Dentro de la ciudad, pero con vistas a las afueras. Iluminado en su zona residencial y menos cálido al pasear por las estrechas calles, las del barrio típico, donde aún hay pavimento adoquinado, fachadas con balcones llenos de flores y rincones que recuerdan a un pueblo. Un distrito marcado por el contraste que origina zonas residenciales diferenciadas por casas unifamiliares, bloques de viviendas residenciales y otros en nueva construcción.
La Alcantarilla, San Félix, El Recinto y Valparaíso conforman un distrito del que sus vecinos, quienes residen desde hace años en la zona, dicen orgullosos que es “uno de los mejores barrios” de la capital.
Es un barrio con nombre propio, el de La Alcantarilla, que embarca a todas las zonas, un espacio urbano dotado de todos los servicios, con comercios de proximidad que facilitan la vida a sus residentes. Tanto, que muchos reconocen que quien vive en La Alcantarilla no necesita de otros barrios.
Con una ubicación estratégica, a dos minutos del centro, su gente disfruta de la comodidad de tenerlo todo cerca y, a la vez, de respirar la tranquilidad de sus zonas más abiertas.
Desde hace poco más de un año, tras el proceso de semipeatonalización de la zona centro, el barrio ha crecido en afluencia de vehículos, con un tráfico desesperante en hora punta, algo que padecen quienes residen entre las calles Manuel Jontoya y Fuente Don Diego hacia Adarves Bajo, zonas de salida de la capital o de entrada al centro de la ciudad, con nulas zonas de aparcamiento que también ha perjudicado al comercio de la zona. Y es que aunque es un barrio con “todos los servicios” en lo que al comercio se refiere, el sector se ha visto perjudicado y las ventas, aseguran los comerciantes, están “flojas”.
Rosario Ureña Castro es empleada de una frutería de la zona de El Recinto. “Llevamos años en los que las ventas son más flojas. Los clientes de siempre se mantienen, pero se nota que hay menos movimiento de viandantes, porque tráfico hay mucho”, reconoce, a la vez que agradece que “la gente del barrio responde con el comercio tradicional”.
Sebastián Martínez es hostelero, responsable del bar ‘Los Ángeles’. “Llevo treinta años en el barrio y puedo decir que ha ido para atrás. Cuando cambiaron la urbanización de la calle Fuente don Diego hacia Adarves Bajos desapareció la zona de aparcamiento. De esto hace más de una década”, explica, y aún se resiente y recuerda la vida comercial de entonces. “Había más de sesenta locales comerciales funcionando y ahora apenas hay doce negocios. Hay muchos locales cerrados. Es una situación que lleva arrastrándose años”, lamenta.
Coincide en que es un barrio que está “bien dotado”, pero que “antes había mucho más de todo”.
Rosario Ureña, además de trabajar en el barrio, es vecina y valora que “no lo cambia por ningún otro”. Nació en La Alcantarilla y lleva toda la vida en la zona. “Es un barrio de gente trabajadora y sencilla. Me gusta porque es un barrio seguro”, afirma.
Tanto tráfico en vías principales deja mella en el asfaltado. Éste es uno de los problemas del barrio, como en el resto de la ciudad, con calles que reclaman actuaciones ante hoyos y socavones que sufren a diario quienes utilizan su vehículo. “El barrio está muy abandonado. En la carretera de Otíñar han tardado más de quince días en arreglar un socavón con más de 40 centímetros de diámetro y bastante profundo”, explica Tomás Líndez, con una ferretería en el barrio. Esta carretera muestra signos en su asfaltado que evidencia el tránsito de tráfico y de “camiones pesados”, señalando el peligro que ha originado la colocación de contenedores. “Han ocupado gran parte de la zona de carga y descarga y los viandantes tienen que rodear los contenedores, pasar por la carretera, con el peligro que conlleva para quienes llevan niños pequeños en carros o para las personas mayores, que en este barrio son muchas. No ha pasado aún nada, pero puede haber algún día una desgracia porque por esta carretera pasan muchos camiones”, explica.
En la zona de San Félix, con su popular plaza, la imagen de ésta, de las más tradicionales del barrio, contrasta con el lamentable estado de la calle, con hoyos que avergüenzan a los vecinos. Su asfalto está en muy mal estado, a pesar de que la plaza está conservada y cuidada.
Lo mismo ocurre en la calle Josefa Segovia, con una vía que lleva años reclamando un arreglo integral, actualmente llena de parches de hormigón.
Adentrarse en el barrio es acercarse a calles casi peatonales, con fachadas de todos los estilos, pero uniformes en la estética, con un pavimento cuidado. Su tranquilidad se manifiesta en el poco tránsito de gente, en el silencio. Sin embargo, hay zonas en las que el incivismo se materializa con pintadas que dañan fachadas que hablan de un barrio rico en patrimonio.
Esta imagen contrasta con la de calles como Senda de los Huertos, con acerado que necesita intervención, con zonas verdes frondosas, con árboles y vegetación que embellecen el barrio, pero con muestras de incivismo ciudadano que molestan a todos. “El barrio, en cuanto a limpieza, está regular, más bien sucio. Hay dueños de perros que son incívicos. Es un barrio con muchas familias con perro y no recogen los excrementos. Yo tengo perro y siento vergüenza ajena al salir a la calle”, reconoce Sebastián Martínez.
En la misma línea se manifestaba Carlos Illana, vecino desde hace casi tres años. “Es una pena porque son zonas que se cuidan”, dice.
Este vecino señala que “hay un problema en las calles más antiguas” y es que es “difícil encontrar una papelera”. Además, “no hay contenedores suficientes para reciclar, están dispersos”, lamenta.
La zona de Senda de los Huertos, con plazas ocupadas por bares con terrazas, es una de las más sucias del barrio. “Antes pasaba el barrendero a diario, todas las mañanas y ahora no”, reconoce Carlos Illana. Los jardines de esta zona presentaban suciedad, restos de comida y excrementos de animales. “En las calles más típicas los vecinos siguen limpiando sus puertas, como antiguamente. Cuando hay suciedad acumulada, el servicio de limpieza tarda días en pasar, cuanto antes lo hacía a diario”, explica. Lo que no se cuidan son las fachadas dañadas por las pintadas, ni por iniciativa privada ni por Mantenimiento Urbano.
Parques como el dedicado a ‘Rafael Ortega Sagrista’ es frecuentado por los vecinos, con bancos que permiten el descanso y vistas que llevan al paisaje del olivar, a la Ronda Sur, y a una zona residencial donde la tranquilidad es máxima, desde donde se mira a la ciudad y se ve la Catedral, incluso el Castillo y su Cruz.
En la zona de viviendas unifamiliares, hay calles como la ‘Pedro Martos Mellado’, conocida como ‘Periquillo’, donde las aceras están ocupadas por abundantes macetas que luce una familia orgullosa de barrio. Sin tráfico, con calles en las que no se puede aparcar, al lado del campo de olivo, ésta es una de las zonas residenciales de las que presume La Alcantarilla.
“Es un barrio tranquilo y muy vecinal. Hay muy buen ambiente entre los vecinos y eso recuerda a un pueblo. Es un barrio que al estar a las afueras, al tener cerca el campo, no tienes la misma polución que en el centro. Tenemos cerca el parque del Seminario, que es de lo mejor que tiene la capital”, comentaba Carlos Illana. Y es que desde Senda de los Huertos, por el colegio Divino Maestro, se accede al parque del Seminario, muy frecuentado por los vecinos.
Por el precio de la vivienda, con rentas más económicas, la zona está atrayendo a una nueva población. Así lo confirma José Rubia, que lleva más de tres décadas en el barrio y asegura que es una zona “buena, próspera”. Dice: “Los vecinos son buenos. Hay de todo, como en cualquier barrio, pero es una zona buena, con una zona de esparcimiento que invita al paseo”.
Carnicerías, pescaderías, ferreterías, droguerías, fruterías, panaderías, floristerías, talleres, gimnasios, bares, centro de mayores, parroquia, convento y…Cofradía, la de Nuestro Padre Jesús de la Piedad y María Santísima de la Estrella, con un monolito dedicado a la Virgen. El barrio es Hermandad y la Hermandad es el barrio de La Alcantarilla. Éste es uno de los piropos que todo jienense puede dedicarle al distrito.
Para la juventud, reconoce Manuel Martínez, es un barrio al que “le falta vida cultural”. Señala que hay muchos bares, pero que el carácter de “bares de barrio” no ayuda a frecuentarlos, aunque funcionan en la zona. “Me encanta mi barrio, pero le falta vida cultural y de ocio. Tenemos que irnos a la zona del Deán Mazas o al barrio del Bulevar. Es el típico barrio, barrio y aunque hay bares, son de barrio y todo cansa”, explica .
En cuanto al servicio de transporte público, echa en falta una “mejor comunicación”. La que tiene no corresponde con su “ubicación estratégica”.
Con él coincide Alfonsi Pliego: “La comunicación en transporte público es muy complicada, sobre todo de vuelta al barrio por la noche. A las nueve y cuarto de la noche cortan el servicio de llegada al barrio en algunas líneas. Está mal comunicado”.
El barrio suma el orgullo de sus vecinos. Decir soy de La Alcantarilla les arranca una sonrisa. “El barrio tiene muchos servicios. No hace falta salir del barrio”, dice Rosario Ureña. “Es de los mejores barrios de Jaén porque hay muy buena gente, su ubicación es estratégica y tiene zonas abiertas y de esparcimiento”, confirma Sebastián Martínez. “Puedes prescindir de salir a otros barrios porque tienes de todo”, agradece Carlos Illana.
El distrito está dotado de todos los servicios que un jienense necesita, con una ubicación estratégica, con calles históricas y zonas residenciales modernas.
Pero no todo brilla, pues su asfaltado está dañado, faltan papeleras, contenedores, frecuencia de autobuses urbanos y un mejor sistema de limpieza y mantenimiento del mobiliario, a veces deteriorado, a veces pintado.
El mejor tesoro, los vecinos que lo defienden y reclaman para la zona, más y mejores atenciones.