Sacudidas y temores

Publicado: 02/01/2025
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

VISITAR BLOG
Dictan medidas para corregir la contaminación, pero no dejan de ensuciar el aire que respiramos y adulterar los alimentos que comemos
Hay miserables que manejan el mundo desde las sombras, y no sabemos  ni conocemos sus nombres. Son poderes ocultos que hacen de quienes habitamos el Planeta unos instrumentos utilizables y de esta casa perdida en el universo un escenario para sus falsos ideales e intereses inconfesables.

Dictan medidas para corregir la contaminación, pero no dejan de ensuciar el aire que respiramos y adulterar los alimentos que comemos. Pretenden convencernos y hacernos sucumbir a la tentación que todo debe seguir igual, en lugar de unir nuestras voces y fuerzas para producir la revolución de un cambio necesario y deseable.

Estos poderes lo mismo hacen temblar las bolsas y las economías mundiales que provocan guerras y desestabilizan territorios, suben y bajan los precios a su antojo, y huyen cuando tienen que dar la cara o se atornillan al poder cometiendo todo tipo de fraudes, bloqueando avances y alimentando retrocesos en el marco de los derechos humanos.

Ante estas sacudidas y temores que nos acechan en la  realidad y a través de las redes sociales, hemos de reivindicar el papel de la política para fortalecer la democracia, al afectarnos y concernirnos a la totalidad de los ciudadanos y ciudadanas.

Cuando estamos en crisis por inestabilidades sociales e individuales, y es frecuente asistir a que cada uno intente examinar la realidad, según sus intereses y pensamientos y desde esa óptica descalificar todo lo que no nos guste, acusando de ello a la política y a los políticos, culpando  siempre a los otros, aplicando la moralina según nos convenga en  cada momento y lugar.

Quisiera entre miedos y amenazas que pretenden normalizar algunos indeseables, reivindicar el carácter de lo político y el valor de la política , aunque la Historia nos ofrezca demasiados  ejemplos no edificantes que renuncian a sus ideales, de los que se corrompen a cambio de cualquier cosa y de los mercaderes que subastan la voluntad popular en la plaza pública y al mejor postor.

Es bueno y saludable defender el poder estimulante de la toma de decisión colectiva. La esperanza en el progreso y la evolución de una sociedad han de ir de la mano de las actuaciones políticas, no de los salvadores apolíticos que intentan reducirnos a ser súbditos y no activos ciudadanos, ser buenos y dóciles, eliminando de nuestras cabezas cualquier atisbo ideológico.

Los redentores que desde un populismo vomitivo, discursean sin contenido, hablan compulsivamente y predican sobre las grandes ventajas de una sociedad “limpia y sin defectos “, son en ocasiones los primeros en deslegitimar lo público, porque entre lo que dicen y lo que hacen, cualquier parecido es pura coincidencia .

Existen muchas formas de ensuciar una de las más nobles actividades que el ser humano puede realizar, el servicio a la comunidad: Tal vez, una de las más frecuentes sea la de subordinar los intereses políticos a bastardos intereses económicos, lo cual encierra una doble y peligrosa contradicción, y es pasar lo público, patrimonio ciudadano, a la esfera de lo privado, es la privatización de lo que nos pertenece a todos y la otra, la corrupción que esto genera.

Otras dos tentaciones muy al uso son, por una parte el intento de judicialización de la vida política , intentando generar una atmosfera de sospecha sobre todos los que dedican sus esfuerzos a mejorar nuestras condiciones de vida, juzgándolos y condenándolos de antemano y considerándolos culpables por el mero hecho de ser lo que son y estar donde están.

La otra, la deslealtad como premisa y objetivo fundamental que impregna toda nuestra actuación política, el todo vale con tal de perpetuarse , el prometer una cosa y hacer todo lo contrario, o incumplir las promesas como principio. Son los traficantes de la política, que les trae sin cuidado la libre discusión de las ideas, frente a la batalla por conservar sus sillones, aquellos que nunca dimiten aunque sean responsables de una catástrofe , los que nunca son cesados sino trasladados por conveniencia. 

Debemos revalidar nuestra confianza en la política y los políticos , que lejos de las injurias, las infamias y las calumnias como armas al uso, asistamos a un espectáculo del respeto, que nos ofrezca credibilidad y en la que intentemos encontrar la verdad , en la que seamos capaces de anteponer la política a la economía, la filosofía humanista y la practica humana, a la desideologización y el logro de una sociedad más justa y equitativa al enriquecimiento personal.
 

© Copyright 2025 Andalucía Información