Mireia Belmonte hizo historia y se convirtió en la primera nadadora española en colgarse una medalla de oro olímpica, tras imponerse este miércoles en la final de los 200 mariposa de los Juegos Olímpicos de Río.
Un triunfo que premió el trabajo infatigable de una nadadora siempre dispuesta a explorar sus límites tanto físicos como metales, a romper la zona de confort, el paso que distingue a los buenos deportistas de los campeones.
Para ello, Mireia se ha sometido a un intenso entrenamiento durante los últimos cuatro años, que nos solo ha fortalecido su cuerpo, sino que ha endurecido su mente, hasta convertirla en la voraz competidora que hoy se colgó el oro en Río.
"Es el premio a muchos días de trabajo, al empeño por seguir adelante, pese a haber pensado en más de una ocasión que no valía la pena. Pero siempre tienes ese objetivo final por el que luchas y trabajas cada día", señaló Belmonte tras colgarse el oro.
Una fortaleza mental que le permitió no desmoronarse ante el fortísimo arranque de la australiana Madeline Groves, su máxima rival por el oro, convencida de que su táctica, esa ya clásica forma de nadar siempre de menos a más le llevaría a la victoria.
De esta modo, Mireia no se inquietó por el casi un segundo en el que la australiana le aventajaba al pasar los primeros 50 metros, como tampoco se aceleró cuando al llegar al ecuador de prueba, la distancia con Groves había descendido a 46 centésimas.
Todo estaba previsto, todo estaba calculado, brazada a brazada Mireia siguió y siguió recortando su desventaja hasta adelantar a la australiana Madeline Groves al paso por los 150 metros, a falta tan sólo de un último largo.
Cincuenta metros finales en los que Mireia Belmonte tuvo que recurrir a su enorme capacidad de sacrificio para resistir el ataque de la japonesa Natsumi Hoshi, la vigente campeona mundial, y sobre todo para aguantar el contraataque de Groves, que volvió a la carga en los metros finales para intentar doblegar a la española.
Para ya nada ni nadie pudo impedir que la española tocara el cielo, que cumpliera su sueño de proclamarse campeona olímpica, y tocó la pared con tan sólo 3 centésimas de ventaja sobre la australiana, apenas un suspiro.
Tres centésimas que permitieron a Mireia Belmonte a cambiar la plata que logró hace cuatro años en Londres por el oro, que le permite entrar a sus 26 años en la leyenda, a convertirse en la primera nadadora española en pisar lo más alto de un podio olímpico.