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Uno de los padres de la biología molecular ve posible curar el cáncer para 2020

El estadounidense James D.Watson, uno de los padres de la biología molecular galardonado en 1962 con el Premio Nobel en Fisiología y Medicina, cree que la batalla contra el cáncer podría estar resuelta dentro de una década, en el horizonte de 2020.

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  • James D.Watson. -
El estadounidense James D.Watson, uno de los padres de la biología molecular galardonado en 1962 con el Premio Nobel en Fisiología y Medicina, cree que la batalla contra el cáncer podría estar resuelta dentro de una década, en el horizonte de 2020.

Doctor en Zoología por la Universidad de Chicago, el octogenario Watson fue premiado con ese galardón, junto con el británico Francis Crick, por su propuesta de "doble hélice" en la estructura del ADN, y la pasada semana visitó Madrid, en donde impartió una conferencia magistral, en la Fundación Rafael del Pino, sobre aquel trascendental descubrimiento genético, en 1953.

Este investigador, que además es Académico de las Artes y las Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, así como Académico de las Artes y las Ciencias de Dinamarca y miembro de la Royal Society, ha explicado a EFE durante una entrevista, que el triunfo contra el cáncer "no es cuestión ya de dinero, sino de verdadero deseo".

El descenso de los costes en la investigación ha permitido que el dinero no sea un obstáculo y que los avances sólo se vean afectados por la rapidez con la que las sociedades están dispuestas a aplicar estos conocimientos, según Watson, quien también es doctor Honoris Causa por varias universidades y consultor del Comité Asesor Científico del presidente de Estados Unidos.

En su opinión, una de las principales trabas que persiste para terminar con el cáncer tiene que ver con las excesivas regulaciones que limitan las investigaciones y la experimentación.

Según el profesor, tras cuatro décadas de avances científicos contra el cáncer, reforzados con el logro de la secuenciación del genoma humano que propició el salto de la investigación genética a la bioquímica para el desarrollo de fármacos más efectivos e individualizados contra la enfermedad, otros diez años más de trabajos parecen suficientes para acabar con el cáncer.

"No podemos conformarnos con alargar a un horizonte de otros veinte años o más la solución. Una década parece tiempo suficiente, siempre y cuando exista un deseo auténtico de vencer esta enfermedad así como una apuesta decidida de aplicar cuanto antes todo el conocimiento del que se dispone", según Watson.

Este investigador, que fue la primera persona del mundo en disponer del mapa genético de sí mismo, recordó que en el momento en el que lo obtuvo el coste de ello ascendía a un millón de dólares mientras que ahora sería de 10.000 dólares y dentro de cinco años probablemente alrededor de mil.

Los datos dan idea del abaratamiento de las técnicas según va pasando el tiempo, lo que hace pensar, dijo, que en un futuro próximo, cualquier individuo podría tener descifrado a un precio asequible su mapa genético y con ello, disponer de información sobre las enfermedades que tiene más disposición a desarrollar.

Watson, quien dirigió el Proyecto Genoma Humano desde 1988 hasta 1992, cuando dimitió en protesta por los intentos de algunos colegas de patentar los genes, está convencido de que estos últimos también influyen en el comportamiento de las personas y piensa además que, en este siglo se verá cómo prolifera el estudio de las relaciones entre el ADN y las funciones cerebrales.

Las investigaciones del Premio Nobel a lo largo de los años han permitido interpretar el código genético insertado en las secuencias del ADN y descubrir el llamado "mecanismo de traducción", mediante el cual el ARN mensajero transfiere el código genético del ADN a las estructuras productoras de proteínas en el interior de la célula.

Algunas de sus declaraciones sobre la mayor o menor inteligencia de ciertas razas por motivos genéticos fueron motivo de polémica en el pasado; desde 1956, forma parte del Departamento de Biología de la Universidad de Harvard, del que es profesor desde 1961.

En 1968 comenzó a dirigir el Laboratorio de biología cuantitativa de Cold Spring Harbor en Nueva York,institución de la que es Consejero Emérito desde 2008.

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