De qué se alimenta el hambre

Publicado: 15/10/2009
El número de personas que pasan hambre en el mundo se incrementará un 9% en 2009, llegando a los 1.020 millones, el peor dato desde 1970, según un informe publicado ayer por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El estudio El estado de la seguridad alimentaria, 2009, elaborado por la FAO junto al Programa Mundial de los Alimentos (PMA), presentado en Roma –donde desde ayer se celebra el Comité de Seguridad Alimentaria de ese organismo– subraya que existe una necesidad “urgente” de reformar del sistema alimentario mundial.

Asimismo, el documento apuntó que se ha experimentado un incremento sostenido de las personas que sufren hambre en la última década y que éstas, en su mayoría, viven en los países en desarrollo.

El estudio precisó que en la década de los años 80 y a principios de la de los 90 se alcanzaron procesos para reducir el hambre crónica debido, en gran parte, al aumento de las inversiones en agricultura tras la crisis mundial de los años 70.

No obstante, esta tendencia se invirtió y “el número de hambrientos se disparó” entre 1995 y 1997, así como entre 2004 y 2006, en coincidencia con un descenso sustancial de la ayuda al desarrollo dedicada a la agricultura.

El Director General de la FAO, Jacques Diouf, recordó cómo “los líderes mundiales reaccionaron con contundencia a la crisis económica y financiera y lograron movilizar miles de millones de dólares en un plazo de tiempo muy corto” y les instó a repetir la “misma acción enérgica para combatir el hambre y la pobreza”.

“El aumento del número de víctimas es intolerable –añadió–. Tenemos los medios técnicos y económicos para hacer desaparecer el hambre, lo que falta es una mayor voluntad política para erradicarla para siempre”.

Según la FAO, existen tres factores fundamentales que han coincidido para hacer que la actual crisis sea “especialmente devastadora” para las familias pobres en los países en desarrollo.

El primero, es el hecho de que se trata de una crisis que afecta a gran parte del mundo de manera simultánea, por lo que se reduce la posibilidad de recurrir a mecanismos tradicionales de defensa como la devaluación de la moneda o la solicitud de créditos.

En segundo lugar, la crisis económica estuvo precedida por una crisis alimentaria que ya había debilitado las estrategias de supervivencia de los pobres.

Mientras, en tercer lugar se puede considerar la mayor integración de los países en desarrollo en la economía mundial, siendo así más vulnerables a las fluctuaciones de los mercados internacionales.

Propuestas

La crisis alimentaria debe ser combatida con un renovado apoyo a la agricultura y las redes de distribución locales, han concluido las principales ONG que han analizado este fenómeno con motivo de la celebración del Día Mundial contra el Hambre.

Así, Acción contra el Hambre, presentó ayer un informe titulado ¿De qué se alimenta el hambre? en el que analiza el impacto de la crisis económica y el aumento de los precios de los alimentos que ha resultado en el “agravamiento de una situación ya crónica” de hambre en el mundo.

Según los datos de la FAO, en un solo año, el número de personas amenazadas por el hambre ha pasado de 963 a 1.020 millones, en su mayoría mujeres y niños que sobreviven con menos de un dólar al día.

“De ellos, 20 millones padecen hambre severa con peligro de muerte inmediata”, ha advertido el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué, en el acto de presentación del estudio que destaca que esta situación se produce en un momento en que la producción de alimentos ha alcanzado máximos históricos.

“Ya no se trata de una falta de alimentos, sino de una falta de acceso a los alimentos”, como demuestra el hecho de que la mayoría de quienes pasan hambre se dedican a la agricultura, ha asegurado.

En el mismo acto, el experto en desarrollo y cooperación internacional Karlos Pérez Armiño, ha argumentado que el incremento en los precios de los alimentos se debe fundamentalmente a la especulación financiera de los grandes fondos de inversión en futuros de alimentos.

Para Pérez Armiño, la política económica neo-liberal de las últimas décadas “es la base del fracaso de las políticas de lucha contra el hambre” ya que ha resultado en que los Gobiernos pierden influencia en este sector que queda a merced del mercado y bajo el control de grandes multinacionales.

Todo ello ha resultado en que los consumidores de países en desarrollo no se pueden permitir pagar el precio de los alimentos y adoptan estrategias de supervivencia como comer menos, vender sus escasas posesiones, endeudarse o emigrar, que a la larga no harán sino exacerbar el problema, han advertido.

Ante este panorama, “es absolutamente imprescindible volver a poner la agricultura en la centralidad de la cooperación y de la agenda política”, ha defendido el jefe del departamento de Cooperación Multilateral de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), José Moisés Martín.

A esta misma conclusión han llegado la Cruz Roja y la Media Luna Roja, que en 2008 pusieron en marcha una iniciativa basada en la comunidad y que se puso en marcha en 10 países africanos para promover la agricultura local mediante proyectos de agricultura sostenibles, microfinanzas, sistemas de riego a pequeña escala y establecimiento de sistemas de alerta temprana para la seguridad alimentaria.

Además, han instado a la comunidad internacional, y en especial a los miembros del G8, a prevenir una ulterior escalada de la crisis de alimentos apoyando programas a largo plazo y basados en la comunidad para prevenir la inseguridad alimentaria independientemente de las fluctuaciones del precio de los productos básicos y el petróleo.

Latinoamérica

La crisis financiera ha sumido en el hambre a seis millones de personas este año en América Latina y el Caribe, donde la cifra de desnutridos alcanzará los 53 millones en 2009, según otro informe de la FAO.

“Éramos la única región del mundo que estaba progresando en la reducción del hambre hasta 2005”, lamentó el director de la FAO para América Latina y el Caribe, José Graziano, quien aclaró que en la región no escasean los alimentos, sino las oportunidades para acceder a ellos.

En el último año, cuando los efectos de la crisis se han agudizado, la cantidad de desnutridos en Latinoamérica ha seguido creciendo, sobre todo, a causa del aumento del desempleo y la ausencia de programas sociales para enfrentarlo.

“Son países que no tienen protección para el desempleo como otros países (...). No trabajar significa no comer, y afecta mucho sobre todo a los pobres de zonas rurales”, indicó el director regional de la FAO.

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