La violencia machista es, por desgracia, una constante en la sociedad. Parece que se suceden más o que ahora son noticia al instante, pero lo cierto es que diariamente surgen minutos televisivos o radiofónicos hablando de este tema. Pero erradicar este asunto requiere de mucho tiempo y sobre todo de una ley, como la que en la actualidad tiene España, que recoja una serie de medidas para favorecer precisamente que el maltratador sea detectado y detenido rápidamente. Pero la ley integral de violencia de género también pretende ejercitar una función de prevención, a través de la concienciación entre las futuras generaciones. Pero nada parece ser suficiente y aún hay muchas deficiencias que deben solucionarse. Quizás después de tres años de vida de esta ley, y tal como argumentaba la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, sería cuestión de sentarse a valorar los éxitos y los fracasos de esta ley, que hace aguas en algunos aspectos que son necesarios subsanar. Este análisis y las consecuentes medidas legislativas que se realicen, deberían iniciarse ya, sobre todo ahora que existe un ministerio específico que trabaja exclusivamente por favorecer la igualdad entre los hombres y las mujeres.