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El jardín de Bomarzo

Lo del PSOE de Jerez

Consabido era que el proceso de nombramientos de candidatos dentro del PSOE y, de él, de primarias previsto para este mes de septiembre que languidece conllevaría, cómo no, el por este partido patentado hecho de acuchillarse con dulzura

  • Mamen Sánchez

Consabido era que el proceso de nombramientos de candidatos dentro del PSOE y, de él, de primarias previsto para este mes de septiembre que languidece conllevaría, cómo no, el por este partido patentado hecho de acuchillarse con dulzura. Otros lo han copiado, pero como los donuts, las oreo, la coca cola o el griego de danone, nada como el original y, tal vez por eso, hay que pagar un extra en caja en este mi ficticio supermercado político. Muchos son los dispuestos, de hecho, a abonarlo sin rechistar, sin meditar la conveniencia de decantarse por una marca blanda, más barata, menos exigente. Será que el sabor engancha.

Mirando atrás. Lo que le ha pasado y pasa en el PSOE de Jerez es la historia repetida de otros muchos gobiernos que se perdieron tras una mayoría absoluta, tan buena en la libertad que otorga para gestionar con amplitud de miras como mala por exactamente lo mismo y por lo napoleónicos que convierte a muchos alcaldes o presidentes que, de pronto, se sienten mucho mejores de lo que en realidad son y en ello contribuye la banda de aduladores que les rodea y ese discurso sobre lo grandes que son. El peloteo como método. Imperios, por tanto, que terminan en ruinas y no hay nada peor que construir, que levantar, que edificar desde los escombros y más cuando se disputan liderazgos. En esas lleva el PSOE de Jerez desde entonces, desde que Pilar Sánchez cayó con todo su equipo, que al final solo era ella y su acompañante porque todos los demás, sobrevenida la hora de la derrota, se declararon profundamente críticos contra la que hasta entonces había sido lideresa única, contrapeso de Paco Cabaña en Cádiz y que incluso en un momento determinado de su vida política se sintió tan fuerte como para imaginarse sustituyendo a Chaves en la Junta; tal llegó a ser su napoleónico porte que terminó enfrentada hasta con la sombra que obstinadamente la perseguía por pasillos de Consistorio.
Con el PP instalado en una mayoría suficiente y el PSOE destruido, la agrupación, que es la más grande de la provincia de Cádiz y cuyo partido judicial es el que aporta un mayor número de diputados para la cuenta final de la casa rosa, se inició una batalla campal, soterrada, basada en el control del poder interno, cuentas económicas de por medio, y en la regeneración necesaria, para lo cual había que aniquilar todo aroma a pilarismo, toda sensación a esa vieja escuela histórica que tan mal ha cerrado ciclo. Estos últimos años han sido un absoluto despropósito en el plano orgánico, quizás los perores de un partido legendario que se desangra y que amenaza con superar a la baja los peores índices de intención de voto de su historia y hacerlo además en una ciudad como Jerez que, para muchos, siempre se manejó por la izquierda. De ser así, más grave aún porque esa misma ciudad de izquierdas está a punto de darle la segunda mayoría consecutiva a un PP que disfruta de la controversia interna de su adversario porque de haber sido diseñada por ellos mismos no lo hubieran hecho distinto.

