La llegada del otoño no precisa en Doñana un termómetro que lo certifique, porque basta agudizar el oído para asistir al espectáculo natural de la berrea, como se conoce a los bramidos con los que los machos de los ciervos intentan atraer a las hembras justo cuando llega la época álgida del apareamiento.
Una costumbre tan antigua para los ciervos como la propia naturaleza, y que es el primer paso para garantizar la reproducción de la especie, que en Huelva se puede detectar en varias zonas de la provincia, como el Andévalo norte, y está considerada una bienvenida al otoño oficiosa, una vez que bajan algo las altas temperaturas del verano.
La berrea no es solo una costumbre natural de los propios animales, sino que se ha convertido en un recurso turístico más del Espacio Natural de Doñana, con visitas guiadas que muestran todos los secretos de esta costumbre animal, que hace que algunos machos, gracias a sus bramidos, atraigan a las hembras a los espacios abiertos para iniciar la cópula.
Entre las empresas que organizan las visitas, Antonio Lancho, responsable de Doñana Nature, ha explicado a Efe que se trata de facilitar a los visitantes todos los aspectos de esta costumbre, "por lo que se organizan las visitas en horarios y zonas distintos a los habituales", dividiendo los grupos en viajes al amanecer y al atardecer.
"En los viajes nos colocamos en sitios concretos que ya conocemos y tenemos localizados, donde esperamos que los ciervos salgan de los bosques a las zonas de la vera y las marismas", explica Lancho, que destaca que es "un espectáculo para todos los sentidos".
Y es que, aunque el objetivo es observar a los ciervos en todo su esplendor, "en ocasiones están ocultos tras los lentiscos, y los escuchas pero no los ves", aunque las excursiones van equipadas con equipos de prismáticos e incluso coches con plataformas en su zona alta, desde donde se puede ver todo el espectáculo".
Lancho ha subrayado, además, que es muy variopinto el público que acude a la llamada de esta costumbre animal, como naturalistas, amantes de la fotografía, "e incluso familias con hijos que aprovechan la tarde para ver un espectáculo natural irrepetible".
Así, cada día al salir y ponerse el sol, los machos de ciervo lanzan sus bramidos, y en algunos casos llegan a copular con hasta quince hembras durante la berrea, una costumbre que Lancho señala que es tan curiosa "que va viajando de norte a sur, ya que cuando acaba en Doñana viajan hacia el norte de España en busca de otros territorios".
Pero Doñana tiene ese halo de misterio para todo, incluso para esto, por eso el comportamiento de sus ciervos ha sido objeto de varios estudios, como el de la Universidad de Extremadura y la Oficina de Coordinación de la Investigación de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), que analizaron los cambios en la climatología de un año al siguiente, y sus efectos en el sistema de apareamiento y en la varianza en el éxito reproductivo de los machos.
En los últimos años, los expertos han realizado un radioseguimiento de machos y hembras, además de analizar la fidelidad de machos a sitios y estrategias concretas, así como los movimientos de hembras antes, durante y después de la época del celo.
Pero Doñana no descansa, y terminada la berrea de los ciervos comienza la ronca del gamo, con el mismo objetivo para los machos de atraer la atención de las hembras y perpetuar su especie en el mayor humedal de Europa.