“La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”. JB Bossuet
Introducidos en campaña, los pasillos barruntan alta tensión porque ha llegado la hora de abandonar la medida cautela y presionar en lo posible antes de que se cierren esas malditas listas para entrar o no en ellas y esto viene a ser como tener o no pasaje en un tren llamado futuro; quedarse en el andén o elegir furgón equivocado con destino incierto puede resultar definitivo y, desde luego, no es lo mismo atizar carbón en la sala de máquinas eligiendo trayecto, velocidad y compañía, ir en club, preferente, turista o, incluso, de intruso o polizón en la cola, o donde el equipaje, que quedarse en tierra. Por partes, desde una estación llamada Cádiz, viajeros al tren.
En el PP. El adelanto electoral ha trastocado lo previsto. Antonio Sanz, ahora nombrado coordinador regional de la campaña de Moreno Bonilla, encabezará por tercera vez la lista al Parlamento, esa misma que quizás en otro momento lo hubiese estado por Ana Mestre, candidata a la alcaldía de Sanlúcar y que además ahora irá, si el partido no dictamina incompatibilidad, de dos tras Sanz pese a que, tal vez, concurrir a alcaldía y parlamento al mismo tiempo resulte extraño de explicar y así resuena sobre el azulado entrepiso. Tras ella, Antonio Saldaña, muy ocupado estos días con productividades y complementos y agenda de Pelayo y que representa la cuota de Jerez; tras él, tal vez Paula Conesa, de Algeciras, Rafael Ruiz Canto y Teresa Ruiz Sillero, el resto a completar vienen a ser los que en ningún caso van a salir porque en el mejor de los escenarios el PP logra el quinto y, quizás y divagando, Antonio Sanz encabece a final de año la listas al Congreso, que le pone más que esta, y corra turno para que, en ese caso, entre la sexta. Si lo de Mestre falla porque hay normativa, que lo dudo, Pedemonte empujará por detrás –nadie lea metáforas entre líneas-.
Despejado, en principio, el horizonte parlamentario, se verá cuando toque la lista al Congreso, las promesas para ahí hechas, quedarían ahora por cerrar las listas a las municipales y, de ellas, apuestas y descartes para Diputación. Si Sanz, como parece, ya no va por Cádiz de dos, que ha sido uno de los asuntos estrella en la zona noble del pasillo, Pepe Loaiza podría oxigenar mejor por cuanto tal vez así se cumpla el pacto entre caballeros y, de este modo, pueda repetir en la casa rosa, de sumar el PP lo necesario. Todo ello siempre que no haya otras comarcas que reclamen espacios por aquello de que aportan lo suficiente como para solicitar lo suyo y, de darse, podría cuajar un maridaje entre vientos, de levante o poniente, y viñedos. El buen vino siempre necesitó de corrientes adecuadas; esto de transitar por los pasillos de grupo en grupo resulta de todo menos aburrido.
En el PSOE. Más habituados, lo divertido siempre fue el proceso orgánico interno de un partido que, como la salamandra, se devora cíclicamente a sí mismo en la costumbre de regenerarse. Aunque Podéis ahora amenaza con quedarse la estructura de IU y el voto de PSOE, la salamandra sabe sacrificar una extremidad para, inmediatamente, recurrir a células internas y, en nada, producir otra nueva.
