El cuento 'Es lo oscuro', del escritor mexicano Gabriel Pérez Cruz, se ha alzado con el XIX Premio de Relatos Cortos 'José Nogales', que organiza la Diputación de Huelva con carácter anual, en una edición en la que se han presentado alrededor de 600 cuentos, procedentes de casi todas las partes del mundo.
Según ha informado la institución provincial en un comunicado, el jurado del premio, integrado por Lara Martín, escritora y correctora editorial; Juan Villa, escritor y profesor de literatura; Javier Pérez, escritor y ganador del premio José Nogales 2010 y Lauro Anaya, técnico del Área de Cultura de la Diputación de Huelva, ha seleccionado el relato del escritor mexicano, que estará dotado con 6.000 euros y la edición de la obra ganadora, que tendrá lugar en torno a las celebraciones del Día del Libro.
Un año más, el carácter internacional del premio se plasma en la procedencia de los trabajos presentados. Si bien, como es lógico, la mayoría de los cuentos provienen de España, la representación de escritores argentinos, peruanos, colombianos, cubanos y centroamericanos es notable. A estos hay que unir los procedentes de Estados Unidos, Canadá, Australia, Francia, Alemania y Reino Unido. Es la segunda vez, en sus diecinueve años de historia, que el premio José Nogales cruza el Charco. En 2003, el escritor argentino Carlos O. Antognazzi, se alzó con el galardón por su obra 'Trabajar con papá'.
Gabriel Pérez Cruz nació en 1970 en Ciudad de México. Tras licenciarse en filosofía y letras por la Universidad Autónoma de México, orientó su actividad profesional hacia el mundo empresarial, actividad que combina con su inclinación literaria. Escritor de vocación tardía, su obra cuentística está parcialmente inédita.
El escritor mexicano desmenuza la esencia del cuento ganador en los siguientes términos. Situada en los suburbios de la condición humana, la narración 'Es lo oscuro' tiene lugar en un escenario fronterizo que bien podría ser el puerto de Veracruz en el México de los 80. El protagonista sin nombre vive una situación insostenible pero irresoluble, trabajando como machetero en el puerto de lunes a sábado, los fines de semana revive un conflicto, una confusión travestí, asistiendo a entierros de desconocidos vestido de luto, conflicto que parecería heredado de su madre muerta como una manera de elaborar el duelo por su esposo ausente.
Hasta que un hombre venido de la gran ciudad, sin prejuicios sexuales, trata de seducirlo. Matándolo y acostando su cadáver junto al de su madre --que todavía permanece en casa-- es como se libra de esta confusión de identidad y afirma su yo. La narración busca transmitir esta confusión al pasar del presente al pasado y de la segunda a la tercera persona del singular, intermitentemente, además de intercalar los diálogos como parte de la descripción de la escena o de la acción, despersonalizándolos.
En el cuento se pueden reconocer influencias de Julio Cortázar en el manejo del tema, sobre todo 'Casa tomada', donde la narración más que resolverse en un final contundente se diluye; estilísticamente es Carlos Fuentes el que aporta el manejo de la narración en presente en segunda persona del singular (tú), como en Aura; la construcción del personaje anónimo e indiferenciado se le puede deber al Samuel Bécket de '¿Cómo es?'.