He de reconocer que de todos los asuntos vitales que se han venido produciendo a lo largo de la semana, intensa como siempre, me ha dejado seriamente consternado, patidifuso, indeciso, triste, melancólico y, por qué no decirlo, desconsolado e incluso abatido uno por encima de todos: el sexo oral, tras el tabaco y el alcohol, puede resultar la tercera causa que provoque cáncer de garganta y con especial incidencia para ellos ante la transmisión del virus del papiloma. Vamos a ver. Esto ya no. Sinceramente, es demasiado. ¿No hay una noticia buena? ¿No podía ser al revés, algo así como que el acto en sí elimina arrugas y alarga la vida para así irnos todos a casa con una pícara media sonrisa puesta? Pues no. Tomarse una copa, dejarse llevar paciente por la imaginativa pasión más íntima y, acto seguido, encender un cigarrillo es, por lo visto, recorrer al detalle una completa secuencia de muerte. Me centro.
Texas. Afortunadamente para quien así lo vea, me cuentan, en el PP está descatalogada esa práctica según cristianos estatutos, bien es cierto, dicen otros, que el pecado añade morbo, eleva temperatura e intensidad unos grados y la confesión, hecho el mal, lo limpia todo, o casi. El caso es que una delegación importante, no digo yo que para profundizar en susodicha práctica Dios me libre, ha pasado unos días en Laredo –que queda lejos de Las Vegas como algunos, maliciosamente, han apuntado-, Texas, para establecer líneas comerciales a través del Foro Mundial de Ciudades Logísticas para esa Plataforma Logística de Cádiz impulsada por Zona Franca y que, con representantes de Jerez y Cádiz, hasta allí han ido. ¿Y Algeciras? Por todos es sabido que para que la idea cuaje son indispensables las infraestructuras y, de ellas, el corredor ferroviario Mediterráneo es básico y, de él, nada más se ha sabido salvo que casi todos apoyan la idea hasta que llega el punto de presupuestarla y ejecutarla y eso siempre ha quedado para después. No censuro el hecho que se acuda a este tipo de congresos, incluso puedo justificar el gasto, pero me quedan dudas, serias, de la conveniencia de acudir al mismo sin antes tener hechos los deberes previos, de si hubiese bastado una pequeña comisión representativa, de haber comunicado de manera correcta y por anticipado y evitar que solo la publicación del hecho a modo de crítica por quien primero lo vendió haya provocado una comparecencia pública de tinte justificativo que, dicho sea de paso, ha dejado cierto aroma a “nos han pillado de acampada al otro lado de río Bravo…”. Y que Perú sea el posible primer cliente para Cádiz pues, directamente, me deja como seco.
El tiroteo político paralelo ha sumado leña al cruce por lo de Rilco entre PSOE y Zona Franca y, ahí, saben y por lo bajo insinúan “recalificaciones” dirigidas en la costa de Cádiz en un pasado reciente. Chiclana, considero, siempre fue un bonito lugar para pasarlo chupi.
Invercaria. El PSOE no ha terminado de soltar lastre explicándose con el feo asunto de los EREs fraudulentos e implicando ahora Guerrero a Zarrías en llamadas para incluir a cercanos cuando, por retaguardia, le asoma en crecida Extenda e Invercaria y las ayudas aparentemente irregulares que se concedieron a empresas a través de estas entidades públicas. El hecho es conocido, más lo será a medida que avancen las comparecencias, pero como hoy ando consternado en lo básico dejaré una pincelada distinta: cuentan fuentes muy bien informadas de la propia instrucción del caso que la famosa grabación inicial que dio pie a todo y en la que ella le pedía a él que sí o sí debía informar positivamente –los famosos y necesarios informes que todo lo tapan- o se abstuviese de seguir pretendiendo ser algo en la vida fue fruto, entre otras cosas, de la intensa confianza mutua que entre ambos existió y que, en ese momento, ya no. Quizás otro Michael Douglas entró en escena, quizás el despecho y el ilícito acto combinaron perfecto, quizás alguien haya soltado la lengua más de lo que debía para justificar el impropio proceder. Lo que es seguro, ya les avanzo, es que preguntes a quien preguntes nadie sabía, sabe o sabrá de irregularidad alguna cometida y, es más, la alta esfera del PSOE-A se pregunta, sobre el tema y con la duda dibujaba en el rostro, “¿de verdad creéis que hay caso Invercaria…?”. Y, de verdad, creemos.