La cuestión es Luis Pizarro. De nuevo. En principio la lista de Irene García, que irá de cuatro por Sanlúcar a las municipales para optar a Diputación, está cerrada hasta el tres con Jiménez Barrios, Araceli Maese de dos, a quien en San Fernando quisieron colar en la lista de allí para apartarla del Parlamento, y Juan Cornejo en el tres; la frase recurrente en las filas socialistas que usan no pocos es “Susana quiere y me ha dicho que…”, ya que cobijarse bajo el manto de ella resulta cómodo y conveniente. Si Luis Pizarro va el cinco será porque la presidenta lo diga porque las asambleas locales, al menos eso parece, están votando en masa para que no vaya. De ir, Menacho se aparta porque no acepta ser siete y Cádiz no podría poner, además y como pretende, a Pilar González de cuatro, ante lo cual es posible que entrara alguien cercano a Irene García como Mila Gordillo, que no ha entrado en la lista a las municipales de Sanlúcar con Víctor Mora –tira con bala…-. Y de seis, alguien de la Janda o un rostro nuevo, joven, con aires de renovación, si dejan. Pero todo depende del cinco. ¿Lo más probable? Que Susana imponga a Pizarro, que por supuesto a todos dice que la presidenta “así lo tiene decidido…” y tal y tal. A Díaz le puede venir bien la capacidad de negociación y mediación y el control del grupo que representanta el veterano alcalaíno, que quiso intercambiar apoyos por el puesto, lo de siempre, pese a que la provincia pida otra cosa, pese a que el socialismo necesite de una regeneración interna de rostros y de discursos y de respeto hacia los procesos democráticos internos. Parece que será Susana quien coja lápiz y goma, como tantas otras veces.
Párrafo al margen merece lo acontecido estos días en torno a la lista del PSOE en Jerez, donde al final se ha impuesto el acuerdo inicial al que llegaron en su día referente a la retirada de la candidatura de Miriam Alconchel siempre que Mamen Sánchez aceptara que la lista se la impondría el partido; llegado el día, Sánchez, pese a llamadas a Madrid y tal vez aún anestesiada por “el cántaro que preside la mesa” de esta negociación, ha querido finiquitar el entorno de Alconchel y tener una mayoría en el posible grupo municipal saliente tras el 24M, que sondeos internos no sitúan más allá de cinco o seis concejales. Solo logró cambiar el siete por el nueve por si suena la flauta y con el cinco suyo y, tal vez, el seis, sumaría mayoría de llegar a siete -4 a 3-. La aritmética tiene estas cosas. Y, por cierto, a mí también me encantan los botijos.
Lo de Otros. Antonio Jesús Ruiz encabezará la lista del PA por Cádiz al Parlamento tal y como tenía previsto, disputándole la mano verde en urna a Podéis, que presentará a la gaditana Teresa Rodríguez por Sevilla y, si las primarias no lo evitan, Ciudadanos hará lo propio con el sanluqueño Juan Marín, que, confundido, tal vez cree obligado tener que presentarse por Sevilla por ser candidato a la Junta cuando perfectamente lo podría hacer por Cádiz –tenía que decirlo…-. IU, mientras, se sacude del revolcón institucional que le ha dado Susana Díaz, que pese a su discurso locuaz y cercano por todos es conocido que su tren se llama AVE y es veloz, tiene un amplio margen de horarios para ida y vuelta, eléctrico, moderno y la suya es una reserva en sala club pese a que púbicamente diserte sobre las ventajas de viajar en turista y mezclarse de pueblo. Pero es que en club o preferente, me extiendo, te dan periódicos de los serios y de los deportivos nada más sentarte, al ratito una azafata mona te sirve zumito, que es una bebida dulce de frutas y no mote de socialista jerezano, con una bolsita de cacahuetes para entretener el hambre, todo ello al tiempo que te ofrecen unos cascos para oír y ver una peli actual, en asientos amplios, de cuero marrón, replegables, muy cómodos. Más tarde, te sirven, dependiendo la hora, una buena comida o desayuno o cena, con pan blanco, integral, de nueces, cruasanes, aceite, tomate, frutas, yogur griego, embutidos, un plato de comida precocinada, bebidas a elegir, incluso media botella de vino… Licores también. Todo el mundo va en silencio, desfile de portátiles y móviles de última generación; ellas, modernas, actuales, elegantes ejecutivas, ellos con trajes caros, todos hablando bajito en conversaciones trascendentales que parece afectarán en segundos al ritmo de la bolsa en Tokio, Nueva York pendiente... Pero lo cierto es que tras el solecito de la ventana y la comilona y el tinto, llega el sueño y, ahí, todos roncan como animales de corral. Pero, eso sí, son ronquidos con sonoridad club, distinta, con más clase; creo que, divagando, se me ha ido la idea original... En fin.
Bomarzo
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