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El Barça de Guardiola se planta en su duodécima final

Culés y leones reeditarán su enfrentamiento de hace tres años

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  • Cesc, autor del primer gol. -
El Barcelona de Pep Guardiola sentenció la eliminatoria ante el Valencia con una victoria en el Camp Nou (2-0) y jugará su duodécima final en tres años y medio, la tercera de la Copa del Rey desde que el técnico de Santpedor dirige al conjunto azulgrana.

Un nuevo fogonazo de la sociedad Messi-Cesc congeló la eliminatoria al cuarto de hora y le cambió el paso a un partido que, hasta entonces, había tenido un claro dominador, el Valencia, que había salido al Camp Nou a quitar a los azulgranas su tesoro más preciado: el balón.

Con la defensa adelantada, las líneas muy juntas y presionado muy arriba, el equipo de Unai Emery encerró al Barcelona durante esos primero quince minutos.Aduriz, sustituto de última hora del griposo Soldado, incordiaba arriba, Albelda trabajaba a destajo en el centro del campo y Banega dirigía el ataque de su equipo en busca del gol.

Sin embargo, solo Feghouli, con un tiro desde la frontal del área, amenazó de verdad la meta de Pinto. La atrevida táctica del conjunto valenciano además entrañaba sus riesgos.

El riesgo de que Messi te agarre un balón en el interior, levante la cabeza, le envíe un pase cruzado a Cesc y que éste gane la espalda a la zaga visitante para picar sutilmente el esférico sobre la salida en falso de Diego Alves.

El 1-0 mató al Valencia, que hasta entonces había jugado con una determinación encomiable, y dio vida al Barça, que empezó a ser el Barça y ya no dejaría de serlo hasta el final del choque.

Los azulgranas pudieron sentenciar la eliminatoria antes de llegar al descanso. Cesc tuvo tres ocasiones clarísimas, Messi otras dos. Xavi, Cuenca y Alexis también lo intentaron.

Sin embargo, casi siempre se encontraron con Diego Alves.A estas alturas del encuentro, el conjunto visitante ya estaba a merced de los locales. Víctor Ruiz y Rami eran un manojo de nervios y Xavi y Thiago se gustaban cada vez más mientras manejaban el partido a su antojo.

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