Se puede aducir que el servicio de transportes urbanos en cualquier ciudad siempre es deficitario, pero eso no quita que en el caso de San Fernando, los déficit anuales suban exponencialmente muy por encima de lo que marcan las reglas de la lógica. Cuando ocurre algo así, lo menos que se puede esperar de un equipo de gobierno es que se tomen medidas para optimizar el servicio y que cuando se haga, haya sido previo consenso con los usuarios que son los que al fin y a la postre tienen que sacar las castañas del fuego a los munícipes y suavisar su mala gestión. En el caso de La Isla y habida cuenta de que en 2006 ya las pérdidas superaban lo permitido, se puso en marcha una remodelación para intentar incrementar el uso de las líneas, pero sin consultar con los ciudadanos. El resultado fue que ahora, un año y medio después, se quiere hacer otra remodelación que todavía no está clara y para la que tampoco se ha consultado al usuario. Y el déficit sigue subiendo. Lógico.