La huelga de Acerinox cumple 35 días sin vías de solución cercanas y con la mira puesta en una más que probable movilización en Madrid en la semana del 11 al 18 de marzo.
Durante este poco más de un mes de paros, la percepción por parte de la ciudadanía de la protesta de los trabajadores ha fluctuado entre los que les profesan un apoyo incondicional y se muestran pacientes con sus cortes de autovía y las molestias causadas con sus reivindicaciones, y los que no encuentran justificadas algunas de sus acciones.
Para algunos de estos últimos, el hecho de que el colectivo se encuentra en huelga puede suponer pensar que no están haciendo nada. Nada más lejos de la realidad. Y para demostrarlo, uno de estos trabajadores, bajo el pseudónomo Samuelfoto.es, ha escrito y compartido un artículo en el que describe el día a día de la huelga. “Soy uno de esos que está trabajando a turnos. Porque sí, estamos de huelga pero cada uno de nosotros va a la puerta que tiene asignada en su turno. Así que seguimos con nuestros correspondientes ciclos, madrugones y noches despiertos”.
Samuelfoto, que ha publicado ya varios artículos durante esta huelga como ‘El sueldo de uno de Acerinox’ o ‘Más de 4.000 personas’ describiendo, a menudo, asuntos que no se perciben en las protestas o no se hablan habitualmente en los medios pero están en la calle, comenta que “el resto de la comarca que sufre las consecuencias de nuestras acciones solo ve lo que hacemos cuando damos por cul… “(sic). Lamenta que la gente “no es consciente de que estamos día y noche de huelga” incluso “compartiendo las comidas que preparamos y con las jodidas noches pasando frío dentro de las carpas mientras fuera llueve a mares”.
El empleado en huelga de la acería señala que cada trabajador hace “nuestros ciclos de trabajo de mañana, tarde, noche y descanso. Haciendo esos turnos lloviendo, con el frío de la noche y el viento que estamos teniendo en estos días. Para resguardarnos, tenemos carpas que nos han donado y “chiringuitos” que hemos apañado con plásticos. Para el frío, nuestros chaquetos y bidones con la leña que nos donan algunos comercios de la comarca”.
Samuelfoto relata que, “cuando empezamos la huelga, se hizo el reparto de personal entre los dos accesos”, y que, a partir de ahí, “cada uno en su turno echa sus ocho horas” con unos pequeños “matices” sobre la jornada laboral habitual. Entre esos detalles, señala que su principal labor es “estar en la puerta” las “ocho horas, se pasa frío, llueve, se forman charcos, hace viento”, la necesidad de “mantener unas mínimas infraestructuras para tener agua, poder comer algo, un café por las mañanas que es cuando refresca, etc)”.
Insiste en que cuando llueve o hace frío “nos resguardamos en las carpas de plástico y los espacios que hemos apañado” y que “cuando hay que estar así toda la noche, de 22.00 a 6.00 horas, es muy jodido”, lo que implica, señala, “que te planteas muchas cosas y te pones a prueba”, lo que, asegura, es “precisamente lo que quiere la empresa, ciclo tras ciclo la gente cada vez más cansada” porque “no nos equivoquemos. Esto es un pulso a ver quién aguanta más”.
Relata que “por las tardes se suele cocinar algo” describiendo ese turno como “el que se hace más llevadero” porque “has dormido tus horas y sabes que llegarás a casa a una hora razonable”. Si llega la leña que donan “los comercios y compañeros” la descargan y guardan de la lluvia. “Aunque los ánimos estén regular, pasas el tiempo como puedes, hablando con los compañeros, comentando las últimas noticias sobre cómo van las cosas…), apunta, finalizando su artículo insistiendo en que “los ánimos van y vienen”, que “puedes estar de buen humor y de risas entre amigos un momento y al siguiente empezar a darle “vueltas al tarro” y preocuparte al no saber cuanto tiempo estaremos así. Porque de verdad os digo que esta situación va para largo”, concluye.
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