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El cementerio de los ingleses

El mito inalcanzable

El conocimiento también es revolucionario. La sabiduría, como se dice de la información, es poder

Publicado: 13/10/2024 ·
14:08
· Actualizado: 13/10/2024 · 14:09
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Esta semana, charlando con una amiga, recordaba una conferencia del presentador de televisión Christian Gálvez. El conocido comunicador es un apasionado de la figura de Leonardo da Vinci. En la referida conferencia, hacía alusión al origen humilde del artista e inventor; Leonardo había sido un hijo bastardo y, si bien nada hubo de faltarle, básicamente se crió en el campo. La cualidad que más podría destacarse es la curiosidad: era un niño que se dedicaba a observarlo todo.

Dicha curiosidad sería el estímulo que llevaría a un pequeño a convertirse en el mito para la Humanidad que es hoy día y será para siempre. Esa crianza campestre, que normalmente se asocia con la tosquedad y la falta de conocimiento, dio origen a inventos prodigiosos para la época y a una inquietud intelectual que llevó a Leonardo a ser parte de la Historia. Sin embargo, tanto la magnitud de sus méritos como el relato sobre su persona, nos lo presentan como una mente privilegiada, una figura inalcanzable para el grueso de los mortales.

¿Por qué? Bajo mi punto de vista porque en el fondo hay figuras de poder (las llamadas élites) a quienes no les gustaría ver un mundo plagado de Leonardos. ¿Se imaginan, con los conocimientos que se tienen hoy día, a dónde podría llegar ese niño curioso que observaba cuanto había a su alrededor? El conocimiento también es revolucionario. La sabiduría, como se dice de la información, es poder. ¿Quiere decir esto que cuestione el talento de Da Vinci? Obviamente, no. Más bien lo hago extensivo y alcanzable para las demás personas. Una persona curiosa, en esta era de información a un clic de distancia, puede ser un digno sucesor.

Esta reflexión salida de un café entre dos amigos fue sólo el germen de otro centrifugado que mi hiperactiva cabecita le dio a este tema. A veces pueden surgir pensamientos repentinos durante cualquier conversación. Sin embargo, su desarrollo posterior fue lo que me llevó a esta columna de hoy. Porque sólo así me explico cómo llevamos décadas asistiendo al triunfo de la incultura, la dominación de la ignorancia, el fomento de la conspiranoia y la arrogancia de los imbéciles.

Esta mitificación de quienes hicieron grandes cosas combinando talento natural con curiosidad y trabajo (cualidades muy humanas) es la mejor manera de echar para detrás a cualquiera que ose tratar de seguir la senda del italiano. “No puedo lograrlo, no soy Leonardo, ni Edison, ni (inserte aquí el nombre de cualquier leyenda de la Humanidad)”. Y, entre esos que se echen para detrás, puede haber alguien con sus mismas cualidades. También, la continua degradación del sistema educativo o la popularidad de personajes que no saben hacer la “o” con un canuto, suman a la causa de poner cotas al ingenio humano.

Oí a un pedagogo decir que lo mejor que le puede pasar a los niños es tener tiempo para aburrirse, porque desarrollarán la imaginación. Justo lo que no les deja desarrollar, por falta de tiempo, el sinfín de actividades extraescolares al que se les somete desde edades muy tempranas. Los contenidos curriculares, cada vez más prácticos y menos humanísticos, ayudan a robotizar a esos seres humanos a falta de robots humanoides aún en la era de la Inteligencia Artificial.

Hacemos creer que el camino fácil es de listos y promocionamos a famosillos de medio pelo. Incluso se fabrican artistas en serie, se escriben libros con IA y se les bombardea con música simplona hecha por ordenador. ¿Para qué estudiar ingeniería, cuya salida más habitual es el burger de la esquina, si puedo ganar dinero en un reality como la choni de la tele o cantar con autotune como el que triunfa en la radio? Así se les inculca ir a lo fácil y dejar la cultura y el estudio a un lado. No sea que se conviertan en otro mito inalcanzable.

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