícil buscar un título para este artículo porque es casi imposible expresar los sentimientos que vivimos el pasado 14 de marzo con la conmemoración del 87.º aniversario de la segregación de Barbate. Felicito una vez más a la organización, al presentador Antonio Varo y a los galardonados con las medallas de la ciudad de Barbate: Tomás Ramírez, Pepe Aragón, Juan Rossi y David Acereto. Igualmente, a los hermanos Carito, nombrados hijos predilectos de Barbate.

La cita que expuse del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht creo que refleja el sello común de los galardonados:

"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles".

En algunas ciudades existen héroes que ayudan a sus habitantes. Pueden ser ficticias, como Metrópolis en el caso de Superman o Gotham para Batman, o reales, como Nueva York para Spiderman o Los Cuatro Fantásticos. A Barbate, en 1963, llegó alguien para luchar contra un mal que azotaba el Zapal, el Hoyo La Tota y sus alrededores. No digo que mi padre sea un héroe, pero en aquel momento los más indefensos, los niños y niñas de Barbate, corrían peligro y morían por fiebres, diarreas y vómitos con deshidratación, además de enfermedades que pasaban desapercibidas en la mayoría de los casos. Entonces, estos padecimientos se trataban inyectando suero directamente en la barriga, lo que en muchos casos no solo no hidrataba al paciente, sino que empeoraba el proceso.

En esa lucha contra el mal, no estuvo solo. Un pediatra nacido en Granátula de Calatrava, provincia de Ciudad Real, un 10 de julio de 1936, en plena Guerra Civil, llegó a Barbate. Como buen manchego, no dudó en hacerse con un fiel escudero, emulando a su ilustre paisano Don Quijote de La Mancha. Así, Barbate encontró también a otro gran profesional y mejor persona: D. Manuel Malia Bernal.

Las noches barbateñas se llenaron de su deambular de casa en casa, con la lluvia y el frío como testigos. Poco a poco, se empezó a realizar la venoclisis, o lo que conocemos como "poner un gotero en vena", administrando sueros, antibióticos y otros medicamentos, lo que dio como resultado un increíble descenso de la mortalidad infantil en Barbate. No lo digo yo ni presento estadísticas, lo dicen sus pacientes, que para mí son sus mejores testigos. Aquellos que, a día de hoy, ya adultos, me han parado en la calle para contarme que él o ella le debe la vida porque, cuando era pequeño, mi padre le salvó. Para decirme que su enfermedad se curó gracias a su diagnóstico o para atestiguar que sus propios compañeros lo consideraban el mejor pediatra de la provincia de Cádiz. Fíjense en la magnitud y la extensión de su labor en Barbate: ha llegado a atender a los nietos de quienes fueron sus pacientes.

Don Eduardo, como siempre se le ha conocido en Barbate, tenía un gran arma para combatir las enfermedades: su cerebro. Nunca supe lo que era capaz de albergar la mente humana hasta que conocí bien a mi padre. Fuente de sabiduría en muchas materias, pero especialmente en la pediatría, se alimentaba de grandes libros y tratados, que estudiaba y devoraba hasta altas horas de la madrugada, para luego trabajar al día siguiente. Incluso con avanzada edad, ha seguido haciéndolo. Conserva sus libros subrayados, con anotaciones personales y con cuartillas que escrutaban cualquier renglón o párrafo, resaltando lo que nunca ha olvidado.

Barbate ha sido siempre su Granátula de Andalucía, por eso, cuando se trasladó a vivir a Chiclana, siguió desarrollando su vida aquí. No solo por su profesión, que ejerció en Barbate durante 56 años —siendo el último pediatra que hemos tenido y el único titulado en pediatría en la Casa del Mar—, sino porque, aun viviendo en Chiclana, se pelaba, por ejemplo, en Nicolás y Chano, compraba una simple bombilla en Pérez Llorca o acudía al supermercado de Relinque por unas cuchillas de afeitar. Siempre me ha dicho que está acostumbrado al comercio barbateño y que le gusta comprar a quien conoce, porque conserva buenos amigos aquí.

Barbate conquistó a mi padre y nunca dudó en establecerse en este pueblo, donde formó su familia y nacimos sus hijos. Sin duda, es el pueblo al que siempre quiere y lleva en su corazón. Su legado lo hemos recibido muchas generaciones de médicos, que acudimos a su consulta para aprender de sus buenas enseñanzas y copiar sus recetas, pero ninguno hemos llegado a igualar al maestro.

Me quedo con sus frases de ese día:

"La persona que no ha vivido el recuerdo, no ha vivido; ha habitado, que es distinto. Vivir es todo un arte. Por eso, jamás podré olvidar a Barbate".

"Un médico que carezca de sentimientos ni es médico ni es nada".

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