Primarias. La guerra en Jerez es como una partida de ajedrez donde hay peones, alfiles, caballos y, cómo no, reina, pieza que por facilidad de movimiento y bastón golpea cuándo y dónde place. Susana Díaz, presidenta de la Junta y, a la vez, Secretaria General del PSOE-A, tal vez por un compromiso con gente del federal, tal vez porque se lo pidiera un Luis Pizarro con quien ahora se lleva genial después de haber hecho la guerra contra él en la ya enterrada fase Griñán, tal vez para compensarla por sacarla de la foto habitual tras Zapatero, primero, y Rubalcaba, después, siempre tuvo claro que la candidata de Jerez sería Mamen Sánchez, pese a que esta se ha llenado la boca, error sonoro, aireando sus supuestas magníficas relaciones con Pedro Sánchez y el aval directo de él y eso con Díaz como que mal. Pero el entorno de la presidenta, como Juan Cornejo, secretario de Organización, y el consejero de Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, tenían otra idea, otra sensación, otras intenciones pensando que quizás esa decisión de Díaz sobre Mamen Sánchez no era del todo sólida y tal vez pudiera darse un margen de maniobra y, con él, competir territorios en la suma de poder provincial. Barrios lo intentó primero con Crisol, pero visto su poco empuje en la agrupación se decantó por hacer piña con Cornejo y alentar a Miriam Alconchel, que dio el paso a presentarse a primerias para no perder el control orgánico del partido ante el temor de que ceder el liderazgo a Mamen Sánchez sería la antesala de su posible finiquito en Jerez. Temor verdadero, advierto.
A Susana Díaz le llegó un martes un mensaje a su móvil, a saber de quién, se me ocurre un nombre, que me callo, porque soy considerado, alertándola de que Alconchel tenía previsto dar al día siguiente una rueda de prensa para anunciar su intención de presentarse, ante lo cual la presidenta, que cuando la llevan la contraria en asuntos orgánicos, o en cualquier otro asunto, no se distingue precisamente por sus dotes conciliadoras, montó en trianera cólera pero liada como estaba con el debate parlamentario dejó pasar unos días durante los cuales, miércoles y una vez demostrada que la rueda de Alconchel no era sobre lo denunciado, se produjo una reunión en la cafetería del Parlamento entre Cornejo, García, Alconchel y Ainhoa Gil donde, en gran medida, el secretario de Organización la invita a buscar avales para que se presente a las primarias y a ello se dedica, decidida toda ella, durante los siguientes días hasta la noche del domingo cuando a la presidenta le confirman que Miriam Alconchel lleva días reuniendo avales, que de hecho parece haber logrado el 71 por ciento de apoyos de la militancia y que, por tanto, tiene pinta no solo de que se presenta sino de que puede ganar, ante lo cual llama al consejero de Presidencia y amablemente le recuerda lo que otras veces sobre el asunto ya le había expresado, su idea. Barrios, que esta vez parece haberlo entendido mejor, habla con Cornejo y ambos con Alconchel, a quien seducen y explican la idea de lo bueno que políticamente para ella sería no quemarse en este proceso, que con lo joven que es para qué, que más bien mantenerse al margen ahora en sus tareas importantes de delegada provincial y secretaria de organización, que el tiempo ya dirá, pondrá y quitará, que seguro, seguro, seguro que Mamen la deja participar en la lista nueva, que el área orgánica será solo competencia suya y que le prometen, palabrita, que no dejarán que Mamen le reste por ahí, que Ainhoa no quedará al margen de los nuevos tiempos, que, en definitiva, se borre del escenario con una goma Milán y lo haga con estilo y educación porque el democrático proceso de primarias para seleccionar candidatos es quizás discutible en lo de democrático pero para nada en lo de proceso. Y Alconchel, turbada, irritada, perpleja, sorprendida y confusa, pero disciplinada, acepta pulpo como mascota.
Mamen Sánchez se hace al día siguiente la foto rodeada, por no pocos resaltada como patética por el fondo, forma y compañía, presentando su candidatura a primarias, proceso democrático al que en posteriores horas se suman dos personas más: José María Luque y José Carlos Ramos, economista y licenciado en ciencias políticas. Del primero ya se sabían movimientos, del segundo trasladan que pudiera ser un tapado de Alconchel. No lo es, lo contrario sería un movimiento ágil, certero e incisivo de quien solo unas horas antes aceptó ser muerta por teléfono con verbo edulcorado como hilo musical. Pero lo cierto es que la militancia es otra cosa, y ésta parece no muy conforme por cómo se la trata e igual se anima por una vez a posicionarse contra un proceso que les aparta, que pretende no escucharles y que toma decisiones que solo parecen servir para profundizar más en ese pozo en el que hundido está el socialismo jerezano desde que los de antes y los de ahora insisten en anteponer personas a proyectos. Y creo que se puede decir más alto.

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