De lo más alentador que se ha producido en política en la última década ha sido, a mi modo de ver, la abrumadora entrada de la mujer en puestos de gestión directa como son alcaldías, presidencias autonómicas y, solo queda, gobierno nacional, donde imagino no tardará. El caso es que si esta pista de baile fue zona reservada a hombres durante años, hoy ellas ganan espacio a diario demostrando que no solo bailan sueltas sino que además lo hacen con la gracia, sutileza y arte añadido que su condición aporta y que para estas cuestiones supone todo un extra en un oficio, la política, que puede ser muy femenino en cuanto a que habitual es negar lo que se persigue, persuadir a quien tienes enfrente para obtener con gracilidad lo que buscas y, cómo no, seducir. Porque la política es pura seducción intelectual y esto, habiendo como hay auténticos encantadores de serpientes, encaja mejor en la imagen que para mí combina perfecta de unas piernas largas de mujer embutidas en medias negras y acompañadas del sugerente taconeo como hilo musical de fondo –lo escenificó Susana en su discurso de toma de posesión-. Y lo digo con admiración, que en seguida te tachan de cualquier cosa fea por ensalzar los bellos atributos que, a Dios gracias, las hacen distintas y, añado, me niego a vivir en un mundo de hombres incapaz de identificar sexos, de desviar una mirada, de retener un olor o de marearse imaginando curvas. Me pierdo. Me encuentro.
El caso es que mediada la legislatura y a dos años vista de elecciones municipales es hecho habitual debatir sobre candidaturas y encabezamiento de las mismas, se tira de sondeos y se analizan quienes son las mejores personas, hombres o mujeres, para mantener o mejorar situaciones según dónde y, es por ello, que estos días y durante los próximos meses, sin que demasiado público sea, se decidirán internamente cuestiones vitales que afectarán a los gobiernos municipales que salgan electos en dos años y que estarán aún más marcados por la nueva reforma de la administración local, de la que aquí yo en unos días hablaré. En todo caso, lo de hoy es algo así como el laberinto del candidato, que es como un camino tortuoso entre setos buscando la salida tipo El Resplandor con Nicholson detrás, que siempre hay uno o varios, pretendiendo hacer filetes con el aspirante.
JB en Presidencia. El efecto dominó del que hablaba la semana pasada a través del nombramiento de Jiménez Barrios como Consejero de Presidencia ha tenido su efecto colateral, hablando como estaba de poner a gente en sitios. Por un lado, como me temía, el bueno del ex alcalde de Chiclana acepta pulpo como animal de compañía y en Comunicación Social confirma a quien estaba, David García Ostos, que era quien puso Susana Díaz cuando por allí pasó, la cual, taconeando por el pulido mármol de la bella casa, también ha puesto de Viceconsejera a la motrileña María Felicidad Montero, totalmente suya, dejándole elegir a él como jefe de gabinete al jerezano Juan Pedro Crisol solo después de que para ese cargo declinara invitación Manuel García, susanista acérrimo y ex alcalde de esa Chipiona por donde ensala y tuesta cuerpo la joven presidenta de la Junta los escasos días de asueto en verano que en la costa pasa -Chipiona, tierra en agosto muy trianera-. Se sospecha, prosigo, que Cádiz tiene una Consejería pero de momento las llaves de la misma parecen custodiadas en el bolso de Susana, que gusta de tener bien ordenados todos los espacios de ese su dulce y feliz hogar. En PSOE de Jerez, mientras, encantados con lo de Chiqui y Crisol, no tanto con otras cosas, debe ser que la felicidad nunca puede ser completa y la culpa de que las cosas no mejoren la tienen siempre, piensan, circunstancias externas.
Por cierto, e independientemente de razones y a cada cual la suya, el juego sindical del divide y vencerás propuesto sobre los empleados municipales en el Ayuntamiento de Jerez es feo, judicialmente parece no tener fin y dice poco a favor de quienes tienen la responsabilidad de consensuar la paz laboral de toda la plantilla y, parece, fomentan lo contrario quizás porque electoralmente el mensaje trasladado a la calle sume más que reste. Otra cosa es que las sentencias terminen tumbando la estrategia.
Irene & Antonio. García se fue por la misma puerta por donde vino y, tal vez y divago, cantando a lo Laura Pausini bajando la Cuesta Belén lo de “me voy, me voy, ya no respondo ni al teléfono…”. Impregnada de esencia de Griñán le cedió testigo de alcaldía a Víctor Mora, que será candidato en unos comicios sanluqueños donde habrá novedades en todas las filas y debe ser porque Sanlúcar se ha convertido estos días en el epicentro de la provincia. El PA parece que pondrá a Raúl Caña por Prats, hora iba siendo de que el ex Guardia Civil desfilara, IU no sabe qué hacer con el siempre simpático Rafael Terán, al que por cuestiones internas parece que le queda poco en su cargo de secretario provincial de Administraciones Públicas en Cádiz para que así tenga más tiempo libre y se dedique a lo suyo, y luego está el PP: la bomba con efecto controlado es Ana Mestre, que se hace con las riendas del partido desde ya para ser la candidata que Sanz enfrente a Mora tras el cambio de piezas sobre el sanluqueño tablero. Es como si Irene y Antonio hubiesen elegido blancas y negras, la secretaria general movió pieza primero y el presidente provincial, presto, responde atacando a la rubia dama en una maniobra entre ambos que, intuyo, se puede repetir en otros puntos de la provincia. Esto de mover hilos en política es, definitivamente, muy chulo. Sanz, en todo caso, se muestra firme explosionando la situación interna y convulsa que vive su agrupación en Sanlúcar tras el último congreso local y poniendo al frente a alguien como Mestre de su completa confianza, quizás copie el modelo para una localidad cercana donde estos días los cuchillos sisean a ras de cuello. Con la ayuda de Saldaña, muy popular en su jerezana tierra, buscará y, es posible, encuentre la pasarela por donde todos transiten calmados.
El PP-A aburre. Sigue jugando al despiste entre las candidaturas de Arias y Báñez, lo cual ya aburre hasta a las ovejas y lo que en política nunca se debe hacer es terminar por aburrir al personal y desinteresarle y eso es, a mi modesto entender, lo que están consiguiendo. El PP-A se ha instalado en su discurso plano y, sobre el asunto, abrazado al típico “nadie va a manejar nuestros tiempos a la hora de designar candidatos”, que viene a significar “aún no tengo ni idea de cómo solucionar el lío interno” mientras, admirados, miran al de enfrente que otra cosa no pero abriendo y cerrando sucesiones en diez minutos sienta cátedra.
El apunte. Es más cómodo, tirando de símil futbolero y para acabar sorteando dardos, defender los colores siempre de la misma camiseta por aquello de que evitas a tu mente decidir, siempre alientas al mismo pese a que en ocasiones merezca ser abucheado. Cuando lo que te gusta es el fútbol y, bien por estética, inteligencia o efectividad simpatizas con algún jugador pero no eres especialmente forofo de ningún equipo todo resulta más complicado porque debes, constantemente, posicionarte según partido o competición. Agotador. Más sencillo lo otro. Lo único cierto es que me encanta el fútbol, lo conozco bien porque cohabito en zona de vestuarios y eso permite verlo al desnudo, nunca mejor dicho, y, por ello, he aprendido a admirar sobre todo a los buenos jugadores, que para mí son aquellos con la suficiente inteligencia para leer el partido por anticipado, posicionarse y en dos lances ganarlo. Me gustan esos. Tal vez, sueño, el día que todos ellos defiendan la misma camiseta dentro de un planteamiento atractivo, honesto y esforzado termine por hacerme socio de ese club. Mientras tanto seguiré aplaudiendo o criticando jugadas individuales, eligiendo según competición y competidor y circulando por esa tierra de nadie donde para todos, al final, terminas siendo algo así como un sujeto sospechoso. Con lo bueno, malo y divertido que esto supone, claro está.