El Valencia goleó con autoridad al Ludogorets búlgaro en un partido en el que siempre fue superior en fútbol y en efectividad a su rival a pesar de jugar desde el minuto 23 con diez futbolistas tras la expulsión de Seydou Keita con 0-1 en el marcador, lo que no le impidió imponer su ley.
Los hombres de Juan Antonio Pizzi mandaron cuando eran once y se adaptaron perfectamente a la inferioridad, con una gran capacidad para cerrar líneas y una gran motivación a la que contribuyó en gran medida el penalti detenido por Alves a mitad del primer periodo en la acción de la expulsión de Keita.
La primera parte fue muy interesante. Hubo dos tantos para el Valencia, la roja directa a Keita y el penalti parado por Diego Alves tras la acción que propició la cartulina para su compañero en una decisión arbitral excesiva, ya que la acción era punible pero no merecía la expulsión.
Barragán, en su primer gol como valencianista, abrió el marcador pronto en un gran remate desde fuera del área, lo que dio paso a unos minutos de control del juego para su equipo, que se manejaba con cierta placidez y sin agobios.
Sin embargo, el empujón de Keita a Berjzak dejó al Valencia en inferioridad cuando tan sólo se llevaban 23 minutos de juego. Por delante del rematador estaba Senderos, por lo que el árbitro no debió decretar la expulsión.
Alves acertó con un balón iba a su derecha en el disparo de Berjzak y lo rechazó. A partir de entonces, el Valencia se replegó y se mostró como un equipo muy solidario y en una de sus pocas llegadas a la meta rival, Fede Cartabia hizo el 0-2, marcador que se mantuvo hasta el descanso.
El Valencia continuó con el control del juego al comienzo del segundo tiempo y en una de sus primeras opciones hizo el 0-3 en un córner que tocaron de cabeza Mathieu y Vargas, antes de que, también de cabeza, Senderos lograra batir al meta Stoyanov en su primer tanto como valencianista.
El tercer gol visitante noqueó al Ludogorets, que se veía impotente ante el conjunto español y que creó menos peligro que en la primera parte, al tiempo que el Valencia cada vez se sentía más cómodo sobre el terreno de juego.
Cuando restaban veinte minutos para el final todo estaba resuelto como consecuencia de la superioridad acompañada de goles que el equipo de Pizzi mostró de principio a fin.
A diez minutos del final se produjo la expulsión, también rigurosa, del jugador local Quixadá por un empujón a Joao Pereira, lo que neutralizó la superioridad numérica del equipo búlgaro, con el encuentro decidido desde hacía mucho tiempo.