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Cádiz

“Es una auténtica aberración decir que el parado no está incentivado”

Corren malos tiempos para los derechos de los trabajadores y también de los desempleados. Para tratar este tema y su vinculación con Cádiz y su provincia, esta semana hemos mantenido un encuentro con Manuel Ruiz, responsable provincial de CCOO

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  • Manuel Ruiz nos recibió en su despacho de la planta octava del Edificio de Sindicatos de Cádiz. -

En el transcurso de esta semana que concluye, el Gobierno de la Nación ha dado a conocer un nuevo paquete de medidas para paliar el déficit público. Medidas duras y contundentes que han desatado una riada de reacciones en contra, sobre todo porque muchos piensan que es un ataque contra los colectivos más débiles, como es el caso de los desempleados. Sobre estas medidas y sobre cómo afectarán a la provincia de Cádiz, hemos hablado con Manuel Ruiz, secretario provincial de Comisiones Obreras.

—¿Qué se puede hacer cuando un presidente del Gobierno anuncia un nuevo paquete de recortes como los hecho públicos este pasado miércoles, donde incluso de mete la mano en las prestaciones por desempleo?
—El anuncio de Rajoy, al menos en su intervención parlamentaria, es que durante los próximos meses se va ir configurando en torno a decretos de ley y nuevas leyes, vía Consejo de Ministros, un ataque brutal contra los colectivos más débiles de este país. Nos parece una trampa puesto que en su programa electoral no se hablaba de ello, por lo que entendemos que estas nuevas medidas se deben corresponder con una gran movilización de la sociedad. No se puede anunciar este tipo de recortes y menos hacerlo esgrimiendo una serie de razones difíciles de creer, como decir que nos las imponen o que son una obligación. El ciudadano ha votado a un gobierno soberano que tiene que pelear por los intereses de este país y velar por los intereses de los más débiles, como los desempleados. Sin embargo, su único ejercicio político es  de una falta de moral y de ética absoluta. Creo que es un fraude electoral y un fraude moral, que además viene a castigar a aquellos colectivos que estamos pidiendo que se deben llevar a cabo políticas totalmente diferentes. Creemos que es necesario reducir el déficit público y privado, ya veníamos anunciando que era una situación financiera y económicamente insostenible, pero no puede hacerse a costa del esfuerzo de los mismos colectivos. Pero es que además creemos que además de reducir, hay que apostar por el crecimiento económico, y es que hay otras vías, esta no es la única salida. Esta es una crisis pensada desde la derecha, desde los mercados, ideológicamente muy sectaria y que viene a castigar a colectivos que no se lo merecen. Casi el 50 por ciento de los que están desempleados, ya no tienen ningún tipo de prestación. Eso da lugar a que se caigan los pilares que han sostenido esta sociedad. Hemos vuelto a 40 años atrás, en el fondo y en la forma.

—¿Qué quiere decir?
—Creemos que aquellos que peleamos por la democracia en este país tenemos que hacer un ejercicio pedagógico porque la ciudadanía tiene que entender que hemos vuelto a aquellos viejos tiempos, hemos revestido la democracia de tintes que no nos gustan. Y lo diría en el sentido contrario, es un franquismo con tintes democráticos, porque al final son políticas que emanan de otros tiempos.

—¿Los sindicatos llegaron a pensar que el Gobierno se atrevería a tocar el subsidio por desempleo?
—Bueno, de este Gobierno, desde el primer momento nos esperábamos cualquier cosa, aunque bien es cierto que esperábamos algo más de sensibilidad, y es que la forma con la que están acometiendo estas medidas son un auténtico insulto a las personas desempleadas. Podemos decir que ellos que entienden que las personas que están desempleadas no están lo suficientemente incentivada para la búsqueda de empleo, y que ello puede ser por culpa de las prestaciones que perciben, es que desconocen totalmente la realidad, o quieren engañar. Yo le pregunto a cualquier político del PP, esté en el nivel que esté, que cuántos cientos de miles de desempleados quiere que le llevemos a la puerta de su despacho, de su sede, y que aceptarían cualquier empleo e incluso haciendo dejación de muchos de los derechos que les ampara. Mañana estarían ahí. Es una auténtica aberración decir que no están incentivados, es un insulto absoluto.

