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Notas de un lector

Haikus frente a la muerte

En su constante y meritorio empeño por dar a conocer la poesía oriental en nuestro país, la editorial Hiperión publica “Haikus en el corredor de la muerte”, un sorprendente volumen que recoge buen número de haikusescritos por condenados a la pena capital.

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En su constante y meritorio empeño por dar a conocer la poesía oriental en nuestro país, la editorial Hiperión publica “Haikus en el corredor de la muerte”, un sorprendente volumen que recoge buen número de haikusescritos por condenados a la pena capital.

     Elena Gallego y SeikuOta han traducido y estado a cargo de la edición. En su epílogo, ambas traductoras anotan que su intención es mostrar “una realidad desconocida del mundo japonés en el mundo hispánico (…); el haiku no es  exclusiva o necesariamente poesía de la naturaleza, sino que puede abarcar todo tipo de temas humanos como pueden ser la vida cotidiana, las relaciones personales, los sentimientosetc, porque para los japoneses los seres humanos somos parte integrante de la naturaleza y no parte dominante de la misma, como se concibe en Occidente”. Además, refieren que el 80% de la población japonesa está a favor de la pena de muerte, si bien, sorprende el desconocimiento y secretismo con el que vive la mayoría de esa población en torno a este tema.

     Dividido en cinco apartados temáticos, “Soledad”, “Lazos – madre – pueblo natal”, Mi culpa”, “Vivir” y “Despedida”, la compilación reúne el testimonio lírico de treinta y seis autores diferentes, cuyas edades de ejecución oscilan entre los 25 y los 77 años.
La mayor parte de los textos aquí recogidos, tienen un inevitable espíritu de testamento, de voluntad última, en la que estos poetas de circunstancia dan fe de su estado, de su irrenunciable condición y de su inevitable adiós.


     Fernando Rodríguez Izquierdo, profesor de la Universidad de Sevilla y  experto en Japonología, afirma en su prólogo que, a pesar de la compleja y extrema situación a la que se enfrenta un condenado a muerte, “si el poema en cuestión tiene la brevedad y la condensación del haiku o del tanka, y una tradición nacional que los respalde, empezará a no parecernos tan extraño que un ser humano, con su esperanza de vida tan limitada por la justicia de su país, pretenda expresarse por escrito y en un cauce que le asegure cierto laconismo expresivo y rotundidad en las palabras”.Una exacta explicación, para refrendar muchos de los emotivos, intensos y sugestivos textos que componen esta antología.

De entre los haikus seleccionados, me es difícil espigar alguno como muestra, pues todos contienen una gran profundidad, una singular emoción, un personal estilo, que sorprende por la sobriedad que destilan. Además,  las notas que las editoras han puesto al pie de cada composición, ayudan, y  mucho, a descifrar con mayor conocimiento las circunstancias internas y externas que encierran estos versos.

    Al cabo, dejo como ejemplos los que, en una segunda lectura, han vuelto a producirme ese fulgor que concede la poesía escrita desde los adentros:
“Estando en la celda,/ por el cielo primaveral/ estoy corriendo.” (Kojika, ejecutado a los 38 años); “Viento otoñal./ Lejos del corazón/ está mi esposa.” (Hakuyoo, ejecutado a los 27 años); “El silencio/ me pregunta sobre la vida./ Noche de escarcha.” (Gyuuho, ejecutado a los 54 años); “Oscuridad de mayo./ Cegado por el rencor/ de la ejecución” (Masashi, condenado a muerte, pendiente de la revisión de su sentencia); “Golondrinas,/ palomas y gorriones,/ adiós.” (Kikusei, ejecutado a los 43 años).

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