Cada cosa tiene su momento. Y estamos ya en junio, antesala de un verano al que, imagino, todos aguardan con ansia para dar carpetazo a uno de los cursos políticos más negros de la reciente historia democrática y ello lo ratifica el hecho de que no hay semana en la que la crónica de la actualidad no destape nuevas vergüenzas de lo que hemos sido y somos. La impertinente subida salarial en dietas pretendida para el presidente del Parlamento y adjuntos e inicialmente aprobada por PSOE, IU y PP, anulada por Griñán horas después, no es más que el reflejo de que para muchos la crisis es para otros, no para ellos. En fin. Cuando pase el verano, me centro, el reloj electoral habrá avanzado lo suficiente como para que todos deban dirimir candidaturas y, de todos, quien más revuelto otea su horizonte es un PP-A que en casi nada ha consumido el crédito que obtuvo y que hoy, según sondeos, se halla nada menos que once puntos por debajo de la victoria insuficiente lograda por Javier Arenas. Y, lo que es peor, sin un candidato solvente que frene esta caída libre.
Del 25-M a la comunión. Resumo: Arenas no logró la mayoría para gobernar, tras lo cual su íntima enemiga, Cospedal, atacó su terruño andaluz negándole la posibilidad de que la presidencia recayera en Antonio Sanz, al que él proponía para el cargo, y tras un fin de semana de sol y móvil ambos comparecían un lunes en Sevilla para anunciar su marcha con destino a, en principio, cuarteles de invierno. Cospe, muy fuerte entonces y menos ahora tras su desvarío con lo de Bárcenas, se anotaba un tanto al colocar en el cargo a Juan Ignacio Zoido y hubieran sido dos de haber logrado convencer durante ese fin de semana a Sanz para que aceptara continuar como secretario general en Andalucía, pero la lealtad de éste hacia Arenas no le nubló la vista y, fiel, decidió seguir la estela de Javier. La misión de Zoido, más que preparar su candidatura a la Junta, era borrar el
arenismo en Andalucía y, para ello, contaba con algunos aliados como José Luis Sanz, alcalde de Tomares y al que nombró secretario general, Nieto, alcalde de Córdoba, Fernández de Moya, de Jaén; otros, como Bendono, presidente de la Diputación de Málaga, el entorno de Almería representando, sobre todo, por Gabriel Amat, alcalde de Roquetas, e incluso Carmen Crespo, ex alcaldesa de Adra y hoy delegada del Gobierno, o el propio Sanz, atrincherado en Cádiz, o determinada gente de Málaga y Granada, guardaron el espacio que Javier necesitaba para no perder del todo un poder tutelado por él durante más de veinte años. Y durante este tiempo han pasado tres cosas: Javier marchó a Madrid y con su verbo fácil y su cintura de pugilista fajador afianzó sintonía con el jefe, más al ser hoy quien resuelve la fontanería escabrosa en asuntos tan delicados como el de los papeles de Bárcenas y eso Rajoy, con tantos frentes por cubrir, lo agradece y mucho, otra que Antonio Sanz instaló en Cádiz el reducto más fuerte del arenismo y, trabajador incansable como es, lo controla todo, lealtades y supuestas deslealtades en la zona que, dicho sea de paso, Javier tiene anotadas en su libreta negra para cuando proceda, y tres que Zoido rompió definitivamente en lo que se intuía, nada, y todos se preguntan si va, viene o, definitivamente, se ha detenido y, en tal caso, dónde. Javier Arenas es como el corcho, flota. Con Zoido el PP, como decía, ha caído once puntos en Andalucía, más o menos los mismos que ha perdido Cospedal para pelear por la siguiente batalla que es el candidato a poner para la Junta y más a sabiendas que sea quien sea lo probable, si no seguro, es que pierda, y lo hará porque el PSOE ha frenado su descenso e IU está haciendo los deberes en silencio y crecerá y bastante.
Con estas llegamos a la comunión del hijo menor de Javier Arenas celebrada en Sevilla, concretamente en Pineda, hace unas semanas y a la que asistió Rajoy en un gesto, primero, de complicidad hacia él y, segundo, de establecer cierto orden ante lo que parecía un anuncio inminente de renuncia de Zoido sobre su candidatura a la Junta cuando el relevo no está nada claro. El alcalde de Sevilla, que cuentan no pensaba asistir, se presentó raudo al conocer la presencia de Rajoy y aceptó aguantar su decisión a petición del presidente, todo ello en un cónclave político familiar donde además sí estuvieron Sanz, ambos, Tarno, Salas o Teófila y, en cambio, no otros, tal vez por falta de sintonía personal, tal vez porque Macarena, madre del celebrante, revisó el listado de invitados y, claro, digamos que este o aquella mejor no, tal vez porque hubiera que evitar dispendios en tiempos de crisis ajustando el listado de invitados. Lo cierto es que Arenas no suele dar, como se dice por aquí,
puntá sin hilo, sabe que ha llegado la hora de apretar para poner candidato y que, afortunadamente, esta hora coincide con el peor momento orgánico de una Cospedal a la que le tiemblan las rodillas y que ya no reta a duelo con la altanería de hace poco menos de dos años. Ahí te quería ver, piensa. Y con tu idea, once puntos por debajo, concluye.
El debate orgánico. El PP es un partido que por su tradición no precisamente asamblearia se mueve cual elefante en cacharrería en asuntos orgánicos, incómodo porque las designaciones son
dedocráticas y su militancia, impávida, observa y calla, pero en estas cosas influye tanto como yo con la troika. Nada. Y esta es una deuda pendiente que aún no han querido resolver, que deberían mirarse para convertirse en un partido mejor, destaco, y para ello no hay más que admirar la solvencia de base que tienen agrupaciones como la de Cádiz, avalada por la constante fuerza electoral que irradia Teo –hoy hubiera sido su momento, pero no-.
La quiniela de posibles candidatos es la de siempre: Nieto o Bendodo, uno por cada supuesto bando, a los que se suman Carmen Crespo, que es mujer y ya ha dicho que le gustaría, Carlos Rojas, que todos ya saben que no va a ser, Juan Manuel Moreno, de Málaga, que es joven, está bien considerado, es absolutamente desconocido y, seguramente, sería una apuesta de futuro pero quizás no para ahora, el propio José Luis Sanz, considerado buen gestor por algunos y, por otros, muy torpe tras emitir facturas falsas sobre su Ayuntamiento de comidas del PP andaluz y denunciado por el PA, muy de Zoido y Cospe y que, en cámara, el día que sonríe descorchan en la sede cava, o sea, nunca, o Fátima Báñez, ministra, quemada por la reforma y que electoralmente ilusiona once puntos por debajo de lo justo, a los que suman otros que no suelen participar de quinielas y que algunos se preguntan por qué, como, por ejemplo, García Pelayo, alcaldesa de Jerez y senadora y, aparentemente, con tantos apoyos como lo contrario y que ocupó centro de foto en la última convención del PP celebrada en Jerez. Poco más, salvo mirlo blanco agazapado a la espera de que otros muestren sus cartas y eso les ayude a decidir trayecto y piloto para un proyecto que para alcanzar éxito, de ser posible el hecho, necesita de un periodo de al menos seis años. Un candidato bueno, bonito y paciente, es decir,
ferpecto, porque a día de hoy que el PP logre cerrar el círculo a través de un rostro perfecto es, digamos, altamente improbable.
El resto. Mientras, el PSOE andaluz mira hacia Madrid donde se centra su guerra, una vez ganada la de aquí. Quiere pesar allí en la inminente sucesión de Rubalcaba porque sabe que desde ahí vendrá lo demás, entre otras cosas el cómo quede el patio para la más o menos inminente sucesión de Griñán. Para esta alternancia hoy pisa fuerte Susana Díaz, consejera de Presidencia y omnipresente en todos los campos, mujer y joven, tan amada por algunos como criticada internamente por tantos otros o más –ferpecta-. E IU, que sube seis puntos en Andalucía en la última encuesta, prepara sus asambleas para darle el testigo de Valderas a Antonio Maíllo, 46 años, de Lucena, que fuera concejal en Sanlúcar y Aracena, funcionario por oposición, hoy director general de Administración Pública. Buena sucesión, hasta el PC le apoya y eso es mucho. Si Valderas no lo es, entre Maíllo –
El Mai- y la consejera de Obras Públicas, Elena Cortés, de trato mucho más seco, tendrá candidato renovado y, con ello, subida y pacto asegurado. PA, con candidato consolidado a través de Antonio Jesús Ruiz pero con un legado difícil de gestionar, buscará impulso a través de las municipales para optar volver a meter la sigla de donde no debió salir, y UPyD, con Martín de la Herranz y Rosa Díez, en crecida, cierran el quinteto de opciones reales. Andalucía es muy grande para tan poco, creo.
Así lo veo todo hoy, mañana, seguro, distinto. ¿Es importante todo esto? Seguramente poco si compramos la idea de que los que realmente deciden nuestro presente no están aquí y cuando les hablan de Andalucía han de buscarla en un mapa. O sea,
ferpecto.