—¿No es una contradicción hablar de incentivar a buscar empleo en una sociedad donde se destruyen miles de puestos de trabajo?
—Es una contradicción y es una mentira. Además, durante la presentación de esa medida es cuando más se regodearon los diputados del PP en el Parlamento. Es lamentable  que cuando se ataca a los colectivos más débiles, ellos se dedicaban a aplaudir a su líder. No se merecen el respeto del mundo del desempleo, creo que han abierto una brecha social muy difícil de cerrar.

—¿Tendrá consecuencias en la calle?
—Debe de tenerla. Nosotros hemos convocado una manifestación para el día 19 dentro del programa de movilizaciones permanente. En la calle debe reflejarse la sensación que tiene una parte de la sociedad que se siente agredida. Hay otra parte que piensa que esas medidas son buenas, que son los que viven bien y seguramente a costa de otros. Pero la sociedad tiene que responder ahora o en el tiempo, porque desgraciadamente en septiembre aparecerá un proyecto de Presupuestos Generales del Estado que plasmará este tipo de políticas.

—¿Tiene la sensación de que esta crisis la están pagando quienes menos culpa tienen de la misma, es decir, se ofrece una amnistía fiscal a los que andan con dinero negro y al mismo tiempo suben los impuestos para los que cotizan, lo que ofrece una imagen de que hoy España es más barata para los que tienen más recursos económico y más cara para los que menos tienen?
—Sí, efectivamente. Esta crisis, como casi todas, pero quizás con más virulencia en esta ocasión sobre todo desde el pasado 20 de noviembre. Pero está claro que esta crisis la van a pagar las personas que menos tenemos, los más débiles económicamente hablando, desde los parados a los trabajadores. Además de una forma excesivamente exagerada. Porque como bien has comentado, se ofrece una amnistía fiscal a delincuentes fiscales que deberían estar perseguidos, lo que es un fraude para toda la sociedad. Hablamos de gente que debería estar en la cárcel y dinero que en su mayor parte procede de actividades ilícitas. Es degradante sobre todo para aquellos que pagamos nuestros impuestos con nóminas muy cortitas, y además nos lo suben. Es otro ataque más a la sociedad.

—¿Qué opinión le merece los recortes dirigidos a los funcionarios públicos?
—Es otro ataque injustificado. Están satanizando al sector público, en el que como en el resto de sectores habrá todo tipo de personas, pero no es la imagen de un funcionario sentado en una mesa sin nada que hacer, tomando café y leyendo un periódico. Hablamos de profesionales de la docencia, de la sanidad, de la seguridad… de sectores muy importantes para que un país funcione, y además lo hacen con dedicación, con cariño. La media de recortes salariales está por encima del 30 por ciento y eso es una auténtica burrada. Además, en una economía tan pobre, eliminar la paga extraordinaria, por ejemplo, no sólo les perjudica a ellos, sino que caerá el consumo. El consumo también genera empleo. Si tú le quitas dinero al bolsillo de los ciudadanos, estás quitando empleo en otra parte.

—Tanto el actual Gobierno, como su predecesor, inició una vía para salir de la crisis, pero a la vista de los resultados… ¿por qué se insiste en esta vía?
—Es un problema profundamente ideológico. Existe una crisis, que puede ser cierta, cuyas soluciones se están buscando desde un punto de vista ideológico muy concreto. Es una crisis cuyas soluciones se enfocan desde el interés de los mercados, de los sistemas financieros, se enfoca según el interés de los países más desarrollados, y lo único que se está consiguiendo es hundir en la miseria a países concretos para que se conviertan en subpaíses de los otros. Había otra forma de salir de la crisis, y sobre todo, creo que había que apretarle las clavijas al sector financiero, que ha sido el causante de la especulación en ciertos sectores económicos, y sin embargo, en lo que se piensa es en solventar sus problemas porque son muy importantes para el país.

—¿Los recortes, como por ejemplos, en el subsidio, afectan especialmente a una provincia como la de Cádiz que cuenta con más de 180.000 parados?
—Efectivamente, aquí llueve sobre mojado. Nuestra provincia siempre ha contado con un tejido productivo muy concreto. Hemos tenido sectores industriales muy avanzados, muy vinculados a lo público, ha habido procesos de reconversiones, o más bien de desmantelamiento. Sin embargo, no se han potenciado otros sectores que cubriesen la caída de los citados. Tenemos las cifras de paro que tenemos, con muchos jóvenes sin empleo, es decir, tenemos un escenario muy incómodo para el futuro. Ahora con la crisis mucho más, con un mercado muy en precario, con una rotación de contratos muy pronunciada y muy breves, con lo que es complicado acceder a las prestaciones, y ahora aún más. Nos parece lamentable que vuelvan a pedir un esfuerzo mayor a los que menos tienen. La realidad social de esta provincia nos lleva a décadas como los años 60. Estamos sumiendo a la gente en la pobreza, con lo que se potencia la economía sumergida, se potencia la pérdida de valores….

—¿Hay solución para el tema de la industria en la provincia?
—La situación industria es muy complicada, y cuando hablamos de ella en la Bahía de Cádiz, hablamos de una industria vinculada al metal que es la que más peso ha tenido en el empleo. Cuando se ha ido reduciendo el papel en el PIB de estas empresas, al final tanto de manera directa como indirecta, con las empresas auxiliares, eso influye en el empleo. Nos preocupa Navantia, porque requiere voluntad política para que siga funcionando, y claro tanto tiempo parada hace que se quede fuera de los mercados, y eso nos preocupa. Nos preocupa ese sí pero no que el PP viene utilizando. La aeronáutica tiene una cierta estabilidad aunque existen algunos déficit. Por otro lado, el sector de la automoción se ha ido completamente al traste.  Y las políticas alternativas han sido sólo de parcheo… muchos planes de industrialización que no han cuajado porque ya venían muy endebles.

—¿Qué ocurre con Las Aletas?
—Las Aletas podría ser una gran oportunidad para esta provincia, pero nos parece que también hay ha faltado un compromiso político serio y que se dejen de buscar excusas. Hablamos de un proyecto que incluso medioambientalmente no es perjudicial porque es un terreno muy degradado. Es decir, la cuestión medioambiental les ha servido como excusa a aquellos que no creían en el proyecto para dejarlo aparcado. Algunos seguimos pensando que es posible, pero no puede ser eterno. Sería muy interesante para la Bahía y la provincia, y lo que pedimos un compromiso serio, sin tantas dilaciones porque parece que esperan que con el cansancio nos olvidemos de este proyecto, lo que sería un error. Queremos seguir teniendo esperanza en esta provincia.

—En la provincia la tasa de desempleo entre la juventud el aberrante, además se recorta en Educación, en Sanidad… ¿no es un cóctel peligroso?
—Podría serlo y no sé si alguien lo está impulsando. Aunque a corto plazo no hay salida a esta situación porque no existen los milagros y en economía menos. Lo que nos gustaría es el desarrollo económico y una apuesta seria por el crecimiento desde lo público y desde lo privado, para generar empleo de cierta calidad. De todas formas, aquí somos gente de otra pasta, gente más paciente que en otros sitios donde una tasa de desempleo tan alta entre los jóvenes es sinónimo de rebelión. Pero estoy convencido de que la juventud al final termina tirando del carro, ya se abrió una ventana con el 15M, y creemos que es fácil que se vuelva a repetir una situación de ese tipo, incluso orientada hacia otras perspectivas. Desde luego este país no va a avanzar si no hay un mínimo de rebeldía, y es más fácil que esta rebeldía salga desde la juventud. La rebeldía nos lleva a entender que la utopía es posible, y que la realidad está mucho más cerca de la utopía, por lo tanto, merece la pena la pelea.

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