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Juan Diego o la conexión cósmica con el público

En 50 años de profesión, Juan Diego ha hecho de todo, hasta de embarazada, y en cada papel "se ha mudado" al personaje, aunque fuera un asesino de niños. Ahora "es", en un monólogo de Juan José Millás, Fulano, un enamorado de las palabras que sobrecoge al auditorio

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  • Juan Diego -

En 50 años de profesión, Juan Diego ha hecho de todo, hasta de embarazada, y en cada papel "se ha mudado" al personaje, aunque fuera un asesino de niños. Ahora "es", en un monólogo de Juan José Millás, Fulano, un enamorado de las palabras que sobrecoge al auditorio y con el que él disfruta como en su vida.

Estrenó "La lengua madre" el día 15 en Sevilla y ha estado ya en Jerez, Granada, Murcia y Alicante, "plazas" previas a su debut en Madrid, en el Bellas Artes el 9 de enero, y le ha pasado, confiesa en una entrevista con Efe, "lo que nunca" en tantos años de profesión: una "conexión cósmica" que suspendió el tiempo, el espacio y la sacrosanta convención teatral.

"Fue en Jerez. Pasó una cosa de un minuto y medio que no puedo explicar. Cuando eso sucede te dices '¿que más me puede ocurrir ya?'. ¿A dónde vas a ir que te pase eso?. No hay nada en el mundo que te pueda dar más", rememora aún emocionado hasta las lágrimas.

La "suspensión astral" llegó cuando su personaje se refiere a un suicidio por un desahucio: "pasó allí pero en todas partes los silencios son impresionantes. Me tengo que dar la vuelta y tratar de cambiar porque nos quedamos petrificados y no digo nada del día de Granada, cuando coincidió con la muerte de dos pensionistas...".

Dirigido por Emilio Hernández, Juan Diego, que cumplió en un escenario de Murcia el pasado día 14, "a las 22:10 horas", los 70 años aunque su aspecto, presume, "ande por los 50 ó los 60", incorpora un personaje "muy, muy" lejano a él pero, confiesa, nunca en su vida ha tenido tantas ganas de salir a escena.

Su "Fulano" -"no sabíamos qué nombre ponerle y al final se quedó en eso"- va a dar una conferencia en defensa de la gramática y del orden alfabético, y una palabra le lleva a otra, y recuerda su vida y habla con su gente.

"'La primera palabra que recuerdo es aborto porque mi madre me enseñó a hablar en orden alfabético. La solía utilizar mi madre para relatar en voz baja algo que le había pasado a una hermana suya'", entona metido en la piel de Fulano, un hombre que hubiera querido inventar una nueva manera de comunicarse.

A Juan Diego -Ruiz Moreno en el DNI-, que solo había hecho antes otro monólogo, sobre la novela "El pianista", de Vázquez Montalbán, le llegó lo de Millás hace dos años a través de un amigo y pensó que "ahí" había otro texto que le interesaba hacer en solitario.

"Ya en la primera reunión les advertí -a Hernández y a Millás- 'me merezco pasármelo bien en escena'. Nos veíamos una vez a la semana y trabajábamos sobre el material que traía Juan y empezó a ser la historia de un profesor ingenuo, bondadoso y capaz de construir nuevos mundos con las palabras y que cuando va a dar una conferencia lo pasa muy mal y desbarra y las letras se le escapan".

Su propósito ha sido que la historia sea lo más cercana posible al hombre de la calle, "el que no se siente en posesión de nada y al que le falta la profundidad de análisis que tampoco tienen los nuevos manifestantes", cuyo dolor enternece "muchísimo" a este veterano de "la pelea contra Franco".

Se refiere el actor a personas "de 60 o 70 años" con cara de que "se acaban de quitar el batín a cuadros y han decidido bajar a la calle para defender las tres pesetas que tienen porque no les llega para nada".

Ante la situación, Juan Diego siente una rabia que "se le escapa por las plantas de los pies": "qué burla está haciendo la democracia del hombre, del ser... Las imperfecciones tenían su sentido siempre que el centro fuera el hombre pero ahora es el mercado".

Por eso era "casi obligado" hacer un texto "del aquí y el ahora", en el que la ironía, la causticidad, permitiera mirar la realidad con distancia y a la vez "meterse en algo tan terrible como que alguien se suicide porque le van a desahuciar".

Está encantado con el público, "una maravilla, con cultura, que sabe dónde va y lo que va a ver".

Y el actor se acuerda de cuando en los años 70 hacía en Pontevedra una obra de vanguardia, "La noche de los asesinos", de José Triana, con Emma Cohen y Julia Peña, y él fingía, "aflautando la voz", que era su propia madre embarazada.

"'Maricón' me gritó uno varias veces y a mí se me ocurrió en medio de aquella realidad mediocre, gris y sucia decir '¿os dais cuenta?, siempre está el mismo vecino miserable que me insulta, ¿por qué?' y el público rompió a aplaudir y a decirle al ofensor 'a lo mejor el maricón lo eres tú'".

Ha hecho de todo, bueno y malo. Solo, se ríe, le queda montar en globo y no descarta hacerlo entre la turné con "La lengua madre" y terminar el rodaje de "Anochece en la India", de Chema Rodríguez, en la que interpreta a un enfermo de ELA. "De todo, ya te digo", se parte de risa.

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