La guerra del agua. Como joder también es fastidiar, me extiendo. Las dos principales empresas que concurren en el negocio del agua en Andalucía, en general, y en Cádiz, en particular son, como otras veces he reseñado, Aquagest y Aqualia. Cuando una pierde, lícita o lo contrario, impugna en la idea de que un juzgado tome medidas cautelares y paralice el proceso y, de este modo, pueda tener opciones para concurrir más adelante, pero también con ello pretende y a veces consigue desestabilizar la operación financiera bombardeando la consumación del abono del canon por anticipado. Si tras haber ganado un concurso, como pudiera ser, se me ocurre ahora, el caso de Ajemsa en Jerez, una empresa, en este caso Aqualia, debe afrontar el pago de nada menos que 40,5 millones de euros y, casualmente, dos semanas antes publica alguien que el concurso ha sido impugnado por Aquagest por defectos de forma, que no el pliego, y este hecho lo lee el dueño del cheque de esos 40,5 millones igual, intuyo, se pone nervioso y lo guarda en el cajón. Igual no –de hecho no-. Igual se cruza la presión política e igual, en el último momento, se llega a un acuerdo de no agresión mutua para despejar pasillos de juzgados y todos felices. O casi todos, porque a veces también pasa que alguien termina patinando por donde no debía y lo paga con corte de flequillo y zona colindante. O sea, juego de mayores.
En todo caso, Aqualia, tras la retirada de la impugnación y el abono del primer plazo, casi siete mil millones de pesetas y que confirma la sospecha general de que dinero hay, no se ha volatilizado, pero nadie sabe dónde está, salvo ellos, parece que se ha reservado el papel por todos envidiado en el
cunnilinguis que, a modo de celebración, da broche a la operación de la venta del agua en Jerez. Pelayo, cual Catherine Z-Jones, también ha concluido con suspiro largo y placentero tras el acople final.
Por la boca… Como hoy todo me ha sugerido esta zona noble del rostro, prosigo. Suele ser la misma por la que muere el pez, por la que también vive para Fito y sus inseparables
Fitipaldis, y por la que perecen tantos otros que hacen y dicen lo que no deben cuándo y dónde apropiado no es y, con ello, me refiero también a ese cuerpo de asesores que no ganan una en el juzgado, que meten al político en el lío y que, al tiempo, desarrollan una envidiable habilidad sacudiéndose culpas –ejem-.
En otros casos el chisme nos puede, lo entiendo porque qué sería de este nuestro mundo de no poder contarlo –le ha pasado a Michael y al motivo de su cáncer de garganta y todos, al instante, hemos entendido la suave tersura de rostro constante de Catherine-. En puestos de cabeza del supuesto listado de ávidos lenguaraces están, por oficio y por defecto, los periodistas, gremio este último de denostada credibilidad hoy que tan suelto lo critica todo y tan rematadamente mal encaja lo inverso. Yo mismo, intrépido mezclador de palabras que altanero, a veces, analizo sin temor ni a consecuencias, ni a equivocarme, ni al posible y no pretendido daño a terceros, siempre pensando en que la defensa al desvalido ciudadano lo justifica todo sin mirarse uno en ese espejo que te dice, sincero, que no todo lo haces bien y no todo lo hacen mal y que muchos son los políticos, a pesar de lo que vomita la actualidad, honestos y trabajadores y que, como usted, como yo, como todos, pretenden solo aportar lo que pueden y hacerse un hueco en este mundo sufrido para lograr sobrevivir en paz. Que se equivocan, sí, como todo el mundo; asignatura pendiente para todos, por tanto y me incluyo el primero, es darle valor a rectificar el error ante la certeza de que el que tiene boca se equivoca y a veces, como públicamente ha reconocido Michael, la utilizamos más de la cuenta de manera inadecuada y en lugares inoportunos. Humanos e imperfectos que somos. Recordarlo debemos.