Resulta complicado echar la vista atrás y comprender cómo la volatilidad es una característica directa del tiempo. Y es que a algunos le falta el dinero, a otros el empleo, pero lo peor es encontrarnos con quienes acusan de falta de respeto y honestidad, y de eso aquí, en San Fernando, podemos encontrar a más de uno sentado en lugares de poder.
Sólo debemos realizar una mirada a un pasado reciente, pues una década de tiempo quizás para algunos no sea demasiado, pero para otros es su vida entera, sólo habría que mirar a cada uno de los niños que este año han salido en la procesión del Corpus Christi por haber realizado la comunión. ¿Qué calle Real han conocido? La de las obras y sus boquetes.
En mi caso, fue en 2009 cuando inicié mis estudios en Arquitectura y ya empezamos a analizar los profundos interrogantes que escondía (o querían esconder) un proyecto impulsado para el beneficio de toda la Bahía de Cádiz. Pero no falto con eso, cuando la madurez de mis observaciones, marcadas por las arrugas que la especialización en Urbanismo incidían en mi forma de ver la ciudad, observaban la absurdez de las situaciones que vivía el proyecto, me ha hecho dedicarle tiempo para un análisis más objetivo del asunto, sobre todo en una época en que ya la ciudad apesta a colonia barata de aquellos políticos que se han quemado con este proyecto y que, con algo de perfume y sonrisas quieren ocultar su rastro de cara a las elecciones.
El primer corte en la calle Real de nuestra ciudad llegó en septiembre de 2008. Los motivos de elegir la calle Real eran claros, al menos para el extinto Partido Andalucista (aunque renacido en Andalucía por sí, o más bien renacido por y para su representante político): flujo de atracción en un centro histórico que pedía renovarse.
Quizás hubiera sido interesante pensar si en plena crisis financiera global era lógico imponer una obra de peatonalización y renovación de la arteria más dinámica comercial de San Fernando de más de 2 kilómetros de calle, que supondría una afección directa a los comercios del centro de la ciudad. Da igual, mejor que Ronda del Estero era la calle Real.
Interrogantes en el tiempo ha habido muchos. A mediados de 2010 tendría que haberse terminado las obras, un poco utópico ahora. En octubre de ese mismo año el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía declaraba nulo el Proyecto del Tren-tranvía a su paso por la calle Real, aunque dos años más tarde reconocía que era imposible volver atrás.
Noviembre de 2014, un suspenso en las pruebas
También en marzo de 2013 se hablaba de un inicio de su funcionamiento, al menos por San Fernando, otra gran mentira, aunque ya nos acercábamos a verlo transcurrir, pues, el sábado 22 de noviembre de 2014, el tranvía cruzó por primera vez la calle Real, alegría para muchos, tristeza para algunos más que veían como las pruebas se calificaban como suspenso.
Ese mismo mes de noviembre de 2014, la consejera de Fomento y Vivienda, Elena Cortés, rodeada por grandes autoridades del entorno de la Bahía, por supuesto nuestro esbelto teniente de alcalde Fran Romero, se daba golpes de orgullo al afirmar que estaría en funcionamiento muy pronto, y que los usuarios se estimaban en más de 6 millones de personas al año. Luego sería el consejero Felipe López quién nos afirmaría y perjuraría que estaría en funcionamiento para marzo de 2017. Menuda tildada de supuestas verdades, más bien de lo que mi abuela definiría como “mentiras piadosas”, ya que, ¿Para qué iban preocupar a la ciudadanía? No vayan a enfadarse. Lo peor está por llegar, y he aquí mi análisis desde una óptica urbanística-territorial.
A nivel territorial se definía el proyecto del tren-tranvía como la infraestructura de comunicación más importante de nuestro entorno como ámbito subregional, que englobaría las ciudades de la Bahía de Cádiz hasta Jerez. No era sólo un tranvía, sino que también era un tren, no pocos quebraderos de cabeza que desde su origen ya auspiciaban un alargamiento de los plazos. Se hablaba también de dos líneas que formarían un anillo circular y unirían Chiclana-San Fernando-Cádiz junto con otra de Cádiz-Puerto Real-Puerto de Santa María- Jerez. Si la primera lleva más de 10 años, a saber cuándo funcionará la segunda. En conclusión, una oportunidad sí que era, al menos sobre papel.
De un error a un problema
A nivel de ejecución la cosa cambia, y mucho. En primer lugar, elegir la calle Real como paso del tranvía ha sido un error y luego un problema. Todo tiene una medida, todo funciona con un espacio. Para un carril de coche son 3 metros, para dos carriles son 5,50 m, si es de autobús son 3,50 metros, si son tranvías de dos vías son 6,50 metros, añadiendo además los 3,50 de ancho de andenes. El acerado mínimo en una calle principal es de unos 3 metros, si hay actividad comercial nos iríamos a unos 6 metros, si hay terrazas a unos 8 metros. Dicho todo esto, y sin meter los carriles bici, ¿de verdad existía distancia lógica para introducir el tranvía en la calle real? Por supuesto que no. Las dos vías del tranvía más sus andenes ya suman 13,50 metros, más zonas comerciales y terrazas con paso para viandantes ya son 29,50 metros, y si le sumamos el carril bici, casi 32 metros. Y todo esto son medidas mínimas para una calle que tiene de media 20 metros de ancho.
Así pues, ahora nos encontramos con una calle peatonalizada con grandes deficiencias constructivas. Los materiales y la forma de realizar su ejecución ya eran erróneas, lo que obligó a reurbanizar de nuevo muchas zonas. Además, durante más de una década la falta de servicios urbanos ha sido muy denunciada, sin bancos, sin papeleras, sin un alumbrado adecuado. Hay que añadir la cantidad de catenarias que inundan toda la calle. Ver ese paisaje urbano es tremendamente desalentador, entristecedor, sobre todo cuando descubres que incumple el propio Plan Especial de Protección del Casco Histórico de San Fernando, aprobado en 2008.
Centrándonos en los perjuicios derivados de su inserción, ¿por qué no se ha señalizado el carril bici? Caminar por esa calle es un peligro constante, a menos que lo hagas pegado al lindero de las edificaciones. Si no se ha señalizado es porque no existe su espacio. No existe distancia para un carril con el que los políticos isleños se han llenado la boca de palabras como sostenibilidad, comunicación ecológica entre ciudades, nuevas formas de movilidad, entre otras. Pues no, espacio no hay, por eso no se señaliza. Es y será la ley del más fuerte.
Sin espacio para peatones
Otro problema directo derivado de la falta de espacio es para los peatones. En un momento en el que el Urbanismo del siglo XXI reafirma la necesidad de volver a relegar los vehículos motorizados hacia un segundo nivel, en un momento en el que se prima el espacio público como el espacio colectivo de la ciudadanía, aquí, en San Fernando, la movilidad urbana vive en la extrema anarquía. Llegan los patinetes eléctricos, bicis eléctricas, más la coexistencia con bicis urbanas tradicionales, taxis o motos, todo ello en un cóctel de intragable sabor que es la calle principal arterial de la vida cotidiana de la ciudad. Pero ¿y los ciudadanos?; ¿y la vida del comercio? También dirán que nunca hay gente en la calle Real. Más bien los han echado.
Sumemos algo más a este desparpajo céntrico que tenemos: los colegios. Entre las personas inacostumbradas a lo que supondrá el paso del tranvía, sin una política de divulgación de medidas de prevención de la seguridad; entre el peligro de los coches que conducen y cruzan la calle Real para ir de una parte a otra de la ciudad como si fueran dueño y señor del ámbito urbano; entre ciclistas urbanos de la categoría de Alberto Contador o Miguel Induráin; a todo ello hay que añadir los niños y lo que hacen (y deben hacer): correr, jugar y divertirse. Ojalá pudiera el tiempo darnos un mayor respiro para adoptar medidas adecuadas de precaución, sin embargo, estoy seguro que una década más tarde no se habrían realizado. Nos cabe el alivio de saber que tenemos a los mejores profesionales médicos de Europa, aunque en fatídicas condiciones laborales.
He expuesto varios aspectos que sólo espero que sirvan de alerta. Sea un toque de atención a los políticos que tienen en sus manos arreglar lo que se pueda, y no sólo en los próximos cuatro meses. Sirvan a los ciudadanos para concienciarlos en la utilización del espacio público y de cara a esos próximos cuatro meses puesto que llegan obras, llegan elecciones.
Para concluir, una última noticia recientemente publicada. El funcionamiento del tren-tranvía debe de comenzar antes del 31 de marzo de 2019, y debe ser de forma comercial. ¿Otra verdad escondida? No lo sé, pero sí sé que para el funcionamiento del tren-tranvía era obligatoria la construcción de la subestación de Janer, ya que faltaba energía suficiente para realizar todo su recorrido, un hecho que no estará antes de verano de 2019. Mientras tanto acallan a las multitudes que ven en sus pruebas dinámicas el futuro medio de transporte de nuestra provincia, al menos los años en que funcione.
Alberto Jiménez Moreno es arquitecto urbanista