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La dimisión de Yvo de Boer, un revés para las negociaciones del clima

La inesperada dimisión de Yvo de Boer como máximo responsable de la ONU para el Cambio Climático ha supuesto un fuerte revés para las negociaciones hacia un mundo con menos emisiones, en un momento en que, tras el fracaso de la cumbre de Copenhague, las esperanzas están puestas en la cita de Cancún.

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  • De Boer, secretario de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático. -
La inesperada dimisión de Yvo de Boer como máximo responsable de la ONU para el Cambio Climático ha supuesto un fuerte revés para las negociaciones hacia un mundo con menos emisiones, en un momento en que, tras el fracaso de la cumbre de Copenhague, las esperanzas están puestas en la cita de Cancún.

“Ha sido una decisión difícil, pero creo que ha llegado el momento de asumir un nuevo reto, trabajando sobre el clima y la sostenibilidad en el sector privado y académico”, explicó ayer De Boer a través de un comunicado.
Su cargo no expiraba en principio hasta septiembre y no había dado señales de que no estuviera dispuesto a continuar.

El secretario ejecutivo precisó que a partir de julio trabajará como asesor para la consultora alemana KPMG y para algunas universidades.

“Siempre he sostenido que si bien son los gobiernos los que deben aportar el marco político necesario, las soluciones reales deben provenir de las empresas”, dijo en un comunicado.

Antes de su elección como secretario ejecutivo de la Convención de la ONU para el Cambio Climático, De Boer había trabajado en las políticas medioambientales de la UE como director general del Ministerio Holandés de Medio Ambiente.

También fue vicepresidente de la Comisión de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, donde fue asesor del Gobierno chino y del Banco Mundial y trabajó muy cerca del Consejo Mundial Empresarial de Desarrollo Sostenible.

En su comunicado de despedida, De Boer evita toda crítica al proceso de negociaciones. Por el contrario, subraya que si bien en la cumbre de Copenhague no se logró un compromiso vinculante, sí que hubo una clara apuesta política hacia un mundo con pocas emisiones.

“Copenhague no nos ha provisto de un claro acuerdo en términos legales, pero el compromiso político de dirigirse hacia un mundo de bajas emisiones es irrefrenable. Esto pide que se forjen nuevas cooperaciones con el sector empresarial y yo tengo previsto ayudar a que esto ocurra”, agregó.

Sin embargo, es prácticamente imposible no vincular su retirada al fracaso de la cumbre, en la que De Boer quedó relegado a un segundo plano en el rifirrafe de las naciones que más obstáculos pusieron, China y Estados Unidos a la cabeza.

De Boer había apostado por un acuerdo ambicioso y únicamente logró la voluntad de seguir negociando, y algunos éxitos puntuales.

Entre estos modestos resultados, figura que la comunidad internacional fijará el objetivo de limitar el calentamiento de la Tierra a dos grados con respecto a los niveles pre-industriales. No figura, en cambio, un objetivo claro de reducción de las emisiones contaminantes.

El acuerdo de Copenhague estableció además un fondo total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para los países más vulnerables a hacer frente a los efectos del cambio climático, y de 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación.

Por ahora, sin embargo, los países todavía no han aclarado cómo, cuánto y cuándo tienen previsto destinar sus respectivas partidas.

Hace un mes escaso, De Boer instó a los países industrializados a reservar sus respectivas partidas presupuestarias para este fin, como lo ha hecho ya, según destacó, la Comisión Europea (CE).

El secretario ejecutivo prometió ayer que hasta que abandone el cargo seguirá con los preparativos para la próxima cumbre de Cancún, en México, a finales de noviembre, cita que estará precedida por una conferencia ministerial en Bonn a finales de mayo.

El hecho de que a su sucesor le queden luego sólo cinco meses para dar el impulso final a las negociaciones no eleva precisamente las expectativas para Cancún, una cumbre que nace ya con pocas promesas de éxito, a juzgar por el propio Yvo De Boer, quien recientemente rebajó las posibilidades de que se llegue a un tratado vinculante.

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