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El cementerio de los ingleses

Silencio informativo

Hay silencios elocuentes o silencios que sólo lo son en comparación con la difusión de otras noticias más mediáticas

Publicado: 31/08/2022 ·
15:43
· Actualizado: 31/08/2022 · 15:43
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Un argumento que se suele esgrimir, sobre todo, a la hora de hacer creer que un hecho noticiable conviene a unos o a otros (normalmente a quien esté en el poder en ese momento) es el silencio informativo al respecto. Desde la moción de censura de 2018 y el gobierno resultante de las últimas elecciones generales, esto ocurre con cierta frecuencia. Por ejemplo, cuando un sector de la población se indignó cuando La Manada (por fin) fue condenada por agresión sexual y no por abuso, empezaron a aparecer noticias sobre agresiones sexuales cometidas presuntamente por inmigrantes. Muchos las compartían en sus redes con el comentario “No verás nada de esto en los medios”. Independientemente de la veracidad o no del contenido, pues hubo muchos bulos sobre el asunto, lo cierto es que resultaba irónico que se quisiera denunciar silencio informativo sobre los supuestos hechos adjuntando un enlace de prensa.

Hay silencios elocuentes o silencios que sólo lo son en comparación con la difusión de otras noticias más mediáticas. Por ejemplo, la reciente huelga de los trabajadores de Zumosol, que he estado siguiendo por Twitter sin encontrar (no digo que no la hubiera pero yo no la he encontrado) cobertura mediática del conflicto laboral. Los audios de distintas cabezas del cartel informativo español con Villarejo darían para un culebrón, sin embargo los informativos españoles han decidido que mejor se esperan a que salga en Netflix. Sin ir más lejos, cuando alguien de Podemos ha sido absuelto en un juicio o se ha archivado la causa por no haber indicios de delito, apenas se le ha dedicado la centésima parte del tiempo de exposición que tuvo la denuncia. Así es difícil combatir la desinformación: si decir la verdad lleva más tiempo que mentir, ¿cómo podemos esperar que se tomen ese esfuerzo si ni siquiera se toman la molestia de hacer referencia al hecho?

En estos días, se ha sabido de un caso que en otro lugar habría sido un absoluto escándalo y aquí ni se ha mencionado. Cristina Seguí, tertuliana, dicen que periodista y cofundadora de VOX, ha sido acusada por una testigo del “Caso Oltra” de sobornarla para dar un falso testimonio en dicha causa y, luego, dejarla tirada. Al margen del hecho despreciable de cometer perjurio así te ofrezcan las riquezas de El Dorado (a Seguí le bastó, presuntamente, con ofrecer casa y trabajo), el hecho de que una persona mediática y fundadora de un partido que aspira a gobernar la nación sea capaz de algo así debería ser uno de esos escándalos que copan horas de televisión, titulares, especiales de

Ferreras (ah, claro, olvidaba que...) y hasta parodias de José Mota. Sin embargo, hay que irse a Twitter para conocer algo sobre el asunto y en los medios “serios” sólo se oye el canto de los grillos. Ni siquiera en El Intermedio, el informativo más serio de este país pese a ser un programa de humor, se ha dicho nada al respecto. Tuvo más cobertura la denuncia falsa del “Caso Niñera” contra Irene Montero. Joder, ni que la cobertura de hechos noticiables tuviera que ver con la idelogía. Disculpen el sarcasmo. Claro que tiene que ver.

En cualquier caso, esto es para hacérselo mirar en serio. Tenemos a estrellas mediáticas con probada tendencia a mentir en vez de informar, programas que disfrazan a candidatos políticos de perfil bajo como si fueran ciudadanos de a pie para dar voz velada a la ultraderecha (al final Todo es Mentira), a Inda en las tertulias, a Negre subvencionado para difundir bulos... y a una política que dimite por una acusación sustentada en un falso testimonio sin que nadie diga nada del tema. Un perjurio bajo soborno, casi nada. Los grillos siguen cantando. Se supone que el periodista debe abrir la ventana y contarnos si llueve, pero por orden del dinero el periodismo español sigue con las ventanas tapiadas. Poderoso caballero...

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