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Huelva

Letras al alcance del senderista, un sueño hecho realidad en Santa Ana la Real

Lo que distingue a este sendero de los demás es que se pueden hacer paradas en diferentes lugares donde encontrar textos literarios de escritores de la comarca

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‘El Bosque de las Letras’.

‘El Bosque de las Letras’.

‘El Bosque de las Letras’.

Seguramente cuando el alcalde de Santa Ana la Real, José Antonio Ramos, se reunió con su equipo y pensó en ‘El Bosque de las Letras’, nunca imaginó que miles de personas acudirían cada a año a este rincón de la sierra onubense para pasear entre naturaleza, poemas y libros.

El alcalde lleva veinte años en el cargo, y solo hace falta hablar con él medio minuto para darse cuenta de que este sendero es uno de sus grandes orgullos, en un pueblo que no llega a los 500 habitantes, pero que ha conseguido que más de 600 personas al mismo tiempo paseen por este sendero de cinco kilómetros en un paraje natural en sus “días punta”, algo que cada año gana adeptos a una forma distinta de vivir la naturaleza.

Y no fue fácil, porque se trataba de adecuar unos senderos que ya existían en el pueblo, aunque no adaptados al paseo, “pero había que hacerlo de forma diferente, de una forma original”, partiendo de la base de que “hace veinte años el senderismo era algo que no existía”, y hoy día, Santa Ana puede presumir de ser pionera en muchos sentidos.

Es el pueblo, por cierto, de la modelo internacional Laura Sánchez, que está precisamente este fin de semana entre sus raíces cargando pilas, y el alcalde la saluda justo antes de pasear con Efe por su sendero, que tiene un recorrido de unos cinco kilómetros, con salida y llegada al propio municipio, recorriendo huertas, riveras y el bosque mediterráneo en el que se sitúa la localidad.

Pero lo que distingue a este sendero de los demás es que se pueden hacer paradas en diferentes lugares donde encontrar textos literarios de escritores de la comarca, que han colaborado con la iniciativa cediendo sus poemas o textos cortos, pensados para disfrutar en el medio natural.

Curiosamente, en cada punto informativo se puede encontrar enlaces de internet a través de un código QR, que permiten saber más del autor de cada texto, así como información sobre su obra, y es curioso sobre todo porque la paz del sendero es tal que la cobertura telefónica desaparece en algunas zonas.

Y todo se completa con una serie de bibliotecas en mitad del campo, sí, en mitad del mismo campo que se está recorriendo, “donde solo hay que abrirlas y coger el libro que se quiera leer o llevar a casa”, dice el alcalde mientras abre uno de esos compartimentos en medio del campo con una treintena de libros: “la gente los lee aquí mismo, en las zonas de descanso, o se los lleva a su casa, y tiene la opción de devolver el que se ha llevado o traer otro cuando vuelva a visitarnos”.

Todo está planificado, incluso los árboles que se terminan cayendo por el peso de la edad o por el viento, porque “los aprovechamos para hacer los bancos que se encuentran por el sendero, que, en realidad, no duran mucho, poco más de dos años”, pero que hacen que nada externo se coloque, y todo se aproveche en su interior, dándole a la naturaleza lo que necesita el hombre y viceversa.

Por cierto, si se quiere hacer un camino más de “profesionales” del senderismo, desde este pueblo se puede hacer el ‘Desafío Patanegra’, que da la vuelta a la zona conocida como sierra central, desde Aracena hasta Cortegana, a lo largo de 105 kilómetros y 4.000 metros de desnivel positivo, con salida y llegada en Santa Ana.

El alcalde, junto con un par de amigos, recorre buena parte del "Bosque de las letras" para explicar sus características, explica que no hay papeleras ni servicio alguno, “porque, al final, si alguien lleva una bolsa con un bocadillo, esa misma bolsa le puede servir para recoger el envoltorio”, y, de hecho, aunque no es un dato científico, se podría decir que el 99 % de los usuarios no dejan rastro alguno de su paso.

En caso de despiste, una serie de señales de madera orientan al paseante sobre la ruta a seguir, incluso con varias opciones, porque es cierto que se trata de una ruta circular, que empieza y termina en un histórico lavadero con catorce cubas cuyo origen es tan antiguo como la fuente que lo corona, pero dentro del recorrido se pueden elegir caminos distintos para que el paseo sea más o menos largo.

La ruta dura poco más de una hora, sin apenas desniveles, con varias familias presentes este mismo fin de semana, y con la oportunidad de buscar una de las zonas de descanso, coger un libro y dejar que pase el tiempo, sin prisas, en mitad de la nada. 

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