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No más voces silenciadas por el abuso sexual infantil

Una exposición fotográfica de la asociación Lulacris visibiliza estos casos salvando los tabús que aún existen en nuestra sociedad

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Denunciar y dar visibilidad a las víctimas de lacras como el abuso sexual infantil es clave para que la sociedad conozca realmente lo que se esconde tras un problema que engloba a muchas víctimas que, en entornos de confianza, sufren agresiones inimaginables. Con el objetivo de transmitir al público de la manera más visual, a través de fotografías, se ha abierto al público en el Centro Documental José Luis Cano de Algeciras la exposición "No más voces silenciadas".

Laura Cuevas, presidenta de la asociación Lulacris, que trabaja con víctimas de abuso sexual infantil y en la prevención de estos casos, la impulsora de esta iniciativa. Desde su punto de vista de haber sufrido estas agresiones de primera mano, transmitió a su hija Laura Soler estas sensaciones para que ella, a través de la fotografía, lo plasmara en su obra.

La muestra cuenta con varias frases que representan sentimientos y emociones propios en las víctimas, especialmente en el momento de recibir la agresión. "No puedes contarlo, será nuestro secreto", es una de ellas. "Es muy difícil, especialmente a la gente que tu quieres porque es un daño tuyo y es el mayor miedo que puedes tener", confiesa Cuevas respecto a lo que supone abrirse ante sus seres queridos y contarles un caso como el suyo.

Otras imágenes transmiten soledad, una palabra recurrente ante la imposibilidad de confesar tu secreto. "No entiendes, sabes que no es bueno pero no sabes cómo afrontarlo. Al principio sabía que no era bueno por la reacción de mi padre y el miedo de sus ojos, pero no era consciente de lo que me estaba pasando", se sincera Cuevas.

Rabia, dolor e impotencia. "Esas palabras, cuando eres adolescente y ves lo que está pasando, es lo que sientes", señala la presidenta de Lulacris. "En la inocencia de un niño, ninguno va a pensar que lo que le hacen es malo", apunta. "Los monstruos de mi casa" es una de las señas que Laura Cuevas más reconoce como propias porque "es verme a mí de pequeña".

Además de las frases, que copan todos los espacios, dentro de la exposición hay un árbol de cuyas ramas penden unos pequeños papeles con palabras que representan las posibles consecuencias que tiene en una víctima el abuso infantil. Entre ellas aparecen términos como prostitución, picores, baja autoestima o drogadicción. Estas secuelas, además de tener muchas formas, no siempre son consecuencias directamente derivadas de la propia agresión, sino que es un proceso en el que varias se van enlazando. "Estoy en un grupo de personas que han sufrido abuso y puedo decir que, en muchos casos, las consecuencias en las víctimas son parecidas, aunque a cada personas le afecta de una forma distinta", sostiene Laura Cuevas